La enseñanza desde la visión de Celia Sánchez

08 de Mayo de 2024

La Ley de Reforma Integral de la Enseñanza fue aprobada el 21 de diciembre de 1959 por la necesidad de colocar a la educación como uno de los ejes priorizados en el trabajo de la Revolución.

 

Dentro de los principales cambios en su función social, se tuvo en cuenta promover la igualdad de oportunidades en la enseñanza y la labor con el niño y su familia como elemento fundamental de la comunidad. Durante esta etapa Celia Sánchez Manduley participó de forma activa en el desarrollo de cada una de estas últimas tendencias, hasta que falleció en 1980.

 

Celia organizó y dirigió los planes concebidos para desarrollar la educación no formal del pueblo. Priorizó el trabajo con los sectores más humildes de la población y con las nuevas generaciones.

 

Durante la guerra participó junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la elaboración de los planes educacionales que se aplicarían después del triunfo. Diseñar y organizar escuelas en el frente guerrillero para la alfabetización de combatientes y campesinos, fue su preocupación y ocupación sistemática. Recibió la primera cartilla de alfabetización de parte de los doctores Eduardo Bernabé Ordaz y Miguel Rolando Corona. De esta forma comenzaron las primeras clases.

 

En algunas de sus memorias relacionadas con esta tarea en la guerrilla, el doctor Corona relata la dedicación de Celia para dar solución al problema de la educación a pesar de encontrarse en plena guerra:

 

“Me presentaron ante Fidel y Celia se encontraba a su lado. Cuando hice entrega de mis encomiendas al Comandante, entre ellas una cartilla, ella intervino rápidamente y expreso: ¡Mira Fidel, la cartilla para comenzar las clases!

 

“Nosotros nos dedicamos a la construcción del hospitalito en La Plata. Allí atendíamos a los rebeldes enfermos y también a los campesinos que venían a consultarse o en busca de medicamentos. Celia siempre estaba pendiente de los heridos. Ese era el momento en que ella aprovechaba para alfabetizar a los campesinos. Los reunía, casi siempre eran cuatro o cinco y les leía la cartilla. Yo veía a Celia haciendo con placer aquella labor como si fuera una maestra de verdad.

 

“Pero antes de construirse la Comandancia de La Plata, Celia daba clases a los rebeldes analfabetos según el campamento donde se encontraran. Por aquellos tiempos no tenían lugar fijo, por lo que realmente la campaña de alfabetización se inició con Celia”.  

 

Lubertino Rivera Sosa, pequeño agricultor de la zona de El Naranjo en Santo Domingo, Sierra Maestra y colaborador del Ejército Rebelde; vivenció el proceso de alfabetización en aquel lugar: “Fui un día a ver a uno de los doctores porque tuve la enfermedad del tifus. Ahí tuve conocimiento de que Celia estaba dando clases en una escuela campestre. La idea de alfabetizar en El Naranjo fue de Fajardo, se la transmitió a Celia y encargó la tarea a Rolando Torres Sosa, El Barberito.

 

“Estábamos en la semana santa de 1958. Celia se apoyó en Faustino Pérez y Armando Hart. Ya lo tenían todo organizado para después de esta escuela, crear otras. Pero la primera escuela oficial fue la de El Naranjo.

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