En esta mansión viviríamos hechos de gran trascendencia: el bombardeo de la aviación mercenaria a los aeropuertos el 15 de abril; ensimismados, escuchamos el vibrante discurso del Comandante en Jefe en el entierro a las víctimas del ataque, donde señalaba que el objetivo de este había sido frustrado, declaraba solemnemente el carácter socialista de la revolución, apoyado con fuertes vivas y miles de fusiles en alto, y decretaba la movilización general del país ante la inminencia de la agresión. Por último, el 17 de abril en horas de la mañana, ya como batería 13, salíamos al encuentro con la historia: La Batalla de Playa Girón.

En la medida que nos aproximábamos al escenario de las acciones combativas, nuevas emociones nos esperaban: los vítores del pueblo, que nos aclamaba al paso de la columna, coreando ¡denle duro!¡denle duro! y los jóvenes, emocionados, tratando de subir a los camiones para incorporarse al combate.

El ocaso nos sorprendió a las puertas del Central Australia; para alegría de todos allí estaba Fidel que nos recibía con entusiasmo, ordenando que avanzáramos con la oscuridad de la noche, para sorprender a la aviación mercenaria al amanecer.

En horas de la madrugada arribamos al caserío de Palpite, nos lanzamos de los camiones, emplazamos nuestras piezas de artillería y nos camuflamos. Muycerca, en Playa Larga, se combatía fieramente contra los mercenarios.  Inesperadamente apareció entre nosotros el 1er Tte. Mario Acosta, al cual, por su especial carisma, llamábamos cariñosamente en la Base Granma, Caballo Loco y nos dijo: muchachos muy pronto entraremos en combate, vamos a cantar El Himno   del Artillero y El Nacional.

A las 06:10 horas del día 18 de abril, apareció sorpresivamente en el cenit, un B26 mercenario, pintado con nuestras propias insignias. Enardecidos, abrimos fuego masivo con las cuatro bocas, el cielo se nubló bellamente de estrellas, maniobró bruscamente, tomó altura y abandonó el campo de batalla en señal de derrota, para algarabía de todos. ¡ERA NUESTRO BAUTISMO DE FUEGO!