Mi amigo Félix

02 de Marzo de 2024

El autor junto al Dr. Félix Báez Sarría en Luanda, Angola.

Cuba es ese fardo que todo buen patriota lleva sobre su espalda, y se lleva con gusto. Porque a Cuba se ama siempre, pero se ama más cuando te alejas, y entre mayor es la distancia, mayor es el amor que te rompe el pecho para nacerte en él, una palma.

 

Ah, pero qué pronto olvidas la tristeza cuando a diez mil kilómetros de distancia, te encuentras con un cubano.

 

Aquel hospital me parecía absolutamente desconocido, como desconocida eran las personas que hablaban en un idioma diferente al mío. Nadie habló conmigo, y eso me recordaba que no estaba en Cuba, porque allá el que se siente a tu lado, sale siendo tu amigo.

 

Finalmente fui llamado a la consulta, y juro que cuando entré, el malestar se me fue pasando.

 

El médico llevaba mascarilla, pero yo advertí aquella sonrisa amable que solo conocen los médicos cubanos. Es algo genético tal vez, o que aprenden en las facultades de la vida, con los profesores del alma. De cualquier manera, al segundo minuto ya éramos amigos y al tercero descubrí algo que me dejó sin aliento.

 

  • ¡Usted es el Dr. Félix Báez Sarría!
  • ¿Me conoce? — preguntó sorprendido.
  • ¡A usted lo conoce toda Cuba!
  • ¿No exagera, amigo?

 

Los hombres grandes son modestos. Rápidamente tomé mi teléfono y puse su nombre en el buscador.

 

«La Organización Mundial de la Salud lo describe comouno de los muchos médicos cubanos enviados para apoyar la respuesta al Ébola en Sierra Leona en octubre de 2014 como parte de un equipo médico extranjero. Trabajando allí, contrajo el Ébola. Sobrevivió y regresó a Sierra Leona para seguir ayudando a los pacientes de Ébola».

 

Fiebre alta, deshidratación, delirios, inapetencia, diarreas. El infierno en la tierra. Entre delirio y delirio debió pensar que no vería nunca más a su familia. Se salvó de milagro, o porque tenía la misión de donar su plasma para tratar a otros contagiados. Después, como el Che volvió a la guerrilla, él volvió a Sierra Leona. Orgullo de los Servicios Médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Hospital Militar Carlos J. Finlay. 

 

  • ¿Cómo está Cuba? — preguntó con sus ojos encendidos.
  • Empeñados en hacer una vacuna.
  • Pues lo lograrán. Estoy seguro de que harán más de una.

 

Anotó algunas cosas en un papel e insistió en que cuidara mucho la inocuidad de los alimentos. Detalló cómo debía lavar las verduras para que me pusiera a buen resguardo de cualquier parásito africano. 

 

Antes de retirarme le pregunté cuál era su secreto, a lo que respondió:

 

  • La palma de la mano en el hombro de un enfermo a veces ayuda más que cualquier medicina.

 

Se puso de pie, colocó su mano sobre mi hombro y luego me abrazó como a un viejo amigo.

 

El Dr. Félix Báez Sarría es un soñador que sueña en las noches, pero en las mañanas se levanta para hacer realidad su sueño, sembrar la esperanza en todos.

 

Esa noche me fue revelada mi misión, defender a toda costa la obra humana de los miles de médicos como Félix. Ese es mi sueño.

 

https://www.verdeolivo.cu/es/libros/novedades/casa-blanca-vs-las-batas-b...

 

  • Unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Ginebra donde Félix estuvo internado cerca de 20 días. Foto: Jorge Pérez.

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