Estados Unidos ha decidido duplicar la recompensa de 25 millones de dólares por Nicolás Maduro Moros, que databa de enero último. El 7 de agosto de 2025, hizo público que ofrecerá 50 millones dólares a quien aporte información que conduzca a la captura y enjuiciamiento del presidente venezolano. Lo anunciaron el secretario de Estado, Marco Rubio, y la Fiscal General, Pamela Biondi.

Le acusan de narcotráfico, de dirigir o de tener vínculos con dos organizaciones cuya existencia ha sido cuestionada: el «Cartel de los Soles» y el «Tren de Aragua», previamente designadas como organizaciones terroristas por Washington. Le acusan de vínculos con organizaciones criminales mexicanas para emplear las drogas como un arma e inundar de ellas a Estados Unidos. Han dicho que Maduro representa una amenaza a la seguridad nacional de ese país. Lo han venido diciendo desde el primer mandato de Trump. ¡Nada puede verse de manera aislada!

Se dice rápido, 50 millones por el Presidente de un país, al mejor estilo del Oeste Hollywoodense. Cincuenta millones por un nuevo villano, 50 millones como paso imprescindible para hacerse luego con miles de millones. De eso va esta farsa, a partir de una historia fabricada desde una oficina de Washington o de Miami.

Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo, con más de 303 mil millones de barriles, según reportan medios especializados y el propio gobierno bolivariano. Atesora otros valiosos recursos naturales, como gas, oro, plata, coltán. Sus recursos hidráulicos y fértiles tierras han sido también reconocidos. Venezuela es un país rico, con un enorme potencial económico que, paradójicamente, por obra y gracia de la política imperial, le convierten en objeto de deseo.

A ello se suma que al frente del país han estado hombres valientes, con sentido de la justicia y la soberanía que, tras la llegada a la presidencia del Comandante Hugo Chávez, cambiaron la ecuación política y social en favor del pueblo venezolano, afectando intereses económicos y políticos del capital nacional e internacional. Estamos hablando de una nación a la que EEUU, por intereses geopolíticos y no por hechos reales, aprecia como un adversario peligroso, como una amenaza a su seguridad nacional.

Poco antes de su muerte, muy temprana y dolorosa, el Comandante Eterno propuso públicamente que Nicolás Maduro Moros le reemplazara al frente de la Revolución Bolivariana. No se equivocó Chávez.

Maduro ha sido fiel a su legado y ha podido superar las más difíciles pruebas. Ha enfrentado y derrotado guarimbas; guerra económica y política; intentos de magnicidio y traiciones; incursiones armadas; chantajes; ofertas para que traicione y abandone el país. Todo eso desde 2013 en que asumió el cargo, en apenas 12 años. De todo, o casi de todo, pues quien se enfrenta a EEUU en defensa de su pueblo debe estar preparado para nuevas agresiones. Cuba puede dar fe de ello.

El complot contra Maduro responde a un «negocio» impulsado por un hombre de negocios que dirige hoy el imperio más peligroso y belicoso de la humanidad. Se está fabricando un caso contra la máxima figura de un país que puede terminar de la peor manera. América Latina constituye un ejemplo triste de lo que es capaz de hacer Estados Unidos, empleando pretextos como los que ha fabricado contra Maduro, como expondremos en breve.