Invasores hacia el Centro, avance indetenible
Camilo junto a los combatientes de su columna: Ángel Frías, Nené López, Antonio Sánchez Díaz, Pinares y Gilberto Gutiérrez, durante los días de acciones combativas en distintos territorios de Las Villas. Diciembre de 1958. Fotos: Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República de Cuba
Habían transcurrido 47 días desde que el comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán y los 82 guerrilleros que lo seguían formando la Columna Invasora No. 2 Antonio Maceo, salieron desde El Salto en la Sierra Maestra. Fue un esfuerzo titánico tejiendo estelas de arrojo con un jefe intrépido; no se amilanaron ante las numerosas emboscadas enemigas incluyendo los golpes de la aviación, los terrenos intransitables y el hambre como compañía.
El 7 de octubre de 1958 se adentraban en Las Villas: «¡El río Jatibonico! Se puso una soga, el agua daba al pecho y la corriente era fuerte. Yo besé la tierra villareña, todos los hombres estaban alborotados. Una parte de nuestra misión estaba cumplida. […] Con esto lográbamos uno de los más grandes triunfos en el orden militar revolucionario, ya que a pesar de la numerosa fuerza del ejército de la tiranía, por tratar de exterminarnos, habíamos cruzado el largo recorrido desde Oriente hasta Las Villas, con solo tres bajas».1 Así escribió el Señor de la Vanguardia en un fragmento del informe enviado al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el día 9, «[…] que contiene la narración detallada de una extraordinaria proeza militar…uno de los episodios más emocionantes con los que se está escribiendo la historia viva de la Patria»,2 destacó el líder rebelde.
Penetraron por la parte norte de aquella provincia, bajo los azotes de un ciclón —fueron despedidos por otro huracán a la salida de la Sierra Maestra—. El capitán del Ejército Rebelde, Orestes Guerra González, quien fuera jefe del pelotón de vanguardia de la Columna, narra:
«Antes de cruzar aquel cauce, habíamos descansado en la cueva de Los Indios donde tuvimos contactos con dos guías; nos informaron que los había enviado el comandante Félix Torres, quien era jefe del destacamento guerrillero Máximo Gómez, del Partido Socialista Popular (PSP) que operaba en la zona, integrado por 65 combatientes. Nos movimos hasta la casa de un campesino de apellido Guerra, quien nos manifestó: “Ahí al frente está el monte Jobo Rosado donde pueden acampar”, y fue en busca del jefe de aquel grupo guerrillero, quien al llegar con marcado entusiasmo y espíritu cooperativo le expresó a Camilo: “Comandante, a mí los muchachos me llaman comandante, pero desde este momento soy un soldado más y estoy a sus órdenes al igual que los combatientes que me acompañan’, a lo que nuestro jefe le anunció: “No, tú sigues siendo comandante”».3
Allí establecieron su primer campamento. Ese día había nacido el Frente Norte de Las Villas al que también se adicionó el destacamento Marcelo Salado del Movimiento 26 de Julio. Teniendo como centro la sierra de Bamburanao, se extendía desde Yaguajay por el Este hasta el territorio de Chambas, Morón y por el Oeste hasta Caibarién y Remedios.
«Fuimos atendidos por los médicos y aquel grupo de rebeldes —continúa narrando Guerra González—. Nos equipamos con todo lo que nos faltaba. Pudimos cambiar nuestra ropa y calzado maltrechos. A los que venían enfermos les llevaban la comida a las hamacas y hasta les lavaban los pies con agua caliente. Con el estómago lleno aún teníamos apetito en los ojos. Estábamos matando el hambre vieja de cerca de dos meses».4
Camilo comenzó de inmediato a estudiar el teatro de operaciones con el objetivo de cohesionar todas las fuerzas bajo su mando y no darle tregua al enemigo. El 15 de octubre desarrollaron la acción inicial desde la llegada al nuevo territorio: el combate en Alicante, La Caridad, cuando el enemigo intentó tomar el campamento.
El 22 de octubre las fuerzas combinadas de la Columna 2 y la tropa de Félix Torres, ejecutaron la primera emboscada en el Circuito Norte. Se contabilizaron cinco soldados muertos, cuatro heridos y varios prisioneros. En la misma carretera, con otra acción, ocuparon 22 fusiles Springfield, cuatro carabinas San Cristóbal, granadas y municiones, con un saldo de siete muertos, cinco heridos y 14 prisioneros. En pocos días ya tenían el control de todo el entramado de carreteras y vías férreas en el teatro de operaciones del Frente.
La misión inicial encomendada a Camilo por el Comandante en jefe se extendía hasta Pinar del Río. El 16 de octubre, la Columna No. 8 Ciro Redondo comandada por Ernesto Guevara de la Serna, Che, penetró en las estribaciones del Escambray. De las fuerzas rebeldes que operaban en ese territorio no recibió cooperación del llamado Segundo Frente Nacional del Escambray. El argentino tuvo que ocuparse, además, de aunar las fuerzas guerrilleras que combatían en aquellas locaciones. Fidel le ordena a Camilo variar la estrategia inicial y permanecer en aquel territorio para apoyar al Che, teniendo en cuenta la situación política que se había creado. Ambas columnas tenían la misión de impedir el envío de fuerzas enemigas hacia Oriente. Nunca faltó la colaboración mutua. Los dos comandantes guerrilleros se visitaban, establecieron una continua comunicación por medio de mensajeros, vía telefónica y a través de las radioemisoras rebeldes de onda corta. Nos es familiar la grabación que ha quedado para la posteridad: »Columna 2, Columna 2, Camilo, aquí está el Che».
Con más efectivos bajo su mando, el Señor de la Vanguardia comenzó a atacar las guarniciones enemigas, primero las más pequeñas junto a la liberación de varios poblados. Desplegó el arrojo que lo caracterizaba. Y vendría al decir del Che: «[…] su cadena de victorias en el llano de Las Villas, difíciles por la poca seguridad del terreno, magníficas por su audacia y al mismo tiempo se veía ya el sentido político de Camilo, su decisión en los problemas revolucionarios, sus fuerzas y su fe en el pueblo».5
El 17 de octubre ocuparon Meneses y el 27 tomaron en poco tiempo el batey Seibabo; la soldadesca huyó hacia Yaguajay, señal de que ya sentían la presión rebelde en todo el Frente guerrillero. El 31, el propio Camilo dirigió la toma del cuartel de Venegas: se le hicieron 11 bajas al enemigo, incluyendo un muerto. Los demás fueron prisioneros y algunos heridos. Unos tras otros se fueron ocupando poblados: Iguará, Mayajigua, Zulueta, El Pedrero…junto al ataque a cuarteles, el sabotaje a líneas eléctricas y telefónicas, quema de puentes: un acoso general al enemigo.
Junto a la liberación de nuevos territorios, Camilo se dio a la tarea de montar talleres para la reparación del armamento, organizó los servicios médicos, se crearon escuelas y la implantación de la Ley No. 3 del Ejército Rebelde, promulgada por el Comandante el 10 de octubre de 1958, que reconocía el derecho de los campesinos a la tierra que trabajaban en las zonas bajo control de la guerrilla.
Con el objetivo de entorpecer la farsa electoral programada para el 3 de noviembre, el jefe guerrillero dicta la orden No.18 encaminada a incrementar las acciones rebeldes en toda la región. Aparte de sus estrechas relaciones con el campesinado, activó el movimiento obrero en los cinco centrales del territorio mediante plenarias y para el 20 de diciembre desarrolló un congreso azucarero.
Para el 21 de diciembre faltaba la toma de Yaguajay porque toda la región asignada se consideraba Territorio Libre de Cuba. La noche de ese día, comenzaba la batalla final del frente Norte de Las Villas. Unos 250 hombres bajo el mando directo de Camilo, se enfrentaron a unos 350 militares del Ejército de la tiranía, apostados en puntos estratégicos como el cuartel situado en las afueras por la carretera hacia el Hotel Victoria.
Así los imparables barbudos, curtidos en el fragor de tantos combates, van logrando la rendición del Ayuntamiento, el Hotel Plaza, la Colonia Española, la Planta Eléctrica, y la Estación de Policía. El enemigo al mando Alfredo Abón Lee, estaba sitiado en el cuartel. Al conminarlo a la rendición, incluso en una entrevista con el propio Camilo, pide más tiempo.
Se acrecentó el poder de fuego hacia el reducto. Camilo ideó la construcción de un tanque rudimentario a partir de un buldócer, llamado Dragón 1, que acercaron más de una vez al cuartel. Con un vagón de ferrocarril cargado de explosivos trataron de quemar la instalación y derribaron parte del muro exterior, hasta que el 31 de diciembre con los disparos de un mortero y una bazuca que les envió el Che, el muro frontal se fue derrumbando. Había muchos heridos, era demasiado el empuje rebelde y Abón Lee acepta la capitulación cerca de las seis de la tarde de aquel último día del año 1958.
Dentro de unas horas, el sol de enero esparciría sus rayos de libertad sobre esta isla rebelde, Camilo recibió un calificativo más, Héroe de Yaguajay y junto al Che también Héroe de Santa Clara, se aprestaban a recibir a Fidel en su victorioso recorrido hacia La Habana, mientras cumplían nuevas misiones en la capital.
Referencias:
1-Revista Bohemia, 8 de noviembre de 1959, No.45,
p.90.
2-Fidel Castro Ruz: La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, pp.117 y 118.
3-Información brindada al autor por el coronel (r) Aníbal Reyes Reyes, 3 de octubre de 2023.
4-Idem.
5-Revista Verde Olivo, No.43, 1967, pp.12 y 13.
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