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Una vez leído Chile 70-73 La odisea de un presidente cuyos originales gentilmente me facilitaron sus acuciosas autoras —las compañeras periodistas Lídice Valenzuela y Nancy Núñez— y habiendo tenido acceso a otros textos de diferente factura que recogen de una forma u otra aquellos acontecimientos chilenos, especialmente los dramáticos momentos finales de la existencia física de Salvador Allende, no hay dudas de que la investigación realizada y aparecida en esta obra, así como su forma de presentación literaria, permiten calificarla como la realización exitosa de una tarea pendiente. Tanto los once capítulos que dividen la obra como los anexos que los acompañan, contribuyen a dar una visión de conjunto lo más integral posible, de la etapa histórica de Chile, de América Latina y del mundo que sirvió de escenario a aquella epopeya precursora, fundamentalmente a la inolvidable personalidad de Salvador Allende, un héroe fundacional del cambio de época que hoy vive la Patria Grande.

Este libro recrea con mirada reflexiva el período inicial de la Guerra de los Diez Años. Valora el liderazgo de Céspedes, quien en medio de múltiples vicisitudes se vio obligado a enfrentar la superioridad del Ejército Colonial y, al mismo tiempo, las contradicciones internas sobre los diversos modos de asumir  la organización política y militar de la Revolución.

 

 

Más que el relato de los primeros 180 días en tierra mambisa, se trata de aprehender el pensamiento en ascenso del Padre de la Patria y su quehacer por la independencia de Cuba.

Huellas de Tania es el título de esta obra para la cual se ha  indagado y compilado informaciones basadas en la vida de Haydée Tamara Bunke Bíder, Tania la Guerrillera. De igual forma se dan a conocer  hechos inéditos desde su nacimiento, el 19 de noviembre de 1937 en la ciudad argentina de Buenos Aires, hasta su caída en combate en el vado de Puerto Mauricio en Río Grande, Bolivia, el 31 de agosto de 1967, casi al cumplir treinta años. Se precisan algunos acontecimientos referidos a la impresionante vida clandestina y a su heroica actuación en la guerrilla del Che en Bolivia. 

 

 

 

 

«Y ellas han sido parte del esfuerzo de la Revolución, y ellas han contribuido a crear y a aumentar la fe en la Revolución; ellas han contribuido al entusiasmo y al espíritu combativo de nuestro pueblo; ellas son frutos de la Revolución, y además parte de la Revolución […]», así se expresó nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, durante el acto de graduación de Corte y Costura, de las primeras ochocientas campesinas, en La Habana, el 31 de julio de 1961, Año de la Educación. Han pasado sesenta y un años desde entonces, y las féminas han contribuido, avanzando en su preparación y accionar, en el desarrollo económico, social y cultural; en la protección del medio ambiente; y en la defensa de la patria socialista, luego de obtener la principal conquista: el triunfo de la Revolución. Las oportunidades para la mujer se hicieron infinitas, hoy más del cincuenta y tres por ciento del parlamento en Cuba está constituido por ellas, las cuales están presentes en todas las ramas de la economía y representan más del sesenta y seis por ciento de los profesionales del país.

Al jefe del Segundo Frente Oriental Frank País, general de ejército Raúl Castro Ruz, por sus sabias enseñanzas. A los combatientes de esta unidad guerrillera, a los luchadores clandestinos y colaboradores del Ejército Rebelde, en la región de Baracoa, y a todos los que dieron su aporte por nuestra liberación. A las madres, los padres, las esposas y demás familiares que sufrieron la pérdida de sus seres queridos en manos de la dictadura que ensangrentó a nuestro pueblo durante seis largos años y bajo la ignominia de una neocolonia impuesta por el imperialismo yanqui durante más de cincuenta años. Con el esfuerzo y la sangre derramada por nuestros héroes y mártires se abrió el camino hasta lograr la ansiada libertad del Primero de Enero, que fue la respuesta del pueblo de Cuba, a más de cuatro siglos de opresión y, por primera vez, somos verdaderamente libres.

 

 

 

 

Qué bueno, Antonio Enrique comienza la historia con la etapa de su niñez y adolescencia, como campesino, formando parte de una familia numerosa y emprendedora lo cual, pienso, influenció en la formación de su carácter e ideología. A finales de la década de los años cuarenta, con dieciocho años de edad, sus inquietudes sociales lo llevan a militar en la juventud del Partido Ortodoxo, dirigido por Eduardo Chibás, cuya consigna pública era “Vergüenza contra dinero” y una escoba que enarbolaba significando que barrería a los ladrones. Con ello había atraído a lo mejor de la juventud y a los obreros del país. Muchos jóvenes, entre ellos Lussón, decepcionados por el rumbo que tomó esa organización después de la muerte de Chibás y frente al golpe de Estado el 10 de marzo del año 1952, abrazaban la insurrección propugnada por el Partido Auténtico, desplazado del poder. Es una etapa en la que surgen muchas organizaciones insurreccionales, incluso el propio Frank País crea la Acción Prólogo 8 Revolucionaria Oriental (ARO). Todos quieren un cambio violento de la sociedad, pero es Fidel Castro quien procura los medios, recluta los hombres, organiza, y pasados cuatrocientos noventa y dos días del fatídico golpe de Estado ejecuta el asalto a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo, y aunque no obtiene la victoria militar acapara la simpatía y el apoyo del pueblo. Lussón, como miles de jóvenes santiagueros abandonan las otras organizaciones insurreccionales y abrazan el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26- 7).

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