Por la senda del tributo
El alba atestigua silenciosa una cadencia súbita. Retumba el eco de las primeras campanadas en el museo a cielo abierto y la voz que ordena ¡firmes! dirige la marcha. Marcialidad y esbeltez acompañan el desplazamiento.
Pasos exactos se fusionan con una melodía; el poema musical erigido para el homenaje eterno al Apóstol se extiende como tributo a los padres fundadores de la Patria.
Dos muchachas de figuras elegantes engalanan el grupo de la ceremonia, en tanto, las sonajas indican el momento exacto de ejecutar los procedimientos y colocarse como centinelas junto a los cuatro monolitos magnificados en el camposanto.
Los visitantes más adelantados sienten la energía estremecedora del primer relevo de guardia de honor en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia. Transcurrirán treinta minutos y volverá el repicar de las campanas mientras los jóvenes, con su reverencia a los mártires, encumbran la historia de nuestra isla.
Museo a cielo abierto
La mañana del 19 de mayo de 2002 se auguraba diferente en la ciudad de Santiago de Cuba. Una idea desbrozó el camino, y de a poco, los cimientos humanos fueron escogidos para esculpir aquel pensamiento.
Alexander Guerra Martínez era entonces un joven primer teniente de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) enrolado en la misión de formar una compañía de ceremonias sin saber el fin de su encomienda.
El 14 de enero de 2002 ya estaba en el sitio: el cementerio patrimonial Santa Ifigenia acogía a otros combatientes de las diferentes unidades de la Región Militar, que como él, se prepararían para realizar la guardia de honor al Apóstol. El proceso de formación tuvo la atención directa del comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.
“De forma intensiva recibimos entrenamiento por parte de un grupo de instructores de la Unidad Especial de Ceremonias de las FAR, dirigido por el ya fallecido coronel Elio Guerrero Ramos; en ese momento jefe del Departamento de Ceremonias Militares y Protocolares de la institución armada”, rememora el actual teniente coronel Guerra Martínez, jefe de la Unidad Guardia de Honor de las FAR.
De esa constante preparación recuerda la oportunidad de intercambiar con el comandante de la Revolución Juan Almeida, quien asiduamente “nos visitaba para constatar cómo avanzaba la instrucción del personal. “En una de estas ocasiones, junto a la heroína Vilma Espín, ella nos interrogó sobre la ausencia de féminas en la unidad, y de ese diálogo resultó el arribo de las primeras 7 combatientes, el 18 de marzo de 2002.
"Pongan todo el sentimiento y amor que caracteriza al pueblo santiaguero en el cumplimiento de esta misión", expresó el comandante Juan Almeida cuando el 2 de mayo de ese año quedara oficialmente fundada la Unidad Guardia de Honor, como un acuerdo del Consejo de Estado y en cumplimiento de la directiva 075 del viceministro primero jefe del Estado Mayor General de las FAR, para rendir honores y proteger los restos de nuestro Héroe Nacional José Martí en el mausoleo instituido a su memoria en el cementerio Santa Ifigenia.
Todo estuvo listo en ocasión del aniversario 107 de la caída en combate del Apóstol. Aquel día se inauguró la guardia de honor con un acto presidido por el General de Ejército Raúl Castro Ruz. Las palabras centrales estuvieron a cargo del Doctor Armando Hart Dávalos, director del Centro de Estudios Martianos quien expresó: “Con las enseñanzas de Martí y Fidel, luchamos y lucharemos por hacer prevalecer para la humanidad, la fórmula de amor triunfante que proclamó nuestro Héroe Nacional”.
Desde entonces, la ceremonia funciona como un museo a cielo abierto de forma ininterrumpida, al compás del poema musical Elegía a Martí, compuesto por el propio comandante Juan Almeida Bosque para describir en términos musicales, los últimos instantes de la vida del Maestro.
Como maquinaria de relojería
Minutos, segundos y procedimientos exactos definen a sargentos y soldados de la Unidad Guardia de Honor 1953; cuyo número rememora el año en que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, inspirado en los ideales del Apóstol, asaltó junto a sus compañeros el cuartel Moncada.
Desde el 4 de diciembre de 2016 sus restos mortales permanecen cerca de estos héroes y mártires de épocas distintas, pero de ideales comunes. Su sepulcro está delante de los lechos de aquellos que lo guiaron en pensamiento y acompañaron en acciones, como un eterno Comandante en Jefe.
De aquella jornada inolvidable para los cubanos en que todos tenemos una historia, encontramos la del capitán Luis Noaldo García Arcas, quien inauguró la guardia al Líder de la Revolución Cubana, siendo entonces teniente en esta unidad, donde aún permanece.
“Una ceremonia que advertíamos, cambiaría el rumbo de la historia de Santiago de Cuba”, expresa el joven; y ciertamente a partir de entonces la cantidad de visitantes a Santa Ifigenia ha aumentado de manera considerable.
Pero al capitán Luis Noaldo lo han convocado otras responsabilidades históricas como la preparación de los combatientes que realizaron la ceremonia inaugural del sendero de los padres fundadores el 10 de octubre de 2017.
“Aquella experiencia fue especial, un proceso de preparación arduo; pero con la ayuda de los sargentos profesionales y la jefatura logramos una ceremonia que perdurara para toda la vida”.
Nos comenta que la estructura de la unidad sufrió cambios: con la incorporación de los mausoleos Mariana y Céspedes se impuso el traslado de jóvenes de varias provincias
“La música, aún siendo la misma: Elegía a José Martí, precisó modificaciones en los distintos tipos de marcha, complementada por el teniente coronel Ney Milanés, director de la banda de música del Estado Mayor General de las FAR, quien con sus arreglos a la obra del comandante Almeida pulsó los acordes de la continuidad”.
Desde el primer momento la institución ha estado conformada por jóvenes del Servicio Militar Activo (SMA) procedentes de las provincias orientales. Muchachos que, muchas veces sin percibirlo, devienen protagonistas de los principales acontecimientos del país y se inscriben en la continuidad histórica de la Patria.
Pero cuando los entresijos de la vida nos colocan en lugares doblemente sagrados, entonces simbolismo y compromiso se multiplican e incluso nos hacen volver. En esa realidad, no pocas veces repetida, encontró su motivación el subteniente José Ángel Garcés Martínez, quien tras concluir su SMA retornó al mismo sitio para enseñar a ejecutar lo que antes había aprendido.
Allí estuvo como tercer relevo durante la ceremonia de inhumación de los restos del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y la Madre de la Patria Mariana Grajales, un momento sin igual con la presencia del General de Ejército Raúl Castro quien ese mismo año, al conmemorarse el primer aniversario de la desaparición física del Comandante en Jefe, le expresaría a los jóvenes de la unidad: “Ustedes funcionan como maquinaria de relojería”.
El subteniente Garcés Martínez rememora la conmoción colectiva que provocaron aquellas palabras que en adelante marcaron el sistema de preparación de la unidad. Por eso siente que cada jornada trasciende con especial singularidad y que el trabajo trastoca sus raíces más profundas.
“Siento que continúo la obra de mi abuelo, combatiente de nuestro país, fundador de los Órganos de la Seguridad del Estado y protagonista de varias batallas, cuyos restos también están sepultados en este cementerio”. Ese lazo es guía e inspiración para el joven en la labor con los nuevos ingresos al SMA.
“Inculcarles el mismo amor que depositaron en mí por la tarea que cumplo, transmitirles que cada pedacito de los diferentes mausoleos representan una etapa de la vida; es también una manera de rendir honores a nuestros antepasados”, recalca.
En el altar de la Patria
El cementerio Santa Ifigenia en Santiago de Cuba es visitado anualmente por miles de personas. Muchos se asombran y minutos después continúan el trayecto.
Ese impacto trasciende en escolares que ven en los jóvenes de la guardia de honor un ejemplo a imitar en el futuro. Otras veces, la admiración cala en generaciones de familias como la de Marielbis Tamayo Heredia, sargento de segunda y jefa de escuadra en la unidad, donde también permanecen sus dos hermanas.
“Visitaba el cementerio durante la etapa de secundaria básica y me sentí motivada a pasar el Servicio Militar Voluntario Femenino al ver como ellos hacían la ceremonia, al ver la preparación, el vestuario y conocer lo que allí se preserva”.
Y la aspiración de Marielbis no solo fue posible, sino que estando dentro del servicio militar optó por la opción de hacerse sargento profesional.
Ser relevo del primer nivel junto a sus hermanas llena de regocijo no solo a esta joven, sino también a los jefes que laboran en la unidad, especial orgullo para el teniente coronel Guerra Martínez, fundador como jefe de la unidad hace 20 años y actualmente en esa misma responsabilidad.
“Es un privilegio dirigir a los combatientes jóvenes de estos tiempos, que rinden homenaje y realizan la guardia de honor en la senda de los padres fundadores. Esto marca para ellos un antes, incluso en la forma de ver la historia, haciéndose parte de ese relato que permanece vivo”, argumenta el jefe de la unidad.
A lo largo de estos años se han recibido visitas importantes y es que el valor resguardado por los integrantes de la unidad Guardia de Honor de las FAR, deviene relevancia a nivel nacional e internacional.
Los mármoles de las tumbas, panteones y mausoleos, y las estructuras de los monumentos, son dignos de contemplarlos como obras de arte que honran la vida.
Desde el 4 de diciembre de 2016 la llama eterna aviva la fuerza con nombre de Comandante que desde el corazón de una piedra en el patrimonial cementerio enlaza su energía a las de Mariana, Céspedes y Martí para irradiarla a la posteridad.
Cae la noche y el silencio invade el camposanto. Las campanas y el reloj anuncian el último relevo de la guardia de honor, ahora la protección no solo será de otros centinelas, el Concepto de Revolución está ahí, y se esparce entre los mármoles y las piedras.
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