El joven estudiante
La Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fundada por Julio Antonio Mella, en el decurso de su existencia, ha atesorado en sus filas una valiosa pléyade de patriotas revolucionarios. Antonio Guiteras Holmes, José Antonio Echeverría y Fidel Castro Ruz, quienes dieron tanta luz a la Patria, inscribiendo sus nombres en la historia de aquella organización, siempre presente en las batallas trascendentales de nuestra historia.
En la década de los cincuenta, el hoy General de Ejército Raúl Castro Ruz también desplegó banderas de lucha en el seno de la FEU. De su activa y fecunda vida, una de las etapas menos conocida es la de sus años de estudiante; aunque fue precisamente cuando integraba la grey estudiantil de la Universidad de La Habana, que inició las primeras actividades políticas.
Raúl interrumpió los estudios de bachillerato, que cursaba en el Colegio de Belén y fue llevado por su padre a Birán. En ese período, el inquieto joven permaneció en la casa natal y por primera vez, se vinculó directamente al trabajo. Fue entonces que, aun cuando no tenía muchas nociones de política, el hecho de desarrollar una labor productiva directa y ser testigo de la realidad que vivían los campesinos y trabajadores agrícolas, sembró en él inquietudes que devinieron simiente fructificada posteriormente. De aquellos tiempos ha rememorado:
“[…] Yo recuerdo a mi papá, español, gallego y a honra lo tengo, pero yo soy cubano, y en mis primeros razonamientos políticos yo veía —tomando como centro la finca de mi padre— al norte la United Fruit Sugar Company, con 100 000 hectáreas de tierra y dos fábricas de azúcar, el Boston y el Preston, […] al sur la Miranda Sugar Company […] eran ese y otros centrales americanos, por la zona; al oeste, Altagracia Sugar Company […] que se llamaba Marcané antes, y no sé cual otro central, y a la derecha, en la pre montaña de los pinares de Mayarí, la Sierra de Nipe, la Nicaro Nickel Company y otras (la Cuba Nickel Company y la Nickel Procesing Company que explotaban los yacimientos de Pinares de Mayarí). Yo decía: En el medio un español y me preguntaba ¿qué teníamos los cubanos? ”.¹
Fidel decidió convencer al padre y a su propio hermano de la conveniencia de trasladarse a vivir a La Habana y regresar a las aulas. En la capital, Raúl fue a residir al apartamento que ocupaba Fidel, junto a su esposa y su hijo en Tercera y 2 en el Vedado. Matriculó en una academia tutorial, para realizar exámenes de ingreso a la universidad y aprobados estos, matriculó en la carrera de Administración en el curso 1950-1951.
Sobre este pasaje Fidel explicó: “Entonces, lo persuadí de que viniera a estudiar […] existía un programa de ingreso a la Universidad en una carrera que le llamaban administrativa, asociada en cierta forma a las Ciencias Sociales, al Derecho Diplomático, a la carrera de Derecho”.²
Al tenerlo bajo su abrigo, Fidel aprovechó la oportunidad de influir como hermano mayor y mentor, poniéndolo en contacto con una abundante literatura política y filosófica. Gracias a su inteligencia y con la guía de Fidel, identificó las ideas más avanzadas de la época y conquistado por ellas, decidió echar su suerte por los pobres de la tierra.
La Habana…
La llegada a la capital y el ingreso a la Universidad de La Habana, representaron para Raúl, el inicio de un nuevo ciclo vital. En la casa de altos estudios, se vinculó a un grupo de jóvenes de filiación comunista y a otros de pensar progresista, incorporándose, junto a ellos, al batallar de entonces.
Su presencia se hizo cotidiana en manifestaciones contra los males de aquella república, lacerada por la dependencia al imperialismo y las inmoralidades de políticos que traicionaban los sueños de los fundadores de la nación cubana.
Sin embargo, aun en aquellas circunstancias, lo peor estaba por venir y llegó el 10 de marzo de 1952, cuando Fulgencio Batista y Zaldívar dio un artero golpe de Estado e instauró una férrea y criminal dictadura.
“[…] el golpe —expresó Fidel— no solo puso fin a un proceso político constitucional que abría perspectivas de cambio hacia el futuro, sino que hizo retroceder al país a una situación sin ley, sin Constitución; a un gobierno de facto, tiránico, reaccionario, contrarrevolucionario, corrompido, fue un regreso al pasado […]”. ³
La reacción popular no se hizo esperar. La colina universitaria devino centro de actividad de los que deseaban rescatar la honra mancillada. Allí estuvo Raúl, enarbolando la enseña nacional en la histórica escalinata, junto al estudiantado y otros cubanos que no aceptaban el cuartelazo batistiano.
En esos días de rebeldía, pero también de confusión y desconcierto, la figura del joven abogado Fidel Castro, descolló por su decidido enfrentamiento al tirano. A solo pocos días de la asonada militar, elaboró un documento históricamente conocido como Revolución no, Zarpazo, donde denunció la verdadera esencia del hecho y llamaba, a la lucha: “[…] Hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la Patria, pero habrá algún día otra vez libertad”.⁴
Raúl, junto a Antonio Ñico López, y Raúl de Aguiar, participó en la impresión de ese importante texto para su distribución.
Luego de treinta días del golpe, un significativo movimiento de apoyo a la Constitución de 1940, fue generado en los predios universitarios. Promovió los actos de entierro y jura de la Carta Magna, verdadera demostración de la voluntad de luchar contra el régimen y rescatar la institucionalidad.
El 4 de junio de 1952, la Federación Estudiantil Universitaria expidió a Raúl una credencial, que lo facultaba para organizar las acciones en defensa del orden constitucional en la provincia de Oriente.
Cruzada libertaria
Desde el inicio, Raúl comprendió que la lucha armada era la única salida, por lo que, integrando las filas de la organización revolucionaria encabezada por Fidel, participó en la preparación militar concebida para este propósito: adiestrar a aquella legión de jóvenes, quienes acometieron la histórica misión de desencadenar una necesaria e inevitable cruzada libertaria.
Aún se conservan fotografías en las que aparece Raúl, en aquellas memorables jornadas, junto a Fidel y dos de sus mejores amigos: José Luis Tasende y Antonio Ñico López, ambos caídos en combate. Llegaba 1953 y el día 26 de enero fue inaugurado en La Habana, el Congreso Martiano en Defensa de los Derechos de la Juventud, parte de un conjunto de acciones concebidas por sectores opuestos a la dictadura, para rendir homenaje a José Martí en el centenario de su natalicio y hacer patente el repudio al 10 de Marzo. El Congreso, insertado en una convocatoria mundial en defensa de los derechos de la juventud, culminaría con una Convención Internacional en Viena.
En Cuba, fue desencadenado un importante movimiento político, que conjugaba las demandas juveniles con el enfrentamiento al batistato, desempeñando Raúl un papel relevante. Las actividades comenzaron en octubre de 1952 con la publicación de un llamamiento. De este documento afirmó Juan Marinello: “Ha visto la luz una alocución que no vacilamos en calificar de excepcional […]”.
El proceso previo al Congreso fue conducido por una comisión gestora, que en reunión del 23 de noviembre de 1952, precisó los detalles para la celebración del evento. El día 25, el periódico Hoy publicó: “Antes de pasarse a discutir el Orden del Día acordado, la asamblea otorgó […] un voto de felicitación a los iniciadores de este movimiento reivindicativo, los líderes estudiantiles Léster Rodríguez, Temístocles Fuentes, Orlando Benítez, Eduardo Curbelo, Raúl Castro y otros”.
Más de tres mil jóvenes delegados se dieron cita en el antiguo palacio de los yesistas. Los asistentes otorgaron a Léster Rodríguez la responsabilidad de presidir la reunión y eligieron los vocales, entre ellos, al estudiante de la Facultad de Derecho Raúl Castro, quien en la sesión del día siguiente fue elegido por unanimidad, secretario de Propaganda del Consejo Permanente del Congreso. Entre los objetivos a alcanzar en el evento, aparece de manera muy explícita:
“Restablecimiento de la Constitución y las instituciones democráticas abrogadas por el golpe de Estado del 10 de Marzo”. ⁷
La noche del 27 de enero, Raúl participó, junto a los congresistas, en la marcha de las Antorchas que partió de la escalinata de la Universidad hasta la fragua martiana como homenaje al Apóstol. Al día siguiente, Raúl asistió a la marcha que salió de la colina universitaria hasta el parque central.
“Hacer es la mejor manera de decir”, José Martí
El 24 de febrero, partía a bordo del vapor Reina del Pacífico, junto a Gustavo González, para participar en la Conferencia Internacional en Defensa de los Derechos de la Juventud en Viena, Austria, como presidente de la delegación cubana que integraban: Abelardo Adan, Yolanda Pérez, Fidel Domenech y Lionel Soto. La conferencia comenzó el 22 de marzo de 1953.
Al concluir, Raúl fue invitado a visitar Rumanía y Hungría. En Bucarest, asistió a la reunión del Comité Internacional Preparatorio del IV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, siendo uno de los firmantes del documento de convocatoria. Terminado el periplo que incluyó un tránsito por Praga, viajó a Francia con el objetivo de regresar a Cuba.
Tenía reservado pasaje en el barco Ile de France, mas frustrada la salida por una huelga de portuarios, permaneció en París unas dos semanas, donde participó en un desfile proletario por el Primero de Mayo.
Después de sortear algunos obstáculos, junto a los jóvenes guatemaltecos Bernardo Lemus Mendoza y Ricardo Ramírez de León, viajó a Italia en tren, pasó un día en Génova y tomó el buque italiano Andrea Gritti rumbo a su tierra. La nave hizo varias escalas, una de ellas en Curazao, el día de su cumpleaños 22; también en La Guaira y Caracas donde marchó hasta la estatua del libertador Simón Bolívar para rendirle homenaje. El 6 de junio arribaba a la capital cubana.
El fructífero viaje a Europa y países de América Latina, enriqueció su bagaje intelectual y político. También hizo amistades, entre ellos, el joven soviético Nikolái Leónov, que ha durado hasta nuestros días.
Pero la llegada a Cuba fue complicada. A pesar de haber pasado los trámites de la aduana, cuando Raúl trataba de tomar un taxi, pudo percatarse de que sus compañeros guatemaltecos estaban en dificultades. Las autoridades tras un minucioso registro, encontraron publicaciones y documentos que consideraron peligrosos y retuvieron a los jóvenes. Guatemala estaba en el punto de mira de la reacción internacional, por el proceso nacionalista que desarrollaba Jacobo Arbenz.
Raúl regresó para ayudar a sus compañeros y las autoridades decidieron revisar su equipaje, hallando literatura y documentos calificados de subversivos, a él y a sus camaradas los enviaron al Buró de Investigaciones, donde fueron insultados y despojados de sus pertenencias.
Del buró los trasladaron al vivac, ubicado en la prisión del Castillo del Príncipe, acusados de poseer Propaganda Comunista. Le exigieron dinero a Raúl y al negarse, fue agredido físicamente. Uno de los atacantes trató de azotarlo con un vergajo, pero cual felino logró arrebatarlo de las manos al agresor y devolverle los golpes, esto ocasionó que otros se sumaran a la golpiza. No obstante su resistencia, resultó severamente castigado.
Compañeros del Partido Socialista Popular allí detenidos, le dieron ayuda, informaron lo sucedido y el incidente fue publicado en la prensa. Así, Fidel conoció la llegada de Raúl y se personó en la cárcel, lo que también hizo el dirigente de la juventud comunista Flavio Bravo. El 9 de junio, el periódico Hoy publicaba la noticia: “Detienen y golpean al estudiante Raúl Castro”.⁸
Ese día, Raúl y sus compañeros elaboraron un documento, en el cual pedían su libertad y autorizaban a Fidel Castro a representarlos. La embajada de Guatemala, logró la excarcelación de sus conciudadanos y Fidel consiguió la de Raúl. En aquellos días de reclusión, solicitó su ingreso en las filas de la Juventud Socialista y fue aceptado. Raúl comunicó esta decisión a Fidel, quien no tuvo objeción con la doble militancia del hermano.
En ese momento, Raúl era reconocido entre los dirigentes estudiantiles, su activa participación en las luchas universitarias (en especial contra del golpe de Estado); en la integración al movimiento revolucionario liderado por Fidel, lo que representaba ser parte de la nueva vanguardia del pueblo cubano; su ingreso a la Juventud Socialista, sin renunciar al patriótico compromiso de tomar parte en el inicio de la lucha armada con el asalto al cuartel Moncada, hablan de su maduración política e ideológica.
En julio de 1953, respondiendo a la prensa sobre el Congreso de Viena, Raúl expresó:
“Yo como delegado de la juventud cubana, expuse la situación terrible que confrontan los jóvenes de nuestro país, el estado caótico y la crisis económica en que nos vemos envueltos, agravados por el golpe militar de marzo al que solapadas manos de intereses extranjeros crearon y dieron forma. Posteriormente presenté el pliego de reivindicaciones aprobado por la asamblea plenaria del Congreso Martiano en Defensa de los Derechos de los Jóvenes Cubanos”.
Cinco días después, formaba parte de la hornada de jóvenes que intentó tomar el cielo por asalto, aquel amanecer del 26 de julio de 1953.
Referencias:
¹ Raúl Castro: periódico Granma, martes 22 de enero del 2002, p. 5.
² Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro: Guerrillero del Tiempo, Casa Editorial Abril, 2011, Tomo II, p. 238.
³ Ibídem: Ob. cit. Tomo II, p. 87.
4 Sección de Historia de las FAR: Moncada, antecedentes y preparativos. Colección revolucionaria, Editora Política, La Habana, 1980, tomo I, pp. 71-73.
5 Periódico Hoy, 14 de octubre de 1952, p. 1.
6 Odalys Sánchez: “Acciones de la juventud cubana en los preludios del Moncada. Año del centenario de José Martí”, p. 164.
7 Ibídem.
8 Periódico Hoy,
9 de junio de 1953. 9 Ibídem, 21 de julio de 1953.
Tomado de Revista Verde Olivo. Edición Especial, No.1, 2021
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