Emerge la solidaridad ante el desastre, mas no podía ser diferente. En la naturaleza de esta pequeña isla, la unidad es costumbre.

Mantenerla pone constantemente a prueba las fortalezas de nuestra nación; y cuando a algunos les parece que es el fin, los cubanos construimos la solución en el trabajo mancomunado, la solidaridad y participación del propio pueblo. Hoy la Cuba tantas veces cuestionada se va recuperando de los estragos causados por el huracán Ian.   

El apoyo llega también desde lejos, personas y organizaciones de todo el mundo han expresado su respaldo y ofrecido ayuda concreta. Una suerte de recibir lo que tantas veces hemos compartido: valores fundados por la obra revolucionaria que construimos como sociedad, pueblo y que son decisivos en circunstancias límites.

La dureza del momento es real. Sanar los destrozos de este fenómeno natural es tarea difícil y prolongada, pero ante los desastres que se nos suman lo que no puede faltarnos jamás es la sensibilidad ante el problema del otro, el empuje para hacer nuestra parte sin sentarnos a esperar.

“Estamos viviendo días difíciles pero también son días heroicos ―ha recalcado nuestro presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez en sus intercambios con trabajadores y brigadas de apoyo―. Trabajar y movilizar desde varios escenarios, en el ámbito laboral con celeridad para poder brindar facilidades a la comunidad y sus necesidades”.

El enemigo nos ataca con métodos disímiles, ya nos resulta normal. También saben que nos repondremos y que juntos seguiremos resistiendo. Frente a este panorama tan imprevisible que día a día vivimos, nos fortalece la unidad, cuya expresión multiplicada en millones asegura que ningún ciclón puede romperla y que en ella está la clave del triunfo.