«POR SIEMPRE EN LA MEMORIA, JOSÉ RAMÓN».

18 de Marzo de 2025

José Ramón Rodríguez.Foto:Periodico Digital JIT La actualidad del Deporte Cuban

 

 

José Ramón Rodríguez López, conocido como «Ramoncito», combatiente de la lucha clandestina, es el patriota insigne del municipio Plaza de la Revolución. Su vida y actuar revolucionario son una muestra de la vida juvenil clandestina en la década del 50 del pasado siglo.

 

Larga es la estera de valerosos jóvenes que abonaron con su sangre el suelo de la Patria. Forma parte de esa interminable lista el habanero José Ramón Rodríguez López, quien nació el 17 de agosto de 1937, en el céntrico municipio capitalino del Vedado. Sus padres fueron el Dr. José Ramón Rodríguez y Juana López Barrie, familia de clase media y de altos valores humanos.

 

Ramoncito, como todos le decían, creció rodeado por el afecto de familiares y amigos, quienes vieron en el muchacho desde temprana edad convincentes muestras de personalidad y firmeza de carácter, atributos que fueron desarrollándose con el cursar de los años.

 

Destacó siempre por su inteligencia y desenvolvimiento en las materias escolares. Se graduó con 16 años de bachiller en Ciencias y Letras, ingresando posteriormente a la facultad de Arquitectura en la Universidad de La Habana, carrera que abandonó para incorporarse enteramente a la lucha clandestina contra el régimen de Fulgencio Batista.

 

Era apasionado a los deportes, sobre todo al judo, disciplina en la que alcanzó la cinta negra, destacándose además en torneos de ajedrez, obteniendo también importantes premios.

 

Su fervor y carácter rebelde lo llevaron a crear y organizar la «Federación Estudiantil de Centros de Enseñanza Privada» (FECEP), teniendo la férrea convicción de que constituiría núcleo formador de conciencias revolucionarias para la nueva generación de cubanos. Esta organización aunaba cientos de miembros y llegó a realizar valiosas actividades en aras de la lucha por la liberación de la Patria.

 

A pesar de su juventud asumió altos compromisos dentro del movimiento que lo hicieron uno de los revolucionarios más perseguidos por la tiranía.

 

Creó la célula No 8 «de resistencia y sabotaje» del Movimiento 26 de Julio en La Habana, ocupando el cargo de capitán jefe. Preparaba a sus compañeros en la lucha, transmitiéndoles sus conocimientos de judo y defensa personal, con el fin de que pudieran enfrentar con éxito las reiteradas agresiones de la policía.

 

Siempre fue el primero en cumplimentar las acciones que el movimiento ordenara, dando el ejemplo con su temerario arrojo, como si no le temiera a nada. Sus compañeros, preocupados por su vida y en vista de que estaba fichado por Esteban Ventura Novo, le aconsejaron subir a la Sierra Maestra, a lo que respondió sin ninguna vacilación: «En este momento, mi deber está aquí en la ciudad, donde todavía no se ha creado la debida conciencia revolucionaria».

 

A escasos días de cumplir sus 20 años, el 7 de agosto de 1957, fue sorprendido por una patrulla en las inmediaciones de las calles 18 y 19 del Vedado. Después de poner fuera de combate a varios policías en medio de una lucha desigual, recibió un balazo en la espalda que no le impidió huir, pero una lesión que sufría en uno de sus meniscos le provocó una caída que permitió a los agentes dispararle a mansalva. A duras penas fue introducido en el carro patrulla.

 

Dos horas más tarde sus familiares y amigos lo lograron localizar en el Hospital de Emergencia, inconsciente, con un disparo en la nuca. Su fortaleza de espíritu lo mantuvo vivo durante cuatro días hasta que falleció el 11 de agosto. Los asesinos se rehusaron a entregar el cadáver a los familiares, por lo que lo condujeron directamente al necrocomio para irónicamente practicarle la autopsia. Ante la insistencia de familiares y amigos, finalmente entregaron el cuerpo.

 

El 12 de agosto de 1957 fue trasladado en hombros el féretro del joven revolucionario hasta el Cementerio de Colón. El ataúd fue cubierto con la bandera cubana y la del 26 de Julio. En su pecho colocaron la estrella de Comandante muerto en campaña. Las calles se llenaron de gritos que condenaban la feroz tiranía y que clamaban al unísono «Abajo Batista». Su sepultura estuvo acompañada por las notas de La Bayamesa en tanto una representación popular daba el último adiós al valeroso joven, enarbolando una vez más el adagio de que «morir por la Patria es vivir».

 

En la esquina de 18 y 19, donde cayera herido, ha sido colocada una tarja conmemorativa; así como en el parque El Carmelo, frente a la casa donde viviera y realizara las actividades conspirativas fue construido un pequeño obelisco en su nombre.

 

Fuente: Ecured.

 

Bibliografía:

 

«José Ramón Rodríguez López» [en línea], artículo tomado de Ecured, consultado el 11/02/2025 a las 2:27 pm, disponible en (https://www.ecured.cu/Jos%C3%A9_Ram%C3%B3n_Rodr%C3%ADguez_L%C3%B3pez).

Comentarios

En este sitio no se admiten comentarios que violen, incumplan o inciten a romper legislaciones cubanas vigentes o atenten y dañen el prestigio de alguna personalidad o institución, así como tampoco aquellos que contengan frases obsenas, groseras o vulgares. Verde Olivo se reserva el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas antes expuestas.

To prevent automated spam submissions leave this field empty.
CAPTCHA
Esta pregunta es para probar si usted es o no una persona real e impedir el envío automatizado de mensajes basura.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres que se muestran en la imágen.