Política y cultura se imbricaron para él en la voluntad de fundar un país.Su amplia y diversa obra creativa ilustran ideas, pensamientos y acciones en beneficio de la nueva Cuba en constante transformación. El maestro Alfredo Guevara (1925-2013), Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana, fue un cercano colaborador de nuestro líder histórico, Fidel Castro Ruz, desde la década del cincuenta del siglo pasado. Cada día debemos hacer memoria; de ningún modo sepultamos en el olvido, de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. El notable intelectual es un referente como luchador activo. Participó en las manifestaciones estudiantiles y en la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista, por lo que sufrió persecuciones y encarcelamientos.

¿Qué nos dice en el siglo 21 el legado de Alfredo Guevara? Jóvenes y consagrados creadores encuentran estímulos en la savia de su quehacer. Junto a otro virtuoso, Julio García-Espinosa y varios colaboradores, dirigió en 1955, la puesta El Mégano, antecedente de la nueva cinematografía cubana. La impulsó antes del surgimiento del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), del que fue fundador y presidente. Este organismo constituyó un foco central en la labor política y cultural pocos meses más tarde después del triunfo de nuestra Revolución en 1959.

Emociona a generaciones la pasión de su espíritu fundacional.Los registros de los empeños creativos de Alfredo Guevara nutrieronel Noticiero ICAIC Latinoamericano y el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Alentó ambos proyectos caracterizados por los fructíferos debates realizados en el Instituto.

Imaginativo, culto, sensible, desplegó actividades de notable impacto en la vida política y cultural de Cuba. Como presidente del ICAIC, creó la Cinemateca de Cuba, la revista Cine Cubano y lideró entre los principales promotores del grupo de la plástica que revolucionó el diseño del cartel cinematográfico.

La lucidez de sus palabras y visiones deben llegar a las mayorías. Imposible olvidar esta apreciación que compartió en diferentes espacios: «La cultura es la historia, es la memoria, la suma refinada de cuanto un pueblo ha construido con el talento y la brega de sus hombres y mujeres».

Urge seguir las huellas de aportes sustanciales al movimiento que tiempo después se denomina Nuevo Cine Latinoamericano.Crea y organiza su Festival y presidió el evento durante 34 ediciones. Integra como miembro de honor el Comité de Cineastas de América Latina y el Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

El seguimiento de su relevancia política propicia hoy pensar en profundidad sobre nosotros mismos. Sin duda, el fragor de su voluntad inspira. Reflexivo, analítico, reconoció: «Nada es más importante que la identidad cubana, nuestra cultura, nuestra personalidad diferenciada y propia, nuestra raíz, cimiento y escudo, la única fuerza, siempre en desarrollo, transformándose, siendo cada día otra, pero desde dentro, la que puede salvarnos y que nos salva, que nos permite ser, a todos y a cada uno. La que nos salvó de los otros, y nos salva de los que vienen».

Fue consciente de los peligros crecientes del fascismo, la violencia exacerbada, la banalidad y la colonización cultural. Llamó a mantener viva la creación, el compromiso del artista y la formación ideológica que siempre son imprescindibles durante el avance en todos los órdenes de Cuba libre y solidaria.

Sin duda, el maestro Alfredo Guevara nos habla en presente. Su diálogo tiene vigencia para todos los tiempos. Aprehenderlo es seguir creciendo. Escuchémoslo al pensar y al hacer plenos de su espíritu fundacional.