Los intentos armados contra el Palacio Presidencial
El sábado 22 de noviembre de 1917, el entonces presidente de la República de Cuba, Mario García Menocal y Deop, firmó el decreto presidencial 1891 mediante el cual disponía la entrega de las obras, aún inacabadas, del inmueble que se había estado construyendo para sede del gobierno de la provincia de La Habana en la calle Refugio para su conversión en Palacio Presidencial.
Probablemente, en ese momento ya presumía que la importancia perspectiva de dicho inmueble y la valía de sus futuros ocupantes podrían determinar algún eventual ataque de cualquier adversario. Por eso, entre las reformas constructivas ordenadas de inmediato estuvo la construcción de un cuarto nivel para la guarnición que debía proteger a la sede del Ejecutivo.
La vida le daría la razón.
13 de marzo de 1957. ¿El único asalto?
Muchos de nuestros compatriotas conocen, algunos con más detalles, de las acciones del 13 de marzo de 1957 y, como parte de ellas, el asalto al Palacio Presidencial. No pocos historiadores reconocen la audacia de sus protagonistas y lo que este hecho significó para la última etapa de las contiendas por nuestra definitiva soberanía.
Pero no fue la única tentativa armada contra la instalación que acogía la presidencia del país. Lo que no muchos conocen es que fueron varios los intentos en sus 45 años como recinto del Ejecutivo. Algunos quedaron solo en la fase de planificación, pero otros sí llegaron a concretarse.
Tan temprano como en 1923, el líder revolucionario Rubén Martínez Villena concibió un plan cuya idea era el bombardeo de los objetivos militares de La Habana, el asalto y ocupación del Palacio Presidencial y de otros edificios públicos, para dar al traste con el Gobierno de Alfredo Zayas. Rubén estaba integrando por aquellos años al Movimiento de Veteranos y Patriotas. La acción concebía a Estados Unidos como punto de partida y debía desarrollarse con aeronaves de esa nacionalidad. Se afirma que la intención fue conocida por los Servicios de Inteligencia Estadounidenses y Martínez Villena detenido.
Unos años más tarde, en 1930, un plan para ajusticiar al dictador Gerardo Machado es ideado por elementos opositores. Su esencia era introducir hasta el patio del Palacio, tal como era habitual en aquel contexto, un camión de recogida de basuras en el que estarían instaladas bombas que, al ser registrado el vehículo, debían explotar. Este logró penetrar hasta dicho patio y los supuestos operarios se alejaron alegando que iban a tomar café. Al notar la extraña conducta, los soldados y policías llamaron a expertos en explosivos, quienes detectaron los artefactos dinamiteros.
De nuevo Machado y la edificación fueron objeto de interés. Así, el 23 de febrero de 1931 el soldado Camilo Valdés, destacado en la guarnición de Palacio, colocó una bomba en las instalaciones de la azotea del edificio, para acabar con la vida del tirano. La explosión, ocurrida en horas tempranas del día, destrozó el cielo raso de algunas de las habitaciones de la residencia presidencial en el tercer piso y Machado, sorprendido en el baño, pudo escapar con vida.
Grau San Martín, Prío y Batista, siempre Batista
El Gobierno de los Cien Días generó turbulencias de todo tipo. Tuvo enemigos de variadas tendencias políticas. Entre otros, los oficiales depuestos por el movimiento del 4 de septiembre que llegó a encabezar oportunistamente Fulgencio Batista no le dieron tregua. De tal manera, el 8 de noviembre de 1933 tres aviones volaron hacia Palacio. Ramón Grau San Martín, quien presidía aquella administración, subió a la azotea y alistó a los soldados con la ametralladora allí ubicada. Cuando aparecieron dichos aviones fueron recibidos con fuego cerrado. Una de las aeronaves se retiró, la otra pasó ante Palacio y la fortaleza de La Cabaña. Uno de los pilotos arrojó las bombas sin quitarles el seguro, como muestra de su inexperiencia. No pudieron acercarse al edificio.
Ese día, unas horas más tarde, también ocurrió otra intentona. Centenares de hombres, algunas fuentes plantean 1 500 y hasta 2 500, partidarios de la oficialidad desplazada por el ya citado movimiento del 4 de septiembre, miembros del ABC y de otras facciones, atacaron el recinto. Tenían la intención de tomarlo, apoderarse del Presidente y de su equipo ministerial. Marcharon desde la Estación Central de Policía, actualmente sede del edificio administrativo del Museo Nacional de Bellas Artes. Llegaron hasta el antiguo parque Zayas, donde hoy se ubica el Memorial Granma. Grau San Martín y la guarnición estaban impuestos del plan. Los dejaron acercarse. Los atacantes dispararon con ametralladoras, rifles y pistolas, sin resistencia en los primeros momentos. Ya en las inmediaciones del Palacio los defensores del edificio abrieron fuego y les causaron, según afirmaron testigos, más de doscientas bajas.
Pasarían entonces varios mandatos presidenciales. En 1944 Grau asume nuevamente la presidencia, esta vez como resultado de elecciones, pero sus antiguos enemigos no dejaron de serlo. Según afirma Mongo Grau, sobrino del Presidente, la noche del 28 de diciembre de ese año, en un contexto de serias divergencias con su tío, desde La Cabaña, el general Francisco Tabernilla, jefe de ese puesto militar, «[…] Apuntó los cañones de tanques y artillería pesada al Palacio Presidencial […] A medianoche el sentido común prevaleció. Tabernilla renunció a su mando […]».
Unos meses más tarde, en marzo de 1945 fue descubierto un nuevo plan, en esta ocasión encabezado por el general José Eleuterio Pedraza. Pretendía matar al recién nombrado jefe del Ejército general Genovevo Pérez Dámera. Un oficial iría al Palacio para «informar» a Grau de lo sucedido y allí darle muerte. Se asignarían supervisores militares a cada ministerio, se disolvería el Congreso y se reajustarían los mandos castrenses. La idea fue descartada.
El 25 de noviembre de 1945 la revista Bohemia publicó un trabajo según el cual, el 18 de ese mes debió haberse perpetrado un golpe de Estado. Pedraza, cúmbila de Batista, era otra vez el protagonista. El plan concebía la eliminación de Grau durante una conmemoración en La Cabaña. Luego los complotados a las órdenes de Pedraza tomarían el Palacio Presidencial junto a otros puntos estratégicos.
Otro proyecto se fraguó poco más de un año después. El 9 de enero de 1947 el periódico Noticias de Hoy reveló un plan mediante el cual sería asesinado Grau y colocado en su lugar el vicepresidente Raúl de Cárdenas. Entre las acciones concebidas se hallaba el bombardeo del Palacio Presidencial por seis aviones militares procedentes de Miami.
Por otra parte, el golpe perpetrado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 es bastante conocido. Pero lo que apenas ha trascendido es que en las primeras horas del día se produjo una escaramuza entre la guarnición del Palacio y una patrulla de la Policía, que actuaba cumpliendo instrucciones de Batista acerca de verificar la eventual rendición de los mandos militares en el edificio. Como resultado del encuentro se produjo la muerte de dos miembros de cada grupo.
Ya instalado Batista en el poder es de suponer que sus opositores concibieran acciones armadas en su contra. Con amplia cobertura de prensa se anunció que el 4 de agosto de 1955 un importante alijo de armas, supuestamente destinadas para un ataque contra el Palacio Presidencial, había sido ocupado en Santa Marta y Lindero, La Habana. El plan fue concebido por Menelao Mora. Los complotados contaban con planos de Palacio, obtenidos a través de un periodista de la oficina de prensa del Ejecutivo.
Apenas casi tres meses después, los diarios de la época anunciaron que el 2 de noviembre de 1955 había sido arrestado Víctor Enrique Guelmes del Sol, un exsargento del Ejército, quien fue acusado de comandar a un grupo que pretendían el emplazamiento de un mortero dirigido contra el Palacio Presidencial en una vivienda sita en Empedrado No. 415, apenas a unas cuadras del principal edificio del país.
El 5 de septiembre de 1957 se desencadenaron los sucesos que dejaron como resultado la toma, durante unas horas, de la ciudad de Cienfuegos por las fuerzas revolucionarias. Como parte del plan que involucraba a miembros del Movimiento 26 de Julio y oficiales de la Marina de Guerra opuestos al régimen, fue concebido el bombardeo del Palacio Presidencial y del Estado Mayor de la Marina de Guerra por buques surtos en la rada habanera.
A última hora, aspectos organizativos y la ambivalencia de ciertos complotados echaron por tierra esta idea. Las acciones se limitaron a Cienfuegos, ciudad que fue testigo del heroico levantamiento durante varias horas.
Contra Fidel y el pueblo
El triunfo de enero de 1959 determinó beneficios de todo tipo para el pueblo cubano. Implicó, también, una progresiva agresividad en la medida que el joven proceso se fue radicalizando.
En tanto, el edificio de Refugio no. 1 siguió manteniendo sus funciones como Palacio Presidencial. Hacia allí fijaron su atención quienes se oponían a la Revolución, concibiéndolo como escenario de un magnicidio que la cercenara.
Rogelio González Corso, cabecilla de la organización terrorista Movimiento de Recuperación Revolucionaria y agente de la CIA, el 9 de abril de 1961, organizó un plan de asesinato contra Fidel, durante un acto que debía realizase en esta fecha frente al Palacio en conmemoración del aniversario de la Huelga del 9 de abril de 1958. Dicho plan fue desarticulado por los Órganos de la Seguridad del Estado.
Los intentos prosiguieron. El 4 de octubre de 1961 fue escogido nuevamente para atentar contra la vida de Fidel el Palacio Presidencial. Debía aprovecharse un acto convocado en la explanada norte de la edificación para recibir al presidente Osvaldo Dorticós a su regreso de un viaje a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Los complotados habían alquilado un apartamento del edificio no. 29 de la Avenida de las Misiones, a unos metros del sitio y ya habían introducido las armas en el local. La Seguridad cubana logró desmantelar el Plan Liborio, mediante el cual se debía, además, disparar contra la multitud presente. A propósito de la detención de una contrarrevolucionaria que cumplía una de las partes de dicho plan, se produjo la estampida de todos los implicados, incluido Antonio Veciana líder del grupo, quien huyó rumbo a Estados Unidos. Juan M. Izquierdo, uno de los lugartenientes de Veciana declararía: «[…] El atentado a Fidel en Palacio era la acción principal […]». Pero nada de esto ocurrió.
El tiempo continuó su paso. La Revolución Cubana se consolidó. El Palacio Presidencial se convirtió en Museo de la Revolución. Sus paredes y espacios dejaron de ser escenarios de asaltos, concretados o no. Por las puertas del edificio entran hoy pioneros que tendrán en la historia sus armas.
Nota:
Trabajo publicado en el revista Verde Olivo No. 6 de 2019, pp. 49-51.
Comentarios
En este sitio no se admiten comentarios que violen, incumplan o inciten a romper legislaciones cubanas vigentes o atenten y dañen el prestigio de alguna personalidad o institución, así como tampoco aquellos que contengan frases obsenas, groseras o vulgares. Verde Olivo se reserva el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas antes expuestas.