El gozo de ver nuestro cine
Seducen el séptimo arte y el legado del relevante artista cubano de trascendencia universal, Tomás Gutiérrez Alea, Titón, un lúcido ensayista, guionista y director, siempre empeñado en activar las inteligencias reflexivas de los públicos desde edades tempranas.
Vivirlo con intensidad en la sala oscura o ante las pantallas móviles que por toda Cuba lo llevan a comunidades y lugares recónditos de la geografía nacional, suele conquistar múltiples emociones. La invitación de ir al cine se escucha frecuentemente durante este verano. También podríamos concordar que el cine va al encuentro de espectadores interesados en el conocimiento de realidades-otras.El notable cineasta Tomás Gutiérrez Alea, Titón, (1928-1996) defendió esta idea con pasiones intensas al liderarmúltiples batallas. Quizás poco se recuerda;antes de la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) el 24 de marzo de 1959, ya él, que procedía del grupo Cineperiódico, filmó ese año el documental Esta tierra nuestra protagonizado por campesinos. Junto a La vivienda (1959) de otro maestro cineasta, Julio García Espinosa, ambas obras iniciaron una cinematografía inspirada en el fiel compromiso con la historia y el acontecer social.
Al volver a un legado imperecedero redescubrimos su capacidad para contar historias significativas. Comunicó razonamientos sin didactismo; que nos enseñaron a conocernos y reconocernos. De esto dan fe piezas clásicas de su autoría,Memorias del subdesarrollo, La última cena, Los sobrevivientes, Una pelea cubana contra los demonios, Las doce sillas, La muerte de un burócrata, Fresa y chocolate. Su magisterio artístico caracterizó el cine de autor en espiral ascendente. Ese registro sin el orden de fechas o contenidos moviliza en la memoria un detalle fundamental de su personalidad, la sinceridad. Hombre culto interesado en el mejoramiento humano siguiódirectrices robustecidas por una certeza; la defensa de un pensamiento propio rico en ideas.Investigó en profundidad temáticas, personajes, contextos, atmósferas, antes de recrearlos en la pantalla grande.
Testimonios de notable valor han dejado constancia de su provechoso quehacer creativo. Para la primera actriz Mirtha Ibarra, su compañera en la vida, y protagonista de filmes dirigidos por Titón, rasgos que lo defines entre muchos, son la entrega total a la patria y al arte.«Sabía relatar hechos y circunstancias centrados en el ser humano. Una noticia en el periódico o tener oídos atentos a la calle lo motivaban.Esa preparación creciente le permitió escribir relatos verosímiles, auténticos, verdaderos».
El cine de Tomás Gutiérrez Alea, Titón, es parlante. Habla un lenguaje diáfano, sencillo, capaz de provocar actitudes críticas y reflexivas en las personas. Veló porque lo expresado en bocadillos, gestos de actores y actrices, escenografías y músicas conservaran el misterio de lo imperecedero. Sus películas no envejecen; dicen algo nuevo en diferentes épocas y países. Ese estado vivencial definitivo llena el gozo de ver nuestro cine mediante espectáculos artísticos concebido por un revolucionario en la más amplia acepción del concepto. Cubanísimo y universal, así es, en presente, el maestro cineasta de lucidez infinita. Lo seguirá siendo. Hay que estudiarlo cada día para comprenderlo mejor.
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