Informar a los cubanos sobre el desarrollo de la guerra, fue el primer objetivo que avizoró Carlos Manuel de Céspedes con la fundación de un periódico, cuando aún soñaba con la independencia de Cuba días previos al 10 de octubre de 1868.

Por ello no dudó en cumplir su anhelo pocos días después del alzamiento en La Demajagua, cuando entró a Bayamo y observó cómo se repartía el medio colonialista La Regeneración.

Entonces, según narra el investigador Juan Marrero en su libro Dos siglos del periodismo en Cuba, durante el combate en esta urbe oriental, en la imprenta y redacción de la publicación “[…] se desarrollaba una escena interesante… Allí, afanoso, el laureado y dulce poeta José Joaquín Palma distribuía trabajos a los cajistas que nerviosos y entusiastas recibían las cuartillas y preparaban el material para la prensa, que poco después lanzaba impresas las primeras hojas de El Cubano Libre”.

Cuenta además este investigador que cuando el naciente periódico estuvo en las calles, le era arrebatado a los distribuidores y leído con interés, por y para quienes veían en los hombres sublevados, su esperanza de emancipación.

En él, lo primero que encontraron bajo el título Orden del Día, fue un documento firmado por Céspedes como general del Ejército Libertador en el que brindaba al pueblo el compromiso de velar por su tranquilidad y respetar las propiedades. También podían leerse detalles sobre los primeros hechos de armas y en su sección poética, las dos primeras estrofas de La Bayamesa (hoy Himno Nacional). 

Señala el periodista que a partir de entonces y durante casi tres meses, El Cubano Libre divulgó a diario, editoriales, artículos de fondo, noticias de la guerra, disposiciones oficiales, gacetillas y la sección literaria.

Sin embargo, tras el incendio de la ciudad cuna de la nacionalidad cubana, este rotativo estuvo seis meses sin publicarse hasta el 4 de julio de 1869, que reapareció en territorio camagüeyano con la siguiente nota: “Como un atleta que se retira hacia atrás para dar el salto con mayor impulso, El Cubano Libre desapareció de la escena periodística para reaparecer, hoy, más lleno de vida que nunca…”.

A partir de entonces, según se afirma en Dos siglos del periodismo…, el medio se identificó como órgano de la República de Cuba y resaltó en sus páginas aspectos relacionados con la Constitución de Guáimaro, promulgada el 10 de abril de 1869.

Dos años después, como consecuencia de la destrucción de sus instalaciones y equipamiento por parte de una patrulla colonialista, el periódico dejó de imprimirse. Sin embargo, cuanto en él fue publicado era tomado en cuenta como referencia indispensable. Cuentan incluso que Céspedes siempre llevaba consigo una colección privada.

Crónicas mambisas

Tras el inicio de la Guerra Necesaria, fue el general Antonio Maceo quien se impuso la tarea de rescatar el órgano de prensa revolucionario. Para ello, el profesor Marrero afirma que “ordenó la captura de una imprenta existente en unos almacenes de Nipe, en Mayarí, y puesta en la llamada Cueva de Cayo Rey (denominada posteriormente Sao Corona), en las estribaciones de la Sierra de Nipe”.

Desde el 3 de agosto de 1895 hasta 1898, se mantuvo esta nueva aparición del cuerpo de ejército compuesto por doce columnas, como lo consideraba el Titán de Bronce, quien avalaba además, la fuerza y valía con que estas líneas defendían la causa independentista cubana.

Asegura el investigador que las 100 ediciones publicada esta vez, estuvieron bajo la dirección de Mariano Corona Ferrer y en ellas escribieron patriotas como Federico Pérez Carbó, José Miró Argenter y el doctor Joaquín Castillo Duany, quienes informaron de forma certera sobre las victorias y reveses de los mambises, las ideas martianas, la futura organización del país, la necesidad de integrarse todos a la lucha, la confianza en los logros de los independentistas, la ayuda de los emigrados, las expediciones y armas imprescindibles para la lucha en la manigua, entre otros aspectos.

Impulso en la serranía     

Más de medio siglo pasó antes de que se volviera a imprimir en un cabezal: El Cubano Libre.  Esta vez, el periódico fue retomado por el comandante Ernesto Guevara de la Serna entre 1957 y 1958, justo en la Sierra Maestra, durante la lucha guerrillera contra la dictadura de Batista y por la liberación nacional.

El expedicionario del Granma René Rodríguez, según aparece en Dos siglos de periodismo en Cuba, fue a quien el Che le encargó enviarle una máquina de escribir, un mimeógrafo, stencils, correctores de stencils y miles de hojas de papel hasta El Hombrito, donde el guerrillero argentino se encontraba.

Allí, durante su periodo de recuperación tras una herida en una pierna, retomó, según sus palabras, “el periódico que editaban los mambises”. Afirma Marrero que el primer número distribuido no tenía fecha y podía leerse en la primera página: “De nuevo en la manigua redentora, Órgano del Ejército Revolucionario. Sierra Maestra. Nueva Era”.

Además, en el artículo “Un nombre glorioso”, expresa este rebelde: “Con la sangre imperecedera de nuestros mambises conquistó Cuba su independencia, con la sangre entusiasta de su pueblo se apresta ahora a dejar este estado caótico y ser una nación libre, independiente y soberana.

“Por eso cuadra una vez más el nombre elegido y desde la manigua redentora se oye que llama a vencer o morir: El Cubano Libre”.

Constantemente, el Che motivó a su líder, el Comandante en Jefe Fidel Castro, para que cooperara con artículos y medios materiales que perfeccionaran y enaltecieran el periódico. Además, lo informaba sobre quiénes sería los autores de los próximos trabajos y los temas que analizarían.

Ejemplo de ello es el siguiente fragmento de una carta publicada en Dos siglos de periodismo en Cuba: “El editorial del segundo número fue sobre la quema de caña. Colaboraron Noda, en la Reforma Agraria; Quiala, en la Redacción frente al Crimen; el médico, en la Realidad del Campesino Cubano, Ramiro, en las K, y yo, en la explicación del nombre, el editorial y Sin Bala en el Directo.

“La indicación de los temas los di yo. Se necesita urgentemente todas las noticias de acciones, crímenes, ascensos, etc., y comunicación regular para lo que se puede crear un cuerpo especial.

“Manda el artículo contra recibo, te advierto que esto es un diario serio…nuestros amigos están pidiéndolo para distribuirlo en la zona”.

Misivas como estas fueron frecuentes entre los dos jefes, en ellas el comandante Guevara siempre preponderó la importancia de distribuir el rotativo por toda la Isla, para informar sobre las operaciones que se realizaban por la independencia de Cuba en la serranía y el llano, resaltando en ellas la veracidad de los datos, las fechas y el nombre de los implicados.

Los números 5 y 6 de la publicación fueron realizados en La Plata, y en ellos publicados los informes que Fidel trasmitía por Radio Rebelde sobre los combates. Además, se incorporó al dibujante y caricaturista Santiago Armada (Chago), quien ayudó a confeccionar los mapas y planos que complementaban los trabajos y permitían entender mejor las acciones guerrilleras. También incluyó en las páginas informativas varias caricaturas, como la realizada al Che.

Este difusor de la lucha del Ejército Rebelde, contribuyó a mantener la confianza en la continuidad de las gestas independentistas culminadas con el triunfo revolucionario.