El bloqueo es una política fallida, reconocido el 17 de diciembre de 2014

17 de Diciembre de 2025

El 17 de diciembre de 2014 fue anunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz y Barack Obama, la decisión de Cuba y Estados Unidos de restablecer relaciones diplomáticas. Foto: Granma.

 

El 17 de diciembre de 2014 quedó inscrito como una fecha importante en las relaciones Cuba y Estados Unidos. Los anuncios simultáneos de los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama, desde La Habana y Washington, respectivamente, comunicaron la decisión de restablecer relaciones diplomáticas tras más de cinco décadas de ruptura.

 

El acuerdo, sellado tras 18 meses de negociaciones secretas facilitadas por el Papa Francisco y Canadá, fue una victoria para Cuba. Su contenido inmediato incluyó el compromiso de abrir embajadas —materializado el 20 de julio de 2015— y un intercambio de prisioneros que permitió el regreso a la isla de Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, los tres últimos miembros del grupo conocido como los Cinco que permanecían encarcelados en Estados Unidos. La liberación de estos hombres fue una condición sine qua non para Cuba, demostrando que cualquier avance diplomático debía pasar por el reconocimiento de sus principales reclamos de justicia.

 

Desde una perspectiva histórica, el anuncio constituyó la admisión más explícita hasta entonces del fracaso de una política de hostilidad prolongada. El propio presidente Obama declaró que la política anticubana mantenida por once administraciones a lo largo de 50 años «no conviene a los intereses de Estados Unidos ni del pueblo cubano». Esta evaluación coincidía con una realidad palpable: el esfuerzo por aislar a Cuba había terminado por aislar a Estados Unidos, generando un repudio casi unánime en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y un distanciamiento de sus vecinos en América Latina y el Caribe.

 

El proceso negociador se desarrolló bajo la firme posición cubana de ser tratada como un país soberano e independiente, sobre la base del respeto mutuo y la igualdad. Lo más importante en este sentido, Cuba no renunció a ninguno de sus principios, y estuvo abierto a sostener debates sobre cualquier tema como democracia y derechos humanos, siempre que fuera recíproco.

 

El anuncio del 17 de diciembre fue el inicio de un camino espinoso hacia una normalización que, según se aclaró, distaba de estar completa. Cuba estableció una clara agenda de los problemas pendientes para una relación verdaderamente normal: el levantamiento total del bloqueo económico, comercial y financiero; la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo; el cese de las transmisiones radiales y televisivas subversivas y del financiamiento a grupos internos; y la eliminación de políticas migratorias preferenciales como la Ley de Ajuste Cubano.

 

La administración Obama, si bien tomó medidas ejecutivas limitadas para flexibilizar el bloqueo, no pudo —o no quiso— desmantelar su núcleo legal, el cual permaneció intacto y siguió siendo identificado como «el obstáculo principal para el desarrollo de la economía cubana».

 

Así, el anuncio del 17 de diciembre de 2014 trascendió lo meramente diplomático. Fue un punto de inflexión que certificó la inviabilidad de una política de fuerza y coerción contra un proyecto nacional soberano. La historia registra ese día no como el fin del conflicto, sino como el momento en que la potencia se vio obligada a sentarse a negociar con el vecino pequeño en un plano de igualdad formal, reconociendo implícitamente la fortaleza de su resistencia y la validez de su lugar en el mundo.

 

La normalización plena sigue siendo una tarea pendiente, pero el camino se abrió precisamente cuando se admitió que el antiguo camino del bloqueo y la subversión había llegado a un callejón sin salida.

 

Referencias

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