De su apasionado legado se nutre la revista Verde Olivo para transfigurar en sus páginas la obra de nuestra más autóctona flor. Un acercamiento que, aunque inconcluso en sesenta y cuatro páginas, deviene homenaje profundo para la mujer humanista que fue Celia Sánchez Manduley.

Al evocarla en esta edición especial, dedicada al aniversario cien de su natalicio, recordamos a la Norma clandestina; también a Aly, Carmen, Liliana y Caridad sus otros seudónimos de lucha, rememoramos a la combatiente de la Sierra Maestra, a la primera mujer incorporada al Ejército Rebelde; la incansable colaboradora de Fidel Castro; aquella revolucionaria cabal que hizo de la sencillez, la modestia y la consagración al trabajo, un monumento a la dignidad y el honor de la mujer cubana.

Es así como este ejemplar de Verde Olivo devela no solo la intrepidez que demostró desde niña, sino también las proezas libertarias del Movimiento 26 de Julio y las experiencias combativas adquiridas durante las batallas; vivencias que contribuyeron a moldear su carácter, manifestado siempre a través de esa ternura que recuerda el pueblo y que tanto la ennobleció.

Pero imposible que nuestros lectores no revivan a través de estas páginas uno, de entre sus tantos méritos personales: la lealtad a Fidel y la Revolución, actitud que resultó proverbial hasta su último aliento. Por tantos valores humanos, sensibilidad, sentido del deber y de la solidaridad, se adentró en el corazón del pueblo cubano que la recuerda con el cariño y la admiración que supo ganarse a su paso por la vida.    

Inspiración esta vez para la revista, la Celia que junto a su padre ascendió al Pico Turquino para elevar a lo más alto la imagen de Apóstol, la irradiadora de auténtica cubanía, la mujer que supo resguardar y luego enriquecer el patrimonio histórico y cultural de la nación, cuya estética quedó evidenciada en sitios emblemáticos como la Comandancia General de la Plata, el parque Lenin, la casa de los Cosmonautas, el Palacio de las Convenciones…