Así era el Che
Los revolucionarios cubanos, hoy más que nunca, estamos convencidos de la necesidad de continuar profundizando en el pensamiento ético de Ernesto Guevara de la Serna, Che; y de esta manera seguir creando y reforzando valores tan cardinales como solidaridad, patriotismo, altruismo, internacionalismo, justicia, heroísmo, intolerancia ante la dominación extranjera y la intransigencia revolucionaria.
Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó: «Las virtudes y los valores se trasmiten, se crean, se inculcan. Nadie nace con espíritu de generosidad, con amor a la verdad, al prójimo, hay que sembrarlos; esa es una de las razones por las cuales consideramos a la educación como pilar fundamental».1
A tono con lo planteado por Fidel, es necesario extraer de la vida y obra del Che, como paradigma ético, los ejemplos evidentes donde se manifiestan valores y así contribuir a consolidar éstos, sobre todo, en las nuevas generaciones.
El manantial de nuestra historia se desborda de savia, debemos beber constantemente en ella. Contamos con infinidad de figuras emblemáticas; mostrarles a nuestros jóvenes quienes fueron estas personalidades históricas, cómo pensaron, cómo vivieron, qué valores humanos poseían y cómo trasmitirlos a las nuevas y futuras generaciones es una tarea priorizada para la enseñanza de la historia.
Los jóvenes necesitan representarse los hechos, las acciones de los personajes, imaginarse lo más fielmente posible cómo eran, para que perciban que fueron personas de carne y hueso, con sus sentimientos, virtudes y defectos.
El novelista, poeta y dramaturgo español Miguel de Cervantes Saavedra dejó muy bien definido el papel del historiador al afirmar:«El poeta puede contar las cosas no como fueron, sino como debían ser, y el historiador las ha de escribir no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna».
A continuación, vamos a reproducir anécdotas, testimonios, pasajes de la vida y algunos fragmentos de intervenciones del Che en conferencias de prensa y discursos, que constituyen ejemplos evidentes de su diáfana actitud ante la vida.
El 9 de agosto de 1961, en una conferencia de prensa en Montevideo, Uruguay, un periodista de la Associated Press le preguntó:«¿Cómo vive usted, ¿qué come usted, si usted bebe, si usted fuma […]?
—Yo trabajo quizás 16; quizás 18 horas diarias. Duermo seis horas, cuando puedo dormirlas, si no duermo menos. No tomo y sí fumo. No voy a ninguna diversión, de ninguna clase, y soy un convencido de que tengo una misión que cumplir en el mundo, y que en aras de esa misión tengo que sacrificar el hogar, tengo que sacrificar todos los placeres de la vida diaria de cualquier sujeto, tengo que sacrificar mi seguridad personal, y quizás tenga que sacrificar mi vida. Pero es un compromiso que he adquirido con el pueblo y que pienso, sinceramente, que no me puedo desligar de él ya hasta el fin de mi vida».2
En un discurso a los miembros del Departamento de Seguridad del Estado el 18 de agosto de 1962 planteó:
«Contrarrevolucionario es todo aquel que contraviene la moral revolucionaria, no se olviden de eso. Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la Revolución, pero también es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue los carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no lo ostenta, pero lo tiene. Ese es un contrarrevolucionario, a ese si hay que denunciarlo enseguida, y que utiliza sus influencias buenas o malas para su provecho personal o de sus amistades, ese es contrarrevolucionario. […] El oportunismo es un enemigo de la Revolución y florece en todos los lugares donde no hay control popular, por eso es que es tan importante controlarlo en los cuerpos de seguridad».3
Al tomar el Che posesión de su cargo de presidente del Banco Nacional de Cuba, firmó el documento de juramento con un inconfundible Che. Esto originó algunos rumores en voz baja, pero él se percató y preguntó:«¿Qué ocurre?»LuisBuch, quien fungía como secretario del Consejo de Ministros le explicó que lo correcto era firmar con su nombre. El Che respondió: «Cada cual firma como quiere».
En una entrevista realizada por Luis Báez a José Pardo Llada ― destacado comentarista radial de los años 50 del pasado siglo, pero catalogado como oportunista y seudorrevolucionario, quien abandonó el país en marzo de 1961―dijo sobre el Che lo siguiente:
«Lo vi por última vez cuando acudí al Banco Nacional a buscar el dinero para el supuesto viaje periodístico que iba a realizar. Me autorizó una cantidad muy pequeña de dólares. Jamás olvidaré que al despedirme me dijo: “Pardito, tengo la impresión de que vas a levantar vuelo”.Aquello me dejó frío».
Osvaldo Dorticós Torrado fue un abogado, político y revolucionario cubano. En julio de 1959, al producirse la renuncia de Manuel Urrutia, fue designado presidente de la República de Cuba. Durante aquellos primeros años del proceso revolucionario, como presidente le impartió instrucciones al jefe de la Casa Militar del Palacio Presidencial para que les exigiera a los militares que concurrieran a las recepciones que lo hicieran en traje de gala. Se partía del principio de que Fidel así lo hacía y por tanto los demás también debían hacerlo. En la recepción por el triunfo de la Revolución, en 1962, al llegar el Che, el jefe de la Casa Militar le comunicó lo indicado por Dorticós. El Che le preguntó:«¿De verdad que te dijo eso el doctor?» El oficial respondió: «Precisamente, me lo dijo ayer». Sonriendo, el Che le contestó: «Eso es una broma del doctor. Tú sabes que a él le gustan mucho las bromas». Sin dar tiempo a nada entró a la recepción. El jefe de la Casa Militar se quedó parado, sin saber que hacer. Al día siguiente el presidente le preguntó si se había producido alguna situación anormal. Al explicarle lo ocurrido con el Che, Dorticós se excusó: «Dispense, se me olvidó decirle que el Che no estaba incluido en esa disposición».4
Juan Pérez Roca fue uno de los hombres que a mediados del año 1958 se integró a la tropa del Che. Sobre sus vivencias y el sentido del humor de este jefe guerrillero narra dos anécdotas relacionadas con el tabaco:
«Estando en Gavilanes yo tenía unos deseos inmensos de fumar y no había ninguno por todo aquello. Iba caminando por el campamento y veo al Che durmiendo y debajo de su hamaca un mocho de tabaco. Hice así, me acerqué silencioso, me agaché, lo cogí y me alejé de allí y luego me lo fumé.
»A varios meses del triunfo de la Revolución fui con Ramiro Valdés y otros compañeros a la oficina del Che, él nos recibió muy contento, abrió una caja de tabacos y les brindó a todos menos a mí. Entonces le dije: “comandante, parece que usted cree que yo tengo la boca cuadrada”.
»Me miró y contestó: “Fúmese el mocho que me llevó en el Escambray”.
»En otra ocasión un compañero mío del partido que había bajado al llano me trajo cinco tabacos y los metí en los bolsillos de mi camisa. El Che los vio y me dijo: “Pérez, regálame un tabaco”. Al instante le respondí: “Ni loco, para que usted diga que soy un guataca”. Y él me respondió: “Cómo le voy a decir guataca si vos me obsequia un tabaquito”. Entonces, como tenía cuatro de repuesto le di un par. Los cogió y con su ironía característica me ripostó: “Bueno, a decir verdad, como le pedí uno y me dio dos, vos no sos más que un guataca”».5
Otra muestra del sentido del humor del Che es cuando le escribe a su madre el 21 de octubre de 1953 y le comentaba su segundo viaje por Sudamérica en compañía de su amigo Carlos Ferrer, Calica. Aquí le comunica a Celia la venta de un traje que ella le había regalado: «Tu traje, tu obra maestra, la perla de tus sueños, murió heroicamente en una compraventa».6
Este era el Che de carne y hueso. Así pensaba y actuaba. Sigamos su ejemplo.
Referencias:
- Castro, Fidel: Encuentro con los estudiantes de los Estados Unidos. Periódico Granma, 22 de enero de 2004, pp. 8.
- Guevara, Ernesto: Escritos y discursos. Conferencia de prensa en Montevideo, Uruguay, 9 de agosto de 1962,pp. 87
- Ibídem, pp. 197
- Luis M. Buch y Reinaldo Suarez: Otros pasos del gobierno revolucionario. Editorial de Ciencias Sociales, pp. 150-151.
- José Antonio Fulgueiras: Cerca del Che, pp. 142-143.
- Carlos Jesús Delgado Díaz: Diccionario Temático, Ernesto Che Guevara, pp. 65.
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