El turbio conjuro de la “no violencia”

29 de Junio de 2021

Por estos días hemos sido testigos los cubanos de un intento, promovido y financiado desde Estados Unidos, por promover en la Isla –con la complicidad de los cipayos de siempre– acciones de Guerra No Convencional que cimienten las bases para el colapso de la Revolución.

 

Como suele ocurrir en este esquema subversivo, inmediatamente medios de prensa al servicio de esos intereses, por demás actores de reparto” en la farsa, han tratado de presentar las oportunas denuncias de las autoridades y la inmensa mayoría del pueblo de Cuba, como muestra de una infundada “obsesión antinorteamericana”.

 

Del guion y su mentor

 

Tamaña felonía está fuera de toda lógica, pues sabemos “los agradecidos” que este accionar se sustenta en un plan ¡sí un plan!  bien orquestado para dar al traste con la Revolución Cubana, aplicado y comprobado de antemano en otros escenarios y que bien sabemos se apoya en pilares como el boicot económico, la manipulación informativa y las protestas de calle.

 

Este llamado “golpe blando” o “golpe suave”, que no es otra cosaque la traducción al “civil” de lo que los manuales del Ejército de los EE. UU. denominan acciones de Guerra No Convencional, se sustenta en una pseudo-teoría, revisionista y distante “mil años-luz” de las concepciones clásicas y probadamente científicas sobre la lucha de clases y los conflictos sociales que procura erigirse, desde hace más de tres décadas, en una pretendida estrategia global de acción “no violenta” para provocar cambios de gobierno.

 

Con la evidente intención de arropar con un enfoque conceptual y un contenido “académico” su visión forzada de la realidad, la mayoría de sus enfoques fuerzan un lenguaje y puntos de vista propios de las ciencias exactas, lo que tiende a desconocer las complejidades y el carácter multifacético de los procesos sociales y la lucha política.

 

Como toda procurada y falsa doctrina, también esta tiene su ideólogo o “gurú”. En este caso se trata de Gene Sharp, un norteamericano quien se atribuyó en vida –o le atribuyeron– la nada académica, pero si bien retribuida profesión de “politólogo” y alguno que otro lo favorece, incluso con las de “filósofo”, “político” y hasta  “escritor”.

 

La realidad es que cualquiera de ellas trata de encubrir los oscuros intereses que se escondieron siempre tras este “profesor Frankenstein” –fallecido en 2018– y su engendro diabólico de intervención e ingerencia en los asuntos internos –e incluso el destino– de gobiernos y naciones que no comulgan con los intereses imperiales, a los cuales invariablemente sirven desde la década de los años sesenta del pasado siglo, tanto él como su tan cuestionada Institución Albert Einstein, con sede en Boston Massachussets y más de una vez acusada de ser “tapadera” de la CIA.

 

Lesionan la memoria histórica, el intelecto y el más elemental decoro, que tan solo con “lecturas sobre la importancia de la libertad humana”, este pretendido académico se autodefinió como “discípulo y seguidor” de Mahatma Gandhi. El padre de la independencia de la India, nación cercenada una y otra vez, precisamente por movimientos secesionistas internos, no merece tamaña injuria.

 

Máscara de intervención y muerte

 

Sin recato alguno, Sharp se vanaglorió de que su pretendida guía para desestabilizar gobiernos llama a combatir con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas, “que provoquen el debilitamiento gubernamental y la fractura institucional”; justo la intención que han denunciado las autoridades cubanas y al juego de la cual se esconde en el “muy intelectual” reclamo de una mayor apertura en el sector de la cultura, aunque ello incluya el ilustrado performance de cagar, si cagar, envuelto en la bandera cubana.

 

Llama la atención que este aupado paladín de una falsa “no violencia”, se refirió siempre y elaboró sus nefastos programas para aplicarlos por aquellos que no comparten el proyecto político generalmente de gobiernos nacionalistas o de izquierda, incluso cuando han sido democráticamente electos.

 

Se sustenta la farsa, y copio textual: en “promocionar un clima de malestar en la sociedad, corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores”.

 

Cabría preguntarle a quienes siguen al dictado esta teología de caos: ¿cómo pondrían fin luego al ambiente de violencia extrema  e irrespeto institucional y social que tal propuesta engendraría? No tendrían respuesta precisa. Irak, Libia, Siria, Afganistán, Yugoslavia, Ucrania… ¡ahí está la respuesta!.

 

Según este Mefistófeles otoñal, se requiere invocar la “sacrosanta” libertad de prensa, el tan manido irrespeto de las autoridades por los Derechos Humanos, manipular en función de la subversión, quizás, genuinos sentimientos de descontento popular y canalizarlos a través de manifestaciones y “protestas de calle” que, invariablemente y en cada uno de los escenarios antes enunciados, nada han tenido de pacíficas y sí han estado signadas –de un punto a otro del globo terráqueo– por una incontrolada violencia.

 

Si les suena exagerado, basta recordar las terribles imágenes del joven venezolano que corría envuelto en llamas, luego de haber sido rociado en combustible y prendido con fuego, durante una “pacífica” marcha de la oposición en ese país.

 

Y si todo ello no resultara suficiente, porque hay gobiernos y pueblos que no están dispuestos a dejarse avasallar, la presunta “no violencia” con que se pretende cubrir este engendro conduce inequívocamente a la creación de las condiciones “de factibilidad y conveniencia” que precisan el mando militar de Estados Unidos y la OTAN, según sus documentos doctrinales,¹ para involucrarse en una Campaña de Guerra No Convencional, que puede conducir como en el caso de Yugoslavia, Iraq, Afganistán y Libia a una agresión militar convencional directa.

 

Es más, y aquí entramos nosotros, en el prefacio de una de sus más notorias “obras maestras” se presume entre otros “méritos” de haber sido empleada como “libro de cabecera” por la organización terrorista Hermanos al Rescate, la misma que desde Miami y con la anuencia de las autoridades de Estados Unidos violó reiteradamente el espacio aéreo cubano, hasta casi provocar un incidente armado entre ambos países.

 

¡No hay margen a las dudas!: las denuncias del gobierno cubano tienen fundamentos en antecedentes irrefutables, del mismo modo en que tampoco puede tener nadie dudas de que, con el respaldo invariable y mayoritario de su pueblo, la Revolución cubana derrotará con inteligencia y resolución este intento injerencista y echará abajo, cual castillo de naipes, los tan cacareados y falsamente encumbrados métodos de Sharp y su engañosa teoría de intervención y muerte.

 

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