Cuba no teme a los embates de Trump

02 de Noviembre de 2020
Cuba no teme a los embates de Trump. Fuente: www.cubahora.cu

Cuba no teme a los embates de Trump. Fuente: www.cubahora.cu

 

Hace algunos meses, el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos desarrolló un taller sobre peligros actuales para la paz, conducido por Silvio Platero Irola, presidente de la organización. Contó con la presencia de los profesores e investigadores de la Universidad de La Habana, doctores Luis René Fernández Tabío, Hassan Pérez Casabona y el master en Relaciones Internacionales Rafael González Morales. Los tres hicieron interesantes reflexiones ante un nutrido auditorio, y resulta oportuno compartirlas.

 

Las motivaciones primeras del magnate Donald Trump con relación a Cuba eran de negocios, quería construir y administrar hoteles y campos de golf en la bella isla antillana. Ese anhelo cambió con la aspiración de ganar la presidencia. Ya instalado, su administración ha transitado por distintas etapas sustentadas en intereses políticos.

 

El actual mandatario no tuvo antes experiencia alguna en la dirección del sistema político estadounidense, lo que no niega que sea un producto legítimo del mismo, en el sector inmobiliario, las finanzas, igualmente del reality show conectado a la élite política, sectores   que muchas veces no son el rostro visible pero sí el verdadero sustento del poderío de los Estados Unidos. Así llegó a la Casa Blanca en el 2016. Encarna elementos negativos como egocentrismo, megalomanía, visión misógina, xenófoba y racista. Da continuidad a la representación de un Imperio, explicaba el doctor Hassan.

 

Desde que arribó al poder lo hizo con una expectativa vinculada a la confrontación no solo con sus adversarios, incluso con sus aliados. Es una persona que representa un peligro para la paz, constantemente desafía elementales preceptos de la comunicación, y del derecho internacional, todo vinculado a su personalidad, una manera de demostrar que tiene el poder y control: la supremacía. Lo expresa en todos los sectores incluso en política interna, como quedó evidenciado en el proceso del impeachment, con ofensas y agravios que formuló a instituciones y una parte no despreciable de la sociedad.

 

Cuando el 20 de enero del 2017 entró a la Casa Blanca, tuvo intención de desmontar la política de Obama hacia Cuba, pero lo imposibilito el hecho de muchos de los que allí permanecían habían participado en la estrategia del expresidente. No obstante, ese año dejó de reconocer al gobierno cubano, empezó a exigir condicionamientos políticos, rompió el diálogo bilateral y el camino hacia la normalización de las relaciones. Sin embargo, se mantuvieron el intercambio entre ambos pueblos que no fue modificado sustancialmente, continuaron llegando norteamericanos, cruceros y aerolíneas a todos los destinos de la isla del Caribe.

 

En enero del 2018, Trump presentó la Estrategia de Defensa Nacional en la que articuló ese pensamiento de confrontar, de utilizar los instrumentos militares, políticos y también los económicos que son parte esencial de su ejercicio desde la más alta instancia del Gobierno. Durante la presidencia de Barack Obama, prevalecieron instrumentos de poder blando, sin excluir los duros en el marco del llamado poder inteligente dirigidos a América Latina como ocurrió con Fernando Lugo en Paraguay.

 

El también escritor Rafael González exponía que, en ese mismo año 2018, representantes de la derecha cubano americana, entre ellos Marco Rubio y Díaz-Balart ganan más espacio político. Una de las demandas al inquilino de la Casa Blanca, fue quitar a los funcionarios del Gobierno que permanecían desde la presidencia de Obama, por lo que posicionaron otros más anticubanos.

 

Querían más retroceso, hasta que lograron desmantelar las embajadas de ambos países. Para ello crearon los llamados incidentes de salud acústicos, “ataques sónicos”, pretexto para decir que los diplomáticos norteamericanos no estaban seguros en La Habana, que los retiraran, y que Cuba debía hacer lo mismo con parte de su personal en Washington. Desde entonces, finales del  2018 comienza la etapa de mayor hostilidad y de confrontación acelerada.

 

En el 2019 prohibieron los viajes de cruceros, yates, aeronaves privadas y se incrementó la persecución financiera. Además, se creó un equipo para América Latina, específicamente para Cuba y Venezuela encabezado por John Bolton. Por primera vez vincularon la política hacia ambos estados.

 

En aquel momento Bolton encargó a Mauricio Claver-Carone articular un plan para hacer daño a los dos países. Este anticubano nacido en Miami coordina, desde el Consejo de Seguridad Nacional, la política latinoamericana entre la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el del Tesoro y otros organismos. El objetivo con Cuba es ahogarla económicamente, entorpecer el ingreso de divisas, la llegada de combustible, crear en la población desespero, frustración, ansiedad y quebrar la unidad del pueblo en torno a la Revolución.

 

Estados Unidos, desde su constitución en 1776, no promueve valores de paz. En su proyecto político prevalece la mirada del blanco anglosajón protestante. Es una gran nación en el plano económico, demográfico y cultural, un país imperial, que refleja en su historia la vocación anexionista, posiciones de rapiña que se ejemplifican en América Latina con el robo a México en 1848 de millones de kilómetros cuadrados a través del Tratado Guadalupe- Hidalgo, la Doctrina Monroe, o la política hacia Cuba en 1823 de la “fruta madura”.

 

A partir del triunfo de la Revolución Cubana, esta ha tenido que lidiar con 12 presidentes, siete de ellos Republicanos, que se diferencian de los Demócratas en el símbolo que los identifica. Desde los padres fundadores, el objetivo ha sido, adueñarse de Cuba. Siempre han querido dominarla, solamente cambian los métodos. Con Trump se produce un proceso de involución progresivo, abarcador, prácticamente no queda ningún sector excluido de ese deterioro, las medidas de sanciones en lo económico tocan la realidad cotidiana que tiene que ver con toda la vida.

 

Esta administración emitió un memorando que sirvió de base para retrotraer lo que había hecho el Gobierno de Obama en los últimos dos años, apuntaba el doctor Luis René. Aplicaron la política firmada por el presidente Clinton, conocida como Helms-Burton, una Ley que sanciona que Cuba no puede tener un gobierno independiente, pretende recolonizarla, restablecer la más absoluta dominación sobre el país, que indica cómo tiene que ser el sistema político y económico cubano, condición para que Washington mantenga otra relación con la Mayor de las Antillas, a partir de que el presidente estadounidense lo decida.

 

La política exterior de EE. UU., debido a su condición de país imperialista, es de continuidad no solamente hacia Cuba. El objetivo es mantener su dominación global y para ello, se enfrenta a cualquier país que rompa ese predominio, que no responda a los intereses de su economía, de sus transnacionales y de sus bancos. Otras potencias están alcanzando niveles superiores  pero, desde su perspectiva imperialista, les resulta inaceptable.

 

Motivado por la presencia en la sala de una representación de estudiantes del instituto preuniversitario habanero Saúl Delgado, el profesor Rafael dijo que se vive un momento complejo. Uno de los últimos proyectos subversivos contra Cuba es el llamado Líderes Cubanos Emergentes. Convocado en el verano anterior, el objetivo es seleccionar determinados jóvenes que recibirán capacitación para cumplir funciones del gobierno yanqui. Posteriormente regresarán a Cuba, a trabajar a nivel comunitario con otros jóvenes, a fin  de  promover un cambio de mentalidad. Los están escogiendo para convertirlos en mercenarios.

 

Estos métodos de fuerza es lo que va quedando a la nación norteña, no tienen otra forma de realizar su supremacía. Las contradicciones de esa sociedad los están conduciendo a rasgos neofascistas, peligrosos para la paz que nos acercan a lo que ha sucedido en momentos anteriores en la historia de la humanidad.

 

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