Son las 8 de la noche y los vecinos de la comunidad de Alta Habana del municipio Boyeros de la capital de Cuba, salen de sus apartamentos para concentrarse en uno de los parques del vecindario. Los niños y los adolescentes son los primeros en llegar, y su algarabía convoca al resto. Los rostros pintados de los más pequeños, las luces y las banderas en los balcones; así como las preciosas imágenes en una pantalla grande en medio del lugar escogido, llaman la atención.

En todas partes sobresale una figura: "Fidel",  todas sus letras en la frente de los infantes, su mirada futurista en afiches, su pensamiento en las palabras de los jóvenes y los no tan jóvenes, su impronta en las canciones de fondo. Por todas partes estaba el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.

Para cerrar, un armónico y melódico coro alrededor de un apetitoso pastel azul que con letras blancas decía “¡Felicidades Fidel!” Sí, ese hombre inigualable cumpliría 96 primaveras.

Se sopla la vela de llama brillante para sellar el grito de felicidad. Se vitorea su nombre: “Fidel, Fidel, Fidel...” Bailes, cantos y fotografías junto a la imagen del paradigma arribaron  a muchas emociones encontradas entre los presentes.

Así fue como en la comunidad de Alta Habana se le rindió homenaje a un Líder que se multiplica  por años.