Y Verde Olivo volvió a salir

08 de Abril de 2024

El coronel (r) Eugenio Suárez Pérez se enorgullece de haber sido director de la revista Verde Olivo. Foto: Diana Inés Rodríguez

Su rostro se ilumina al recordar su paso por la revista Verde Olivo, la cual dirigía cuando, tras la desaparición del campo socialista, las posibilidades económicas de Cuba se redujeron drásticamente y se inició una etapa a la que se le denominó período especial, momento preciso para adoptar una serie de medidas que permitieran nuestra subsistencia. Entre ellas figuró la de limitar las páginas y frecuencias de los medios de prensa impresos e, incluso, el cierre de algunos.

 

«Verde Olivo fue uno de estos últimos —recuerda el coronel (r) Eugenio Suárez Pérez, su entonces director— y sus periodistas, al igual que los de Bastión, fueron reubicados: unos en Granma, otros para algunos programas de radio o en el Centro de la Defensa, y un pequeño grupo, dirigido por la Dirección Política, quedó en el local de la revista para continuar trabajando la propaganda gráfica y los materiales de preparación marxista–leninista destinados a los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

 

«Cuando supieron de esa decisión algunos combatientes del Ejército Rebelde, con los cuales tuve la oportunidad de conversar, decían: ‘Pero el nombre de Verde Olivo va a desaparecer, ¿cómo es posible eso?’. Ante tal preocupación, basada en el hecho de que la publicación había sido fundada por Camilo Cienfuegos Gorriarán, Ernesto Guevara de la Serna, Che y Raúl Castro Ruz a pocos meses del triunfo de la Revolución, propusimos que esa especie de casa editora mantuviera el mismo nombre, y se aceptó».

 

¿Qué hacer entonces para que no solo llevara el nombre, sino que, por su contenido, la publicación también estuviera presente?

 

Era todo un reto. El coronel Suárez Pérez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, indica que se les ocurrió trabajar por temáticas tratadas en Verde Olivo, lo cual exigió una rigurosa revisión y selección de trabajos sobre temas determinados, que fue preciso mecanografiar porque se carecía de computadoras. Así surgieron varios textos, y al final de cada uno, se incluía la relación de los trabajos no reproducidos, de manera que el interesado en consultarlos, pudiera acudir a la revista.

 

Fruto de ese esfuerzo, vieron la luz libros dedicados al Héroe de Yaguajay y al Guerrillero Heroico, los tres tomos de Alma de la Revolución, sobre el Ejército Rebelde; acerca de la labor del Ejército Juvenil del Trabajo, y de la batalla de Playa Girón… Asimismo, se hizo la colección Viva Cuba, con materiales escritos por combatientes de las guerras de independencia, y otros elaborados por los compañeros, entre estos últimos, los dedicados a Ignacio Agramonte, los Malagones y Mariana Grajales. Todo se imprimía en la imprenta de la Dirección Política, en Zanja y Escobar, en el municipio de Centro Habana.

 

Un encargo muy especial

 

A partir de los resultados iniciales, el general de cuerpo de ejército Ulises Rosales del Toro, entonces jefe del Estado Mayor General, encomendó al grupo elaborar un volumen cuyo contenido abordara soluciones que permitieran subsistir en tan cruda situación, y se preparó el Libro de la familia a partir de materiales extraídos de revistas de muchas partes del mundo. Lo logrado le gustó, pero señaló que su interés era que se divulgaran las experiencias cubanas, lo realizado por la población para mitigar la grave crisis económica en que transcurría su día a día.

 

«Para cumplir con ese cometido se visitaron las provincias, donde se recogieron las experiencias y se coordinó el envío de cuanto pudiera contribuir a ese propósito. Así confeccionamos Con nuestros propios esfuerzos, el cual reunía múltiples y valiosas soluciones puestas en práctica en todos los lugares del país.

 

«A estos siguieron otros y casi sin percatarnos surgió Ediciones Verde Olivo. Sin dudas un gran empeño de los trabajadores que en su casi totalidad nunca habían desarrollado labores de ese tipo. La tierra que es América, de Acela Caner Román, fue el primero impreso en offset. Se editaron interesantes textos, con mucho esfuerzo, porque no había computadoras, los cuales son de valor extraordinario, por tal razón, la entidad pudiera pensar en reeditarlos, pues lo publicado en ellos es desconocido por las más jóvenes generaciones».

 

En la actualidad, bajo el sello de la Casa Editorial Verde Olivo, ven la luz novedosos títulos que gozan del aprecio de no pocos compatriotas.

 

Alentador encuentro con el Ministro

 

Un hecho importante fue que al cerrarse los medios de prensa militares, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, se reunió con los periodistas de Verde Olivo y Bastión, el 30 de septiembre de 1990, en el teatro del poligráfico Granma.

 

«Al director de Bastión, coronel Frank Agüero Gómez, le entregó un ejemplar del último número, y a mí uno del primero, en los cuales escribió: «Volveremos a salir’». Me dio, además, una réplica del yate Granma. Después nos llevó para el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar) y compartió un rato con todos, siempre con el optimismo de que volveríamos a salir, el cual mantuvo.

 

«Una edición especial de nuestra revista circuló en el 2001, en ocasión del aniversario 45 del desembarco del Granma, y cinco años más tarde reaparecimos definitivamente, con frecuencia trimestral».

 

Añoranza

 

¿Cómo acogieron los trabajadores de Verde Olivo esa situación?, inquirimos, y al respondernos su rostro refleja una mezcla de placer y añoranza, así como de satisfacción por lo vivido en aquella lejana etapa.

 

Verde Olivo era una gran familia, una escuela; con una tradición forjada desde su fundación. Independientemente del tiempo que llevara en ella, los compañeros se sentían como si hubieran laborado allí toda la vida. Así me pasó a mí, a pesar de mis pocos años en ese colectivo, en que se respiraba: revolución, familiaridad… Y se era muy crítico. Por ejemplo, teníamos un taller de análisis de cada edición en el cual se discutía fuertemente página por página, y la gente salía «fajada».

 

«La noticia del cierre cayó como un cubo de agua fría; lo esperábamos, pero no lo queríamos creer. Resultó verdaderamente doloroso, pero comprendíamos que se trataba de una medida necesaria. En realidad no hubo mucho tiempo para pensar, porque de inmediato cada uno de nosotros se presentó en el centro donde fue reubicado y el trabajo contribuyó a mitigar los pesares».

 

̶ ¿Qué sintió usted cuando supo que la revista volvería a salir?, le pregunto y su respuesta no deja lugar a dudas.

 

—Yo me enamoré de Verde Olivo. Hacer una revista es como tener un hijo. La concibes, la planificas, revisas los trabajos en cuartillas y en pruebas de galera, hasta que al fin… la ves. Siempre luchamos para que todo resultara interesante y llegara a los jóvenes.

 

«Es una labor linda. Desconozco el rigor de una publicación semanal. En mi etapa era mensual y de otro tipo, porque lo informativo que antes cubría lo asumió Bastión, y por lo tanto teníamos más posibilidades para proyectar cada número, además de contar con un equipo muy bueno. Esto nos permitió, incluso, «nfiltrar» compañeros en unidades donde había algún problema, para poder adentrarnos en sus causas y consecuencias, y se publicaban los resultados. Incluso, en una ocasión montamos a Alfredo Nieves en un avión y se metió en el ojo de un ciclón.

 

«Aún la disfruto. Conservo un grupo de ellas; a veces las leo y recuerdo cómo se hizo cada trabajo. Por ejemplo, para la portada de una dedicada a Camilo por del aniversario 30 de su desaparición, los diseñadores idearon colocar un sombrero igual al suyo en el fondo del mar y fotografiarlo; por ahí están Julio Suárez y Orlando Alba, quienes pueden hablar de ello».

 

Una revista para el pueblo

 

«Esa revista no era solamente para las fuerzas armadas; el Minfar siempre insistió en que fuera para el pueblo. Considero que ahora es un poco técnica, y debe dejar de serlo, así como abarcar toda la Isla, porque está muy occidentalizada. Para esto puede apoyarse en corresponsales que fueron de Verde Olivo y aún están en activo, entre ellos Eduardo Palomares, en Santiago de Cuba; Germán Veloz, en Holguín; Miguel Febles, en Camagüey y José A. Fulgueiras, en Villa Clara, que seguramente se pondrán muy contentos si les piden alguna colaboración, porque quien estuvo en Verde Olivo, siente por ella».

  • Algunas publicaciones realizadas por la Casa Editorial Verde Olivo. Foto: Diana Inés Rodríguez

  • Hoy se perfecciona la labor editorial en Verde Olivo a través del seguimiento de las publicaciones. Foto: Diana Inés Rodríguez

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