¡Teté está aquí!

08 de Diciembre de 2023

Delsa Esther Puebla Viltre, o simplemente Teté. Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

 

¡Ni un alfiler cabe en el sofá! Abarrotado y esquinado, pero más notable incluso que su mesa de trabajo, asoma este mueble, cómplice fiel de los anhelos infantiles, porque tras la posible rudeza encerrada en sus grados de generala, se esconde una niña.

 

“Me criaron mis abuelos, y cuando era pequeña nunca tuve juguetes. Mis muñecas eran de trapo hechas por mi abuela, por eso me quedé con la ilusión de tener una de verdad. Ahora por cualquier motivo me las obsequian, y las voy acumulando ahí”.

 

En extremo natural, de baja estatura y desquiciada por sus plantas, Delsa Esther Puebla Viltre, o simplemente Teté, nos habla de la figura femenina cubana y su papel en la Revolución.

 

“A lo largo de estos cincuenta años las mujeres hemos consolidado nuestro quehacer y realizado por la Patria tanto, como los hombres. Hemos enfrentado muchas situaciones difíciles como las misiones internacionalistas, y debido a esto se ha interiorizado nuestra capacidad para asumir cualquier cometido. Estamos en la aviación, manejando tanques, ocupando cargos, en cualquier tarea”.

 

Sin embargo, en comparación con el número de hombres en la dirección de diversos sectores o altos grados militares, las féminas constituimos una cifra ínfima.

 

“Debemos imponernos un poco más para acabar con los residuos de machismo existentes en nuestra sociedad, e igualarnos a los hombres en cuanto a cargos, grados y responsabilidades”.

 

Es cierto, por ejemplo, hay solo una oficial con grados de generala en las FAR... “Pronto habrá muchas generalas, de hecho, hay bastantes coronelas, y espero no se detenga este avance en mí”.

 

Subieron, y bajaron con honores

 

Desde la manzana, Adán y el paraíso, el llamado sexo débil es visto con la mirada atormentadora de prejuicios. Las atrevidas que subieron a la Sierra a la par de los hombres, fueron blanco perfecto de estas arbitrariedades; no obstante, impusieron su protagonismo.

 

“El 4 de septiembre, después de una reunión con Fidel y su estado mayor, quedó constituido el pelotón femenino Mariana Grajales, estaba integrado por trece combatientes y a mí me nombraron segunda al mando. El debate fue muy fuerte, duró más de siete horas.

 

Después de aprender a tirar, siendo el M-1 el último con el cual practicamos, Fidel nos dijo que seríamos su guardia personal, aun cuando muchos compañeros creían íbamos a salir corriendo si el enemigo nos lanzaba una lagartija”.

 

Siempre resultó engorrosa la vida en campaña, mucho más en un grupo mixto donde las muchachas debían anunciar a los demás combatientes si irían al baño, o cambiarían su ropa. Pero todo sacrificio estaba compensado con la libertad rondando y la ilusión de cambiar la situación del país, y con ella, de las féminas en la Isla.

 

La realidad reflejada en noticieros, periódicos o filmes en cuanto a las condiciones y discriminación de la mujer en el mundo, también se vivió en Cuba.

 

“Antes del triunfo de Enero de 1959, era un objeto, un adorno de cama. Muchas venían del campo para trabajar en casas de ricos como criadas. Después esto cambió y laboraban no solo para garantizar sus condiciones de vida, sino también para liberarse socialmente. Se organizó la Federación de Mujeres (FMC) la cual abrió posibilidades para el estudio y el trabajo masivo de las cubanas”.

 

La sagrada familia

 

“Un dirigente, hombre o mujer, que deje por detrás a su familia, no la atienda debidamente, no puede ser bueno en su función. La Revolución es sagrada, la familia también”.

Normalmente, llevar bien el trabajo fuera y dentro de la casa es complicado. Si vienen niños, y hay requerimientos extras, entonces el esfuerzo se multiplica y necesitamos auxilio de otros.

 

“Cuando mis hijos eran pequeños yo tenía mucho apoyo de mi familia, de mis hermanos... aunque para donde yo iba, iban ellos conmigo, así fuera una casa de campaña. Y cuando estaban enfermos, siempre y cuando no fuera complicado, me los llevaba también”.

 

 “Actualmente mis hijos son militantes del partido, me han alentado mucho, pues no solo atiendo a los combatientes, he estado en la zafra, soy diputada a la Asamblea Nacional, laboro en comisiones de defensa, soy general de las FAR, pero con todo y eso, sí lo digo: nada me ha impedido atender como debo a mi familia”.

 

Para una persona la cual ha experimentado momentos tan atípicos, fuera de las concepciones de su época, y quien amó su labor desde el principio, resulta casi imposible borrar la huella de estos períodos. De ahí que, para Teté, no existan límites entre la casa y el trabajo. “...imagínate, en la Sierra vivimos todos como una gran familia, y si bien ya ha pasado el tiempo, así mismo nos seguimos tratando. Yo soy la hermana de muchos compañeros. Lo mismo me llaman al trabajo, a la casa... por ejemplo, de los que estábamos en la Sierra algunos no sabían leer ni escribir, y nosotras les leíamos las cartas de la casa y les escribíamos la respuesta.

 

Cuando fallece algún familiar de ellos, o se les presenta una dificultad, estoy a su lado. Lo mismo hacen ellos conmigo. ¡No me dejan vivir si estoy enferma, todos preocupados por mí!”

 

Rumbera, avispera, yarense...

 

“Yo quiero a mi capital y llevo muchos años viviendo aquí, pero cuando juega algún equipo de Oriente, ese es mi favorito... Creo a todos nos pasa igual, son las raíces”.

 

Igual emoción desprende al platicar de su tierra natal. “Me he mantenido muy unida a mi provincia Granma, y a mi pueblo de Yara. Cada año voy dos o tres veces, “Nosotros, los guerrilleros, consideramos a Celia la madre del Ejército Rebelde, por su actitud firme y fiel”. Incluso, siempre trato de ir con mis hijos y nietos para el Día del Yarense Ausente”.

 

“¡Donde único bailo es en mi tierra!, porque allí me conocen desde que nací, tanto, que en las fiestas, si la conga lleva gente, enseguida dicen: Teté está aquí”.

 

  • Fuente: Cortesía de la entrevistada

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