Puro Che: arte, ciencia y sentimiento

14 de Junio de 2024

Cada obra pintada al óleo sobre material de papel manufacturado representa una obra de arte.

Fue un poema, un muy conocido poema de Nicolás Guillén: Che comandante, amigo, el que inspiró al artista Milton Bernal Castro para nombrar a su saga de retratos dedicados al Guerrillero Heroico.

“Juego con un doble significado, por una parte, los versos del Poeta Nacional, y por otra, con uno de los materiales que utilizo: las hojas de tabaco cubano natural”, dice mientras nos muestra toda una galería realizada a partir de las fotografías tomadas por verdaderos maestros del lente —forman parte indisoluble de la iconografía de la Revolución cubana—, imágenes que cobran con su sensibilidad, modo de hacer, y talento una nueva vida.

 

“Me apropio de estas imágenes y mediante mi pintura intento darle un significado nuevo. Ello resulta complicado por distintas razones, una de ellas es que cada persona, en particular los cubanos, es un crítico, todo el mundo se torna un evaluador de tu obra, con su propia percepción del Che, de su Che”.

 

Fue en el 2006 que el artista, autodidacta, de fina sensibilidad, oriundo de la villa de Guanabacoa, realizó la primera pieza dedicada al héroe indiscutible de Santa Clara. Seleccionó entonces la archiconocida foto de Alberto Korda y puso manos a la obra. Una vez, dos, muchas veces hizo, rehízo y volvió a rehacer su creación primigenia dedicada y representativa del argentino-cubano. Ello pone de manifiesto dos características esenciales de Bernal Castro: su búsqueda de la perfección, así como su perseverancia, ambas se aúnan y dan como resultado piezas vivas, auténticas. Su serie Puro Che es muestra fehaciente de ello.

 

Ciento por ciento cubanas

 

Nos referíamos al inicio a uno de los materiales empleados por Milton, se trata de hojas de tabaco natural, más no de un tabaco cualquiera, sino del cubano, considerado desde hace siglos el mejor del orbe.

 

Alguien, desconocedor, podría pensar en un arte efímero dadas las características de las hojas —igual sucedería con otras partes de cualquier planta (flores, frutos, tallos, raíces) — sometidas a los embates del tiempo, sin embargo…

 

“Procesamos las hojas con mucílagos y otros compuestos químicos que permiten su conservación, plasticidad y pigmentación. ¿La fórmula? es una preparación de un bioquímico amigo, se trata de un secreto queambos guardamos muy bien”.

 

“Con dichas hojas ya tratadas realizo incrustaciones en algunos elementos de la composición del cuadro. Puedo decir, sin presunciones, que mis obras son arte incluso antes de comenzarlas – asegura el creador—, pues las pinturas al óleo con las  incrustaciones de las citadas hojas las hago sobre cartulinas a partir de fibras vegetales recicladas fabricadas en el taller de papel manufacturado radicado en La Habana Vieja, perteneciente a la Oficina del Historiador.

 

No exagero al decir que cada pieza adquiere un carácter único”.

 

Al inquirir acerca de por qué la imagen del Guerrillero Heroico resulta recurrente en su quehacer, Milton, locuaz conversador, responde presto:

“El Che es un hombre que los cubanos identificamos como nuestro, tanto es así que casi olvidamos que es argentino.

 

“Me fascina su presencia en un gran número de fotografías de los primeros años de la Revolución, como las de Liborio Noval y especialmente aquella legendaria de Korda, considerada, según dicen, la segunda más reproducida del mundo”.

China, Austria, Francia, España, México, Rusia, Alemania, Hungría, Panamá, colecciones privadas, Casas del Habano en otros países y por supuesto Cuba han servido de escenario para difundir a los cuatro puntos cardinales las piezas de Puro Che en las cuales arte, ciencia y sentimiento se dan la mano.

 

Che multiplicado

 

En octubre del 2001, la revista Pionero, perteneciente a la Casa Editora Abril de la Unión de Jóvenes Comunistas, publicó en su encarte central una obra de la serie Puro Che.

 

“¡Qué emoción al ver cómo no solo en la capital sino en lugares recónditos de nuestra geografía con ella se adornaron los murales de escuelas, centros de trabajo y en no pocas casas! ¡Esa fue una satisfacción única, enorme, la de apreciar al Che, a nuestro Che multiplicado!”.

 

Che comandante, amigo

No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.

No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerios, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos,
Che Comandante,
amigo.

Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la lucha americana
con una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo,
Che Comandante,
amigo.

Estas en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles y
en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.

Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.

Pasas en tu descolorido, roto,
agujereado traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud, Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.

          Nicolás Guillén

  • Gracias al tratamiento químico empleado se mantiene su óptima conservación.

  • Gracias al tratamiento químico empleado se mantiene su óptima conservación.

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