“El médico sí se bate”

20 de Julio de 2023

El 4 de mayo de 1988, Bastión publicó la entrevista al médico internacionalista Rubén Corrales Arévalo. Foto: Sonia Regla Pérez Sosa

En lo que seguramente nunca pensó Rubén fue en verse un día armado hasta los dientes realizando una exploración a quince kilómetros en la profundidad de la retaguardia enemiga. No, es muy difícil que se le hubiera ocurrido semejante idea unos pocos años atrás, cuando estudiaba en la facultad de medicina.

 

Ahora, el teniente de servicios médicos Rubén Corrales Arévalo, cuenta con una sonrisa en los labios aquella experiencia vivida por él y un pequeño grupo de combatientes cubanos, durante los primeros días en que fueron destinados a la 25 Brigada de Infantería Ligera de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) para la defensa de Cuito Cuanavale.

 

─ Cuando llegamos a la zona existían muy pocos datos sobre la situación del enemigo, por lo cual se decidió realizar una exploración en su profundidad. Fuimos designados tres oficiales cubanos y algunos soldados del pelotón de seguridad para integrar la unidad de las FAPLA escogida para tal misión.

 

”El armamento de infantería se reforzó con un mortero de 81 milímetros, varias ametralladoras pesadas y un grupo de lanzacohetes antitanques. Íbamos preparados para entablar combate si era necesario.

 

”Yo iba como médico del grupo, pero también como un combatiente más. De hecho, llevaba mi fusil, la pistola, los cargadores, una buena cantidad de granadas y la mochila donde iban la ración fría, una capa, abundante vendaje y torundas, pues en una situación de combate lo único que se puede hacer es controlar una hemorragia e inmovilizar alguna fractura”.

 

Cuenta el “médico” –como todos los llaman- que salieron al mediodía en una marcha pie bastante irregular debido a lo tupido del monte, por lo cual tenían cada cierto tiempo que corregir la dirección, hacer paradas y redoblar la vigilancia para evitar ser sorprendidos. Así avanzaron con lentitud durante unas tres o cuatro horas.

 

─Por el camino tropezamos con dos bases de la UNITA abandonadas. Las exploramos y continuamos adelante. De pronto, sentimos la salida del mortero sudafricano, 160, el mismo con que frecuentemente hostigaban nuestra brigada.

 

”Hicimos un alto para descansar un poco y prepararnos para el ataque con el objetivo de destruir el mortero enemigo. Llamamos a la unidad e informamos de nuestra situación y el objetivo que nos proponíamos, así como pedimos apoyo artillero para el combate…

 

”La respuesta del mando superior fue inesperada: regresar urgentemente, lo más rápido posible.

 

”Recogimos y salimos en el acto. Si para allá nos habíamos demorado aproximadamente cuatro horas, para acá lo hicimos en hora y media; una jornada agotadora en la cual tuvimos que pasar, entre otros obstáculos, por un campo minado ya caída la noche”.

 

Al parecer, el enemigo los detectó. Cuando estaban a poca distancia de la brigada comenzaron a sentir los morterazos sobre sus cabezas.

 

̶ Nos tiraron 85 granadas de mortero –recuerda sonriendo Rubén-. De suerte estamos vivos… bueno, de suerte y de malos artilleros que son ellos, pues cada vez que hacían la corrección del tiro se iban de un lado u otro del camino por donde avanzábamos.

 

Sin embargo, fue quizás aquella la última vez que el arma tiró sobre la 25 BIL de las FAPLA. Con los datos obtenidos por su grupo de exploración nuestra artillería no perdió tiempo.

Los deben haber cocinado allí mismo con las BM… La conversación es interrumpida. Un combatiente angolano reclama la presencia del “camarada médico” en algún lugar del orden combativo de la brigada. Rubén se disculpa, baja rápidamente a su refugio y sale disparado con sus instrumentos de trabajo”.

 

Me hubiera gustado continuar nuestro diálogo; preguntarle más acerca de su labor preventiva en tan complejas condiciones; saber por él mismo de su lucha por la higiene, porque se hierva el agua y se tomen los medicamentos a tiempo; conocer cómo recuperó un lanzacohetes que ahora es el suyo, cómo trasladó y atendió heridos bajo el cañoneo enemigo.

 

De todo ello me entero un rato después gracias a sus pacientes potenciales, o, mejor dicho, sus compañeros de trinchera. Uno de ellos da la más concluyente definición: “El médico sí se bate de verdad”.

 

*César Gómez Chacón. Periodista Cubano. Colaborador de Cubadebate, La Jiribilla y otras publicaciones.

 

Entrevista publicada el 4 de mayo de 1988, en el diario Bastión.

  • Una consulta en la puerta de su refugio. Fotos: Leonel Gil Betancourt

  • Imagen de la entrevista realizada por César Gómez Chacón y publicada en Bastión. Foto: Sonia Regla Pérez Sosa

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