Después de 74 días de heroico e incesante combatir, concluía el 6 de agosto de 1958 la gran ofensiva de verano del Ejército de la dictadura con una aplastante derrota infringida por el Ejército Rebelde bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. 

Tal hazaña había sido posible por el valor, la tenacidad, el heroísmo y la capacidad de los combatientes rebeldes en la férrea y organizada defensa de las posiciones, y por la aplicación de todas las formas de tácticas de acción de la guerrilla.

“En este balance final —expresó Fidel— es obligado destacar, en primer lugar, al Che y Camilo […] así como a Andrés Cuevas, Ramón Paz, Daniel, Angelito Verdecía, Ramiro Valdés, Guillermo García, Lalo Sardiñas y Pinares, entre otros”.

Más adelante señaló: “la ofensiva ha sido liquidada. El más grande esfuerzo militar que se haya realizado en nuestra historia republicana, concluyó en el más espantoso desastre que pudo imaginar el soberbio Dictador”.

El Ejército Rebelde sufrió 31 bajas mortales, merecedores del eterno recuerdo de respeto y admiración de todo el pueblo. Entre ellos los comandantes Andrés Cuevas; Ramón Paz y René Ramos Latour, Daniel. También perdieron la vida los capitanes Ángel Verdecia y Geonel Rodríguez; y los tenientes Teodoro Banderas; Fernando Chávez, El Artista y Godofredo Verdecia.

El enemigo, en cambio, sufrió 1000 bajas con más de 300 muertos y 443 prisioneros, y no menos de cinco grandes unidades completas de sus fuerzas fueron aniquiladas, capturadas o desarticuladas. Se ocuparon 507 armas, entre ellas dos tanques, 10 morteros, varias bazucas y 12 ametralladoras calibre 30. A ello habría que añadir el efecto moral y su trascendencia en la marcha de la guerra.

Para concluir nada mejor que la valoración de Fidel: “Con estos acontecimientos se abrió una nueva y última etapa de la guerra de liberación, caracterizada por la invasión al centro del país, la creación del Cuarto Frente Oriental y el Frente de Camagüey. La lucha se extendió a todo el país. La gran ofensiva final del Ejército Rebelde condujo, con la fulminante campaña de Oriente y de Las Villas, a la derrota definitiva del ejército de la tiranía y, en consecuencia, el colapso militar del régimen batistiano y la toma del poder por la Revolución triunfante”.

Fuente consultada:

• Castro Ruz, F.La Victoria Estratégica. Pág. 702, 705.