Homenaje por la presencia

21 de Julio de 2023

En la sección Crónicas desde Angola, del 23 de mayo de 1990, se puede encontrar este trabajo. Foto: Sonia Regla Pérez Sosa

Los vi saltar con la misma alegría de todos los jóvenes cubanos. Los observé cuidar los aeropuertos y caminos y realizar la exploración con la pericia de quienes cumplen también, a 15 mil kilómetros del terruño, un deber sagrado. Les vi cultivar el huerto porque es necesario el autoconsumo; sembrar flores para sentirse cerca de Cuba y de sus novias; engalanar los “huecos”, pues la vida puede mejorar y, sobre todo, construir con lo que fuera: ticholos1, maderas preciosas, desechos…

 

Donde quiera que estuve cerca de nuestros internacionalistas, en Huambo, en el Valle de la SWAPO, en Funda…, una inyección de optimismo, solidaridad humana y confianza en estos jóvenes y su mundo se introdujo en mis venas. Así son ellos: muchachos que todo lo dan, sin pedir nada.

 

A nuestra patria llegarán más curtidos y seguros de sí mismos, henchidos de luchar por la justicia de la humanidad porque, como decía el Pequeño Príncipe, Nada en el Universo sigue siendo igual, si en algún lugar, no se sabe dónde, una oveja que no conocemos se ha comido una rosa.

 

Quizás, cuando nuestra crónica sea publicada, estén en Cuba, con sus medallas en el pecho y los uniformes recién planchados. A sus padres y novias que les han sabido esperar y escribirles, lleguen mis saludos.

 

Aún mantengo fresca en la memoria sus rostros, en el anfiteatro de la brigada, en Funda; el aplauso que les identifica, su consigna de: ¡Guapo ahí! Guardo gratos recuerdos de mi diálogo con Sergio, el santiaguero, quien aquella noche debutaba como mago ante sus compañeros. Tampoco olvidaré a Ángel Aguilera y su rubor al confesarme que “sólo” tenía 38 misiones combativas; a Eduardo Pérez Ferro, Onisis Mesa, Yosvani Pascual, excelentes tiradores de AK, llamados por sus compañeros “los francotiradores”.

 

En Huambo, toda una procesión de eucaliptos de ocho y diez metros de alto, constituyeron la cobija idónea para estos jóvenes orientales. Allí, bajo las sombras de aquellos árboles, subsistieron y crearon sus propias condiciones de vida: los dormitorios, la cocina soterrada, la barbería La Cucaracha, el parque de La Mentira, famoso por los cuentos de Aponte; el café cantante, sitio de descargas trovadorescas y recuerdos; el campo de tiro reducido y todo lo necesario para la instrucción y la guerra.

 

Buscando anécdotas representativas del universo juvenil de estos muchachos supe de cómo pagaron su novatada algunos “muñecones”, como se les llama a los recién llegados. El plan fue urdido en secreto entre un grupo de nuestros soldados más chistosos. Se les invitaba a cazar gamusinos, un animal parecido al conejo y muy sabroso en la olla, según la ficción de los bromistas.

 

Los requisitos para la captura eran bien claros; con una lata y un palo, debían esconderse entre la vegetación y cantar con aires de rumba: Un, dos, tres, cuatro/ gamusinos gordos y flacos/ vengan todos a mi saco. Muchos fueron blancos del choteo inocente por el desconocimiento de la fauna de la nación africana.

 

*Juan Carlos Rivera Quintana (Cuba, 1960). Escritor, periodista y profesor universitario. Segundo Premio Latinoamericano de Periodismo de Salud (2006) auspiciado por la OMS-OPS y la fundación del Nuevo Periodismo.

 

Crónica publicada en el periódico Bastión.

 

 


1 Ticholos: Ladrillos de tierra y paja, fabricados por nuestras tropas.

  • Foto sobre los internacionalistas cubanos, que acompañó el trabajo impreso en Bastión.  Foto: S/A

  • Juan Carlos Rivera es el autor de esta crónica sobre los jóvenes que cumplieron misión en Angola. Foto: Sonia Regla Pérez Sosa

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