Fidel en la Universidad: un volcán desencadenado

04 de Septiembre de 2025

Fidel Castro junto a un grupo de universitarios, cuando encabezaba el Movimiento Estudiantil Acción Caribe y era el Vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de la Escuela de Derecho, 1947. Archivo: Oficina de Asuntos Históricos / Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

 

Era septiembre de 1945 cuando unos soplos cálidos presagiaban la demora del invierno y refrescaban el rostro de un joven de apenas 19 años recién cumplidos que pasaba, como dijo el sabio historiador Eusebio Leal, con aspecto de buen tipo, elegantemente vestido, mimado de su padre, quien veía en él la esperanza del defensor de los intereses propios, de la clase en que había nacido. Fidel Castro comenzaba sus estudios de leyes.

 

Con pasos largos subió los 88 peldaños hasta el Alma Mater, símbolo de la sabiduría con rostro de mujer, y se adentró en la primera y única, en ese entonces, universidad del país, lugar de imponentes columnas y sobrias edificaciones, una institución académica cuna de herencias rebeldes, de huellas simbólicas, de irreverencias manifiestas, donde casi podía escucharse la voz de los líderes de los años veinte, pues allí mismo, a la corta distancia de solo dos décadas, se había empinado esa generación, marcada por los desalientos y amarguras de la victoria arrebatada después de tantas cargas al machete. Fidel era también heredero de ese ideal.

 

Había leído ya sobre la historia del bayamés Carlos Manuel de Céspedes, las hazañas militares de Máximo Gómez, la braveza de Antonio Maceo, las proezas de Napoleón en la Revolución Francesa y, sobre todo, de la vida del Héroe Nacional. «De lo primero que yo me empapo mucho, profundamente, es de la literatura martiana, de las obras de Martí, de los escritos de Martí; es difícil que exista algo de lo escrito por Martí, de sus proclamas políticas, sus discursos, que constituyen dos gruesos volúmenes, deben ser unas dos mil páginas o algo más, que no haya leído cuando estudiaba en el bachillerato o estaba en la Universidad», dijo en el texto José Martí en el ideario de Fidel Castro.1

 

 

Llegaba entonces a un sitio en el cual emergía con fuerza, junto a la juventud y los libros, la realidad convulsa del país; y ello le despertó inquietudes que lo adentraron en la política universitaria y nacional. Su espíritu de luchador contra lo injusto surgía ante cualquier atropello, como durante la visita de su grupo de Derecho al Presidio Modelo de Isla de Pinos, donde se enfrentó a los guardias de seguridad del penal porque impedían a los reclusos vender los objetos que fabricaban. Fidel deslumbraba por las luces de su pensamiento; y sus aptitudes de magnífico orador empezaron a perfilarse mientras hablaba y convencía a los alumnos con su palabra viva, con sus argumentos precisos, defendiendo la dignidad de la Universidad o los derechos de los estudiantes.

 

Poco a poco comenzó a ganarse su simpatía, a tomar fuerza como dirigente y ejercer su liderazgo. «Era un líder nato, un volcán que se desencadenaba; a veces, más calmado, pero en íntimo hervor. Fidel era un solitario involuntario, porque tenía una dimensión superior a la de quienes lo acompañaban», afirmó quien fuera su compañero universitario, el intelectual y cineasta cubano Alfredo Guevara en el libro Tiempos de Definiciones.2

 

Lo que había aprendido del carácter austero y esforzado de sus padres, de la resistencia de los jesuitas y de las circunstancias en que lo había puesto la vida hasta ese momento, mostraban a un joven íntegro, respetuoso de la ética, la honestidad, voluntarioso para hacer el bien, firme en la defensa de lo que creía correcto, y por eso se identificaba con la postura del dirigente ortodoxo Eduardo Chibás, y estaba en el bando de los luchadores contra un gobierno en el que primaba el robo, la corrupción, las inmoralidades y la bolsa negra.

 

Estaba en todas las protestas, las manifestaciones, y denunciaba sin un ápice de temor las arbitrariedades del gobierno que manejaba a su antojo desde los organismos nacionales de la policía y el rectorado, hasta la propia policía de la Universidad. Allí, como él dijo una vez, se hizo revolucionario, martiano, socialista, y en septiembre de 1950, se graduó como Doctor en Derecho, Licenciado en Derecho Diplomático y en Derecho Administrativo, títulos con los que defendería a los más humildes hijos del pueblo.

 

Pasarían las décadas y Fidel nunca olvidaría su Universidad. En los primeros años de la Revolución acostumbraba llegar, sobre todo en las noches, y pasaba horas con los estudiantes explicándoles las decisiones del Gobierno, con su voz bajita, susurrada, como si fuera un maestro o un amigo, o dándoles tareas para que continuaran haciendo por su país. El dirigente estudiantil, Ismael González, Manelo, recordaba que era una fiesta cuando se escuchaba: «“Llegó Fidel”. A veces estábamos en las oficinas de la FEU, en una reunión o en una facultad y se sentía el abrir y cerrar de las puertas de los jeeps en que viajaba, y ya sabíamos que allí estaba Fidel».3

 

Confió siempre en los universitarios, en los jóvenes, sabía que en ellos tenía su ejército, y el futuro de la gran obra. En 2010 hacía cuatro años que no pronunciaba un discurso ante el pueblo, pues luego de 2006 sobrevinieron los difíciles tiempos de su enfermedad, pero apenas pudo, el 3 de septiembre, volvió no solo a los micrófonos con su palabra certera, sino también a su querida Universidad.

 

Allí, ante un mar de estudiantes que llenaba la simbólica entrada al recinto y cubría toda la calle San Lázaro, se dirigió otra vez a ellos: «Esta escalinata, a la que nunca imaginé volver, guarda imborrables recuerdos de los años en que comencé a tener conciencia de nuestra época y de nuestro deber. Se puede adquirir conocimientos y conciencia a lo largo de toda lavida, pero jamás en ninguna otra época de su existencia una persona volverá a tener la pureza y el desinterés con que, siendo joven, se enfrenta a la vida. A esa edad, descubrí mi verdadero destino».4

 

Referencias

1 Dolores Guerra, Margarita Concepción y Amparo Hernández: José Martí en el ideario de Fidel Castro, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2004, p. 287.

2Wilmer Rodríguez Fernández: Tiempos de Definiciones. Voces de las luchas universitarias en Cuba, Editorial Ocean Sur, La Habana, 2017, pp. 8, 9.

3 Wilmer Rodríguez Fernández: Tiempos de Definiciones, pp. 226-227

4 Fidel Castro Ruz: «Fidel Castro sobre la Universidad de La Habana: “Aquí me hice revolucionario”», en Cubadebate, La Habana, 5 de enero de 2023.

  • En la universidad Fidel siempre tuvo una tribuna desde la cual dirigirse a los jóvenes. Foto: Roberto Chile. Archivo Cubadebate.

  • Fidel Castro durante el encuentro con los estudiantes en la Universidad de La Habana, 11 de mayo de 1959. Archivo: Sitio Fidel Soldado de las Ideas.

Comentarios

En este sitio no se admiten comentarios que violen, incumplan o inciten a romper legislaciones cubanas vigentes o atenten y dañen el prestigio de alguna personalidad o institución, así como tampoco aquellos que contengan frases obsenas, groseras o vulgares. Verde Olivo se reserva el derecho de no publicar los comentarios que incumplan con las normas antes expuestas.

To prevent automated spam submissions leave this field empty.
CAPTCHA
Esta pregunta es para probar si usted es o no una persona real e impedir el envío automatizado de mensajes basura.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres que se muestran en la imágen.