El primer combate: Juan Arnao Alfonso

19 de Octubre de 2021

Juan Arnao Alfonso, patricio matancero nacido el 17 de septiembre de 1812,  en un primer tiempo abrazó la idea anexionista al creer que Cuba, adherida a esta corriente, iba a alcanzar un rápido desarrollo y porque… “era mejor estar aliado al diablo que estar ocupado por España”.

 

Pocos conspiradores han estado apegados a esta labor por sesenta años ininterrumpidos, tanto a fuego como a pluma.

 

A los 18 años, cruzó sus armas con cierto español recalcitrante de la comarca, por defender la abolición de la esclavitud; de cuya acción salió airoso, hecho que motivó comentarios por mucho tiempo.

 

Con fecha indeterminada viaja hacia Barcelona, España; estudia la carrera de Derecho y regresa para 1847.

 

La temperatura política y conspirativa en Matanzas era alta y de inmediato se incorporó a esta obra.

 

El período de 1845 a 1855, se caracteriza por el apogeo de las ideas anexionistas que defendían no solo los esclavistas, sino también otras clases y hasta el mismo pueblo, con la esperanza de que el desarrollo y el bienestar llegaran por esa vía. Fue el caso de los encartados por la adquisición clandestina de armas, devenido en la acción conocida como “El combate del Yumuri”.

 

El 8 de octubre de 1850, durante una fiesta en los suburbios y valiéndose del bullicio, un hombre parado sobre una mesa comunicaba una triste realidad: el movimiento insurreccional había sido detectado,… debía adelantarse el objetivo por el que se trabajó por tanto tiempo y era preferible morir en la acción que sentarse a esperar la represión anunciada, ese hombre era Juan Arnao. En aquel momento una voz femenina interrumpe y expresa: … “Pues si es verdad que esta noche van a prender a muchos cubanos y a violar a las doncellas como dice este hombre que está hablando, y a matar gente como en el matadero y los hombres lo consienten, que nos den los calzones y se pongan ellos las sayas” era Marina Manresa figura que representa dignamente a la mujer cubana, rescatada para la historia por el propio Juan Arnao en su libro Páginas para la Historia de la Isla de Cuba.

 

… La cita era en el río con todos los complotados y la señal para reunirse sería el doble de ánimas de las campanas de la iglesia central; tomarían las armas para asaltar la casa del gobernador y luego se alzarían en los campos cercanos y esperarían por Narciso López.

 

Cae la noche y Marina Manresa llega con el aviso de que nuevamente habían sido delatados, cuando escucha al sereno del barrio decir: “en el río va a correr la sangre”, no dieron crédito a sus palabras, le exigieron retirarse, pero Marina quedó oculta para apoyar la acción.

 

Allí, cuatro patriotas encabezados por Juan Arnao y a punto de tomar las armas, fueron sorprendidos por los españoles. Eran 120 soldados debidamente armados. Los patriotas dando vivas a la patria, intentaban llamar la atención de los convocados, que eran más de 100 y no asistieron a la cita; quizás para algunos era temprano o aún no estaba bien arraigado el sentimiento patriótico, como para dar la vida.

 

Uno escapó, dos fueron apresados; Arnao en medio de la oscuridad, se defendió y se abrió paso con un cuchillo. ¡A cuchillo! Así entró a la historia, nuestro hombre, maltrecho y herido de bala se ocultó y al recuperarse, se lanzó al río y lo vadeó en medio de una noche tormentosa con fuerte lluvia y viento, hasta ganar la orilla.

 

Hubo varios heridos y algunos muertos, muchos por la oscuridad de la noche; fue la primera vez en la historia, que se derramó sangre cubana y española en un encuentro armado. Un traidor puede más que un ejército, pero jamás contra el ejército de la historia.

 

Nuestra Marina, convertida en una heroína mitológica para aquellos tiempos, cayó abatida muy cerca del río, primera sangre de mujer cubana derramada en una acción bélica.

 

La Conspiración de Ramón Pintó, con grandes recursos y aspiraciones, dispersa en toda la Isla, aceptaba en sus filas blancos, negros, ricos y pobres “siempre que estuvieran dispuestos a luchar por la libertad de Cuba”.

 

Juan Arnao, luego de descubierta la conspiración y condenado Ramón Pintó a garrote vil el 22 de marzo de 1855 a la vista pública, en la plaza de la Fortaleza de la Punta; fue detenido junto a muchos de los implicados y encarcelado en las mazmorras de un barco de guerra español. Otros fueron condenados sin estar presentes; como Rita Balbín, cubana que Arnao rescata para la historia; condenada a un año de prisión en “Las recogidas” y asesinada al intentar fugarse.

 

Pido permiso a los lectores, para que Juan Arnao, Marina Manresa y Rita Balbín pasen al Altar de la Patria. Ellas, siempre acompañadas por un ramo de mariposas y nomeolvides.

 

Tras una fuerte labor conspirativa y luego de ser apresado varias veces, apoya a Céspedes en el año 1868, como consumado independentista.  Vuelve a prisión durante 1869 en Jagüey Grande, en su intento de huir al oriente del país para unirse al Ejército Libertador.

 

Es deportado y comienza una nueva etapa: su misión en el extranjero, siempre perseguido por la Agencia Pinkerton.

 

Así lo tenemos en el vapor Lilliam en el año 1869, como capitán de la 5ta. Compañía de los “Cazadores de Hatuey”, vapor que comandaba Domingo de Goicuría, al que le salva la vida en medio de un amotinamiento de la tripulación, que afirmaba era un traidor. En esta expedición, se desarrollan hechos que superarían la mejor ficción, pero infelizmente fracasa.

 

Después del Zanjón vino a Cuba, pero, perseguido regresa al exilio.

 

Es presidente del Comité Revolucionario Cubano en 1884 y su primera tarea fue contactar a los jefes de la Guerra Grande, instándolos a unirse y continuar la lucha. Arregló varias expediciones, como la de Carlos Agüero ese mismo año y la de Limbano Sánchez en 1885.

 

Realizó labores de contrainteligencia y dirigió misiones en La Habana con agentes encubiertos. Fue miembro de la “Convención Cubana”, “Club Secreto” y fundador de varios Clubes Patrióticos.

 

Sesenta años de labor conspirativa, resume ser fundador del Partido Revolucionario Cubano, junto a su amigo y compatriota José Martí.

 

En el 1898 regresa a Cuba y decide vivir en Guanabacoa, donde lo ataban viejos lazos. Muere a los 88 años, el 6 de marzo de 1901, con espesa barba y melena, que prometió conservar mientras Cuba no fuera libre.

 

Para concluir esta breve reseña de la vida del patricio, quisiera resumir su bregar patriótico, con un fragmento de la carta dirigida al gran amigo Máximo Gómez:

 

“…como en un breve apéndice a la historia de sesenta años que bulle en mi mente réstame hablarle de mí en particular. Las heridas mortales, el encierro en los inmundos calabozos de las cárceles, la oscura prisión en el fondo de los barcos de guerra de la Marina Española, el confinamiento en los presidios de España y todas las privaciones sufridas en un destierro indefinido no han valido de nada. Soy un extranjero, desconocido y errante en mi país natal…”

 

Comentarios

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