Así zarparon nuestros expedicionarios aquel 25 de noviembre de 1956; desde Tuxpan Veracruz, México, llenos de esperanzas e ilusiones, en un yate llamado Granma y bajo la dirección del hombre más grande de todos los tiempos, su nombre: Fidel.

Pero los que conocemos bien de la historia y nos adentramos en el maravilloso mundo de la lectura, te decimos hoy que se compró una embarcación antes del Granma, sin llegar a lograrse los resultados deseados.

Nuestro Comandante en Jefe había investigado sobre unas lanchas rápidas muy buenas para operar de noche o en períodos de mala visibilidad conocidas como PT. Rápidamente contactó con los dueños de una de estas, evaluada en 20 000 dólares y pagó por adelantado 10 000 —para asegurar el contrato— el resto del dinero se pagaría al cerrar la adquisición de la nave.

Pero nunca se descansa de las artimañas del imperialismo. Para poder sacar la embarcación del territorio estadounidense se necesitaba un permiso especial de la Secretaria de Defensa de Washington. Cuando se obtuvo este permiso las autoridades norteamericanas se negaron al traslado de la nave y conjuntamente a la devolución del dinero adelantado. Así perdieron, los jóvenes del Movimiento 26 de Julio, una cifra considerable obtenida con esfuerzo.

Pero la intransigencia de Fidel y el coraje de aquellos 82 expedicionarios los llevó a encontrar el yate deseado. Ese que desde aquel entonces lleva por nombre, Granma y al que arribaron los valerosos tripulantes, demostrando que: ni los intensos mareos de los compañeros, ni el hermano caído al agua y rápidamente rescatado, impidieron que flaqueara el propósito de esta acción, solo cambió el arribo a nuestras costas, la noche de tormenta y mal tiempo, haciendo entrada a las aguas cubanas el día 2 de diciembre del año1956.

Pasarán muchos siglos y vendrán más generaciones llenas de grandes valores,  seguidoras del ejemplo de hombres como estos,  que brillaron con luz propia y demostraron, que siempre que  hayan  grandes hombres  regando lealtad y esperanza,se hace imposible que ningún imperio pueda empañar su valentía y sus principios.