Su capacidad analítica para ver más allá de lo evidente le permitió salir, llegar, entrar y triunfar aún cuando los cálculos matemáticos siempre mostraron la desventaja.

Aprendimos entonces a ser fidelistas, a plantar amor desde la entrega y gestar ideas para enraizarse en el patrimonio común. Él late en el corazón de esta Isla y sus lecciones guían cada uno de nuestros pasos.

Nos enseñó a compartir lo que tenemos, a seguir unidos contra lo imposible. El legado de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz está presente en lo que somos hoy los cubanos: una sociedad forjada en la voluntad de lucha y resistencia, de base martiana, la piedra angular de su pensamiento.

El humanismo resulta esencia de lo mejor de la ética universal y nacional; el amor a la Patria y el sentido de pertenencia inculcado a las generaciones de cubanos, hacen sentir cerca al líder de la Revolución. En ellos pensó cada vez que diseñaba una idea en su mente.

“Es importante que el pueblo sepa desde hoy y comprenda que la Revolución no podrá ser tarea de un día, ni de dos, ni de tres; que nuestros males no encontrarán solución de la noche a la mañana; que será preciso trabajar mucho; que al igual que la guerra no se ganó en un día, [...], la Revolución tendrá que realizarse también paso a paso, poco a poco y sin otra divisa también que la del triunfo”.

Cada máxima suya desbroza el camino por el que debemos transitar para vencer los imposibles; es núcleo fundamental de la ideología y eje de la política del país, y en ello va todo el coraje que nos identifica.

Mientras haya sobre nuestra tierra un hijo que ame a su patria, la existencia de Fidel será una espiral imborrable; garante para marcar siempre sobre el revés, la victoria. En su propia voz vibró esa absoluta certidumbre ante oportunidades y desafíos: «el pueblo cubano vencerá».