Yo no sé callar

19 de Noviembre de 2024

Portada y contraportada de la Novela “Yo no sé callar”. Foto: Del autor

 

Un día, ante la pregunta de quién fue Félix Varela,escuché las respuestas de algunos jóvenes:

 

«un cura», «un revolucionario», «un patriota», «quien nos enseñó primero en pensar».

 

No lograron decir mucho más.

 

Cada una de esas frases se clavaron en mi pecho por la triste verdad que encerraban, era en alguna medida un desconocido. «Imperdonable», me dije a mí mismo, y nació la idea de hacer alguna cosa que lo trajera al presente, y lo acercara a los jóvenes.

 

Comencé un proceso que más que una investigación, parecía una casa con cien puertas, porque cuando abría una, al frente tenía otra todavía más enigmática y mágica.

 

Me enamoré de su causa, que muchos años después, sigue siendo la mía.

 

¿Cómo se explica que falleciera pasados unos días del nacimiento de José Martí?

 

Mientras vivió fue el cubano de mayor proyección que se conozca. Su impronta la dejó en discípulos tan adelantados como José de la Luz y Caballero, José Antonio Saco y López Cisneros, Domingo del Monte y Aponte, Felipe Poey y José María Herediay Heredia.

 

Lo mandaron a matar más de una vez,porque siempre hubo infames que creyeron que la idea podía asesinarse, y como eso era imposible, desde alguna parte Varela me fue dictando palabras que, puestas en mis manos, se fueron convirtiendo en una novela, porque así fue su vida novelesca.

 

Este libro me permitió llegar a la Casa Editorial Verde Olivo, la que me ha dado la posibilidad de desarrollar dos de mis grandes pasiones, el amor por la escritura y por la historia. 

 

La obra resultante de mi investigación lleva por título: «Yo no sé callar», a lo que puedo añadir, como no sé callar, estoy obligado a señalar lo mal hecho y defender lo justo. Hoy lo más justo es traer a Varela al presente para que nos siga iluminando con su verbo encendido.

 

Es un libro complejo en su estructura, como compleja fue la vida de Varela, y se divide en tres partes principales («La impiedad», »La superstición» y «El fanatismo») como homenaje y guiño a su gran obra «Cartas a Elpidio», dedicada a los jóvenes. Este último, fue un texto amargo para él, porque una vez escrita la primera entrega —pagada con su exigua cantidad de dinero—, sufrió la acogida discreta de los cubanos.

 

Tal fue su decepción, que no se animó a escribir la segunda y tercera parte, y fue uno de los elementos que más influyó en que no regresara nunca a Cuba,incluso, después de la amnistía.

 

La obra contempla etapas fundamentales de su vida; cartas que enviara el presbítero a su amigo José de la Luz y Caballero, acá en Cuba, en las que cuenta sobre sus últimos días; y el plan para asesinarlo en Nueva York.

 

Son momentos particularmente importantes, enriquecidos con licencias que tomo como si describiera hechos que presencié o me contaron de primera mano, aunque en todos los casos descansan sobre verdades esenciales y comprobadas.

 

La correspondencia que envía Varela a su amigo entrañable José de la Luz y Caballero es fidedigna en fecha y algunos temas abordados, pero incluye otros elementos que ocurrieron en tiempos similares. De Lorenzo de Allo al sacerdote don Francisco Ruiz, no existió más que una carta, el resto recrea una realidad que bien pudo haber ocurrido; en ambos casos se ha respetado, la ortografía y estilo de entonces.

 

Sobre el plan para asesinarlo se conoce muy poco,y en la novela se cuenta cómo pudieron ocurrir los hechos; igual sucede con el hurto del acta bautismal de Varela, robada en la iglesia de su ceremonia, por cierto, donde también bautizaron a José Martí.

 

Invito a los lectores a recorrer estas páginas, que al concluir tienen el mérito de no ofrecer respuestas,sino preguntas.

 

La última hoja noserá el final del camino, sino el comienzo.

 

Es hora de que, al menos los jóvenes agucen su oído y escuchen con detenimiento lo que hoy más que nunca, Varela nos tiene que decir, porque, como dijera José de la Luz y Caballero:

 

«de ti puede decirse con más verdad que de ningún otro mortal, que haces lo que dices, y dices lo que sientes».

 

Referencia:

  • Rivera, O. (2024). Yo no sé callar. La Habana: Casa Editorial Verde Olivo.

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