Melba Hernández Rodríguez fue de esas personas que jamás se rindió. Combatía obstinadamente hasta el final con fuerza de voluntad, optimismo y una buena dosis de humor.

Sobre ella, bandera y símbolo de generaciones, trata la obra Melba mujer de todos los tiempos, nacida de la pluma inquieta de Margarita Ilisástigui Avilés y Gladys Rosa Álvarez Porro.

El libro, propone un acercamiento a la vida de esta infatigable luchadora que tan importante papel desempeñó en la historia cubana.

Entre sus páginas se prodigan hacia ella los mejores adjetivos, en el esfuerzo de traducir a palabras el arte del que se valió para llevar, con honor y dignidad, sus muchas glorias; conservar y desarrollar con los años su refinado gusto artístico y rigor intelectual; ser exigente a la hora del cumplimiento del deber y derrochar valor, amor, humildad y sencillez.

«Cuba tiene alma», escribió Melba en una ocasión a su esposo, Jesús Montané, cuando este guardaba prisión tras el desembarco de los expedicionarios del Granma. No era una idea abstracta o simplemente una frase bonita, sino algo palpable en la actitud de los cubanos de aquellos años, y que sigue presente en los que hoy enfrentan el enorme desafío de defender el socialismo.

Esa alma cubana vivirá por siempre. Nunca faltarán hombres y mujeres que, como Melba, hagan del deber, el patriotismo, la fidelidad, la solidaridad y el amor infinito el sentido supremo de sus vidas.