Guisa: una lucha de hombres contra aviones, tanques y artillería
Tras el fracaso de la ofensiva de verano del ejército de la dictadura, los rebeldes se prepararon para extender su territorio con la creación de nuevas columnas y frentes guerrilleros. Fidel concibió una operación para profundizar el cerco que sobre Santiago ya habían iniciado las fuerzas del comandante Juan Almeida Bosque. Se previó tomar Jiguaní, Baire, Contramaestre, Maffo, y Palma Soriano como parte de la ofensiva final del Ejército Rebelde. La operación Santiago comenzó con la batalla de Guisa (20-30 de noviembre de 1958).
El ataque comenzó cuando, el día 20, los rebeldes atacaron por sorpresa una patrulla del ejército —tres vehículos y 23 hombres—, que habitualmente hacía el recorrido Guisa-Bayamo, la cual resultó aniquilada.
A partir de ese día y durante diez más se combatió sin descanso en 18 acciones. El 23, una tropa del ejército trató de avanzar por el camino de El Corojo; pero fue rechazada. El 25, un batallón de infantería precedido de dos tanques T-17 embistió por la carretera Bayamo-Guisa en 14 camiones; pero fue atacado por los rebeldes que le cortaron la retirada y, con una mina, paralizaron uno de los tanques: quedaban así cercadas no solo la guarnición de Guisa, sino también el batallón de refuerzo —apoyado por la aviación—, que traía la misión de romper la defensa rebelde por el arroyo de Cupaynicú.
Un nuevo y más poderoso refuerzo intentaría, al día siguiente, sacar del cerco estas tropas; pero, aunque combatió durante todo el día, no lo logró. Los rebeldes capturaron tres camiones con armas y pertrechos. El 29 y el 30, nuevas fuerzas enemigas intentaron rescatar a los sitiados, sin lograrlo. Al fin, a las 4.00 p. m. del día 30, la guarnición enemiga abandonó el pueblo en precipitada fuga, dejando atrás armas y pertrechos y, en la noche, la vanguardia rebelde penetró en Guisa.
Esta victoria facilitó el avance sobre Baire, Jiguaní, Maffo, Palma Soriano y Santiago de Cuba.
Por la tiranía combatieron 2700 soldados enemigos, tanques medianos y ligeros, y una batería de obuses. Además, el adversario envió diez refuerzos, de los cuales ocho fueron rechazados, uno no fue detectado y penetró en Guisa, y el de mayor envergadura, aunque fue rechazado, logró evacuar una compañía. El ejército contaba con 12 hombres por cada rebelde. No obstante, sufrió alrededor de trescientas bajas entre muertos y heridos, y le fue capturada una gran cantidad de armas.
Fidel, en el parte trasmitido a través de Radio Rebelde, calificó esta batalla como «una lucha de hombres contra aviones, tanques y artillería […]».1También destacó el valor de Braulio Coroneaux Trimiño, capitán caído en el enfrentamiento, y de la escuadra del pelotón Mariana Grajales que participó en la acción.
«A pesar de que en Guisa, el ejército realizó los mayores empeños de toda la guerra por socorrer o evacuar una guarnición cercada, el puesto de mando de la zona de operaciones de Bayamo y el Estado Mayor no avizoraron la connotación estratégica que tuvo esta batalla, después de la cual el puesto de mando, con su capacidad combativa debilitada, concentró sus fuerzas en Bayamo; ello favoreció que el Ejército Rebelde continuara el desarrollo acelerado de la operación Santiago […].2
Referencia
1Fidel Castro: La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2010, p. 303.
2Roberto Pérez Rivero: «Batalla de Guisa: la derrota de un mito», en revista Bohemia, año 95, n.o 24, p. 71.




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