Zaragoza: la amistad, el amor y la solidaridad

Por María Luisa García Moreno
04 de Agosto de 2022

Imágenes: Bestard

Desde febrero de 1871 había llegado Pepe Martí, desterrado, a España y se asentó en Madrid. Fueron para él días difíciles por el recuerdo terrible de las canteras, porque su salud estaba muy resentida —había tenido que someterse a dos operaciones quirúrgicas a causa de la tumoración producida por el roce de los grilletes— y porque a la terrible noticia de los sucesos relacionados con los estudiantes de Medicina, se sumaba el hecho de que su amigo del alma, Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó era uno de los encartados.1

 

Tras el reencuentro con Fermín, ambos se trasladaron a Zaragoza para continuar allí sus estudios. A partir de sus recuerdos de esta tierra, donde concluyó el bachillerato y estudió sus dos carreras universitarias, escribiría el poema VII de los Versos sencillos, cuyas dos primeras estrofas dicen: Para Aragón, en España, / Tengo yo en mi corazón / Un lugar todo Aragón, / Franco, fiero, fiel, sin saña. // Si quiere un tonto saber / por qué lo tengo, le digo / Que allí tuve un buen amigo, / Que allí quise a una mujer.2

 

El amigo fue el pintor Pablo Gonzalvo Pérez (Zaragoza, 1828-Madrid, 1896), a quien Martí visitaba con mucha frecuencia, y resulta muy probable que esta relación haya contribuido a desarrollar su gusto por las artes plásticas. También hicieron amistad Pepe y Fermín con el autor dramático Leopoldo Burón, quien amparado en el supersticioso temor que sentía el público por el palco número 13, instalaba allí a los jóvenes desterrados, quienes así pudieron disfrutar de la vida cultural de la ciudad.

 

La mujer fue Blanca de Montalvo, considerada la primera novia de Pepe Martí y sobre la que expresó hermosas palabras: “Toda la vida de una mujer está en sus ojos, y eran aquellos ojos más claros que la luz, más puros que el amor primero, más bellos que la flor de la inocencia […]”.3

 

Allí en Zaragoza, seguramente a causa de la mejoría de su salud y del estímulo que para él significaba la compañía de Fermín, sus estudios avanzaron con celeridad. En junio de 1874, ya concluido el bachillerato, solicitó al rector de la Universidad autorización para rendir el examen de la licenciatura; para ello debía sacar al azar un tema y, en ese mismo momento, realizar una exposición oral. El día 30 efectuó su disertación y se licenció en Derecho Civil y Canónico. En agosto, matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras, como alumno de enseñanza libre. Muy pronto, el 24 de octubre, se presentó a examen, sacó a suerte un tema y realizó una brillante exposición con la que obtuvo sobresaliente y alcanzó su segundo título universitario, esta vez como licenciado en Filosofía y Letras. No pudo costear los certificados del bachillerato y de sus dos carreras universitarias, lo cual le crearía no pocos trastornos, sobre todo, cuando, luego del Pacto del Zanjón, regresó a Cuba, ya casado con Carmen Zayas-Bazán y trató de buscar empleo como abogado y profesor.

 

Sin embargo, su poema es mucho más; es toda una declaración de principios como se aprecia en las estrofas que siguen: Allá, en la vega florida, / La de la heroica defensa, / Por mantener lo que piensa / Juega la gente la vida. // Quiero a la tierra amarilla / Que baña el Ebro lodoso: / Quiero el Pilar azuloso / De Lanuza y de Padilla.4

 

En enero de 1874, la situación política en España se había agravado: el general Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque (1827-1895) disolvió las Cortes mediante un golpe militar que puso fin a la República y al periodo democrático. Los republicanos de Zaragoza se levantaron en armas y construyeron barricadas en las calles, en lo que Martí catalogó como “heroica defensa”. Un cubano llamado Simón, que trabajaba en la casa de huéspedes donde vivían Pepe y Fermín, se unió a los sublevados. Hoy no sabemos ni el apellido de ese hombre; pero Martí lo inmortalizó con su palabra: “En Zaragoza, cuando Pavía holló el congreso de Madrid y el aragonés se levantó contra él, no hubo trabuco más valiente en la plaza del Mercado, en la plaza donde cayeron las cabezas de Lanuza y Padilla,que el del negro cubano Simón”.5 Pese al valor derrochado por los valientes zaragozanos, la insurrección fue aplastada. En su poema, Martí expresó una contundente declaración de solidaridad con la causa popular y mostró su admiración por el pueblo aragonés: Estimo a quien de un revés / Echa por tierra a un tirano: / Lo estimo, si es un cubano; / Lo estimo, si aragonés.6

 

Los Versos sencillos fueron escritos en 1890 y publicados en 1891; pero entonces, en 1874, en la Zaragoza sacudida por el levantamiento, el joven Martí, sin temor a señalarse, habló en una velada realizada para recaudar fondos con los que ayudar a los familiares de los caídos en defensa de la República y puso en alto el sentimiento de solidaridad con cualquier causa justa.

 

Referencias:

 

  1. Como resultado del proceso, fue condenado a seis años de prisión; pero esa pena le fue conmutada por el destierro y en junio de 1872 se reunió con Martí en Madrid, lo que fue para ambos una gran alegría.
  2. Martí, J. (2007).  “VII”, Obras completas, t. 16, Centro de Estudios Martianos, La Habana, pág. 74-75.
  3. Ripoll,C.La vida íntima y secreta de José Martí (internet).
  4. Se refiere al río Ebro y la iglesia del Pilar. El magistrado Juan de Lanuza y Padilla, en 1591, intentaron defender los fueros (poderes, jurisdicción) de Aragón frente a los afanes absolutistas del rey Felipe II y convocaron a los pueblos y ciudades de Aragón y también a valencianos y catalanes; pero no contaron con el apoyo de los grandes señores. El ejército real tomó Zaragoza y reprimió a los amotinados. En 1904, sus figuras fueron reivindicadas. Lanuza y Padilla son símbolos de la rebeldía de Aragón.
  5. Martí, J. “Un español”, en ob. cit., t. 4, p. 391.
  6. ______: “VII”, ob. cit.