Una visión diferente de La Edad de Oro

Por: María Luisa García Moreno
19 de Abril de 2024

Ilustración: Luis Bestard

A 134 años de su creación, asombra la extraordinaria vigencia de La Edad de Oro, obra escrita con el propósito de “[…] llenar nuestras tierras de hombres originales, criados para ser felices en la tierra en que viven, y vivir conforme a ella, sin divorciarse de ella, ni vivir infecundamente en ella […]”.[1]  A ese propósito se entregó José Martí con todo su corazón y pese a sus múltiples ocupaciones; sin embargo, solo vieron la luz cuatro números, a causa de algunas discrepancias acerca de cómo educar a la infancia con el brasileño Aaron Da Costa Gómez, quien financiaba la empresa.

 

La Edad de Oro, cuyo primer número salió en julio y se distribuyó en agosto de 1889, sigue siendo hoy un paradigma de lo que ha de ser la literatura infantil; pero, en realidad, es mucho más. Durante mucho tiempo y de acuerdo con esa idea de que el Apóstol era hombre de letras y no de acción, se ignoró la magnitud del pensamiento militar estratégico desarrollado por nuestro Héroe Nacional. Hoy se sabe que el grado de mayor general alcanzado en la manigua, no fue un gesto amable de Gómez y otros oficiales mambises, sino el justo reconocimiento a la magna obra de un hombre que, siendo un niño aún, fue ya un combatiente clandestino, y que, sobre la base del análisis de la Guerra de los Diez Años, las guerras independentistas americanas y otras contiendas bélicas de su tiempo, así como el conocimiento de lo mejor del pensamiento militar de su época, fue capaz de desarrollar una avanzada estrategia político-militar, en la cual la guerra era solo un medio para conseguir la independencia y, en consecuencia con ese propósito, se dedicó a unir a los viejos luchadores con “los pinos nuevos” y a levantar sobre sus hombros la guerra libertaria.

 

 

Ese pensamiento se halla disperso en la vastísima obra del Maestro. No obstante, si en alguno de sus trabajos puede verse una recopilación de esas ideas es, precisamente, en su revista infantil. Por eso, en ese texto, los cubanos bebemos las primeras lecciones de honradez y patriotismo. A ello hizo alusión Fidel en La historia me absolverá: “Se nos enseñó que para la educación de los ciudadanos en la patria libre, escribió el Apóstol en su libro La Edad de Oro: ‘[…] Un hombre que se conforma con obedecer leyes injustas, y permite que le pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado […]’”.[2]

 

 

Muchas son las lecciones que para defender la Patria pueden leerse en este precioso texto, donde, entre otras muchas ideas, por ejemplo, dice Martí en su versión de “Los dos ruiseñores”: “[…] ¡Cuando no hay libertad en la tierra, todo el mundo debe salir a buscarla a caballo!”;[3] o en “Las ruinas indias”: “[…] todo hombre ha de aprender a trabajar en el campo, a hacer las cosas con sus propias manos, y a defenderse”;[4] o en “La última página” del primer número: “[…] se ha de estar pronto a pelear para cuando un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo”.[5]

 

 

Por el tema, esa intencionalidad se hace más evidente en “Tres héroes”, reflejo de la profunda admiración de José Martí por los héroes que arrancaron la América al león español; pero es más que eso. ¿Acaso no hay una clara visión de lo que hoy llamamos “guerra de todo el pueblo” en la siguiente idea martiana: “Cuando Napoleón entró en España para quitarles a los españoles la libertad, los españoles todos pelearon contra Napoleón: pelearon los viejos, las mujeres, los niños”?[6] Y ¿no hay una profunda diferenciación de los guerreros más allá de sus éxitos militares cuando afirma: “[…] Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres […] Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otros pueblos sus tierras, no son héroes, sino criminales”?[7]

 

 

En cada hogar cubano ha de haber un ejemplar de este extraordinario libro donde el Maestro enseña “sin enseñar” y donde, además de otros muchos e interesantes saberes, siembra el amor a la humanidad, a nuestra América y a la Patria, y convoca a su defensa. La Edad de Oro, más allá de ser paradigma de lo que debe ser la literatura para niños y adolescentes, es evidencia de la certidumbre martiana de que, desde edades bien tempranas, los ciudadanos de un país han de tener en sus corazones un gran amor a la tierra en que nacieron y prepararse para defenderla a toda costa.

 

 


[1] José Martí: “Carta a Manuel Mercado”, 3 de agosto de 1889, en Pedro Pablo Rodríguez (comp.): De su puño y letra: JoséMartí, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2016, p. 229.

[2] Fidel Castro: La historia me absolverá, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2016, pp. 155-156.

[3]Ibidem, p. 492.

[4]Ibidem, p. 383.

[5]Ibidem, p. 349.

[6]Ibidem, p. 307.

[7]Ibidem, p. 308.