Un pino nuevo: Juan Bruno Zayas Alfonso

Por María Luisa García Moreno
08 de Junio de 2022

Ilustración: Juan Bruno Zayas. Foto: Bohemia

En su discurso del 27 de noviembre de 1891, pronunciado en el Liceo Cubano de Tampa, en conmemoración del asesinato de los estudiantes de Medicina en La Habana veinte años antes, pronunció Martí hermosísimas palabras que revelan su comprensión de la muerte como parte de la existencia misma: “Otros lamenten la muerte necesaria: yo creo en ella como la almohada, y la levadura, y el triunfo de la vida”.1 Y añadió: “[…] la muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así, de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria!”2

 

Se refería, por supuesto, el Apóstol, al brutal asesinato de aquellos jovencitos, estudiantes de primer año de Medicina, inocentes de rayar la tumba del español;3 pero culpables de amar a su patria como también lo eran los caídos en las guerras libertarias. Por eso, cuando exhorta “Cantemos hoy, ante la tumba inolvidable, el himno de la vida”, está hablando de todos los caídos y, en magnífica imagen poética, alude a un paisaje en el que “un pino, desafiando la tempestad, erguía entero, su copa” y “en torno al tronco negro de los pinos caídos, los racimos gozosos de los pinos nuevos”. Porque no puede olvidarse que ya, para entonces, Martí estaba planeando una nueva guerra por la independencia y, para ella, se requería que las nuevas generaciones que no habían combatido, pero llevaban a Cuba en el corazón, formaran filas junto a los veteranos de las anteriores contiendas.4

 

Y uno de esos pinos nuevos que se incorporó a la guerra del 95 fue sin duda el joven médico habanero Juan Bruno Zayas Alfonso, quien había na­cido el 8 de junio de 1867 y, con 28 años, se alzó el 25 de abril de 1895 al frente de un grupo en Vega Alta, Las Villas. Martí y el joven Zayas no se conocieron; pero eso no impide que su ferviente patriotismo los hermanara.

 

Con grado de teniente coronel estuvo Zayas al frente del regimiento de infantería Narciso; aunque muy pronto, en junio, pasó a comandar el de caballería de Villa Clara con el que ganó el grado de coronel y participó en diversas acciones combativas.

 

El 15 de diciembre de 1895, destrozados ya los hispanos en Mal Tiempo, se vio arribar una nutrida tropa (diversas fuentes revelan que entre 400 y 700 jinetes), que en principio se pensó que era española; sin embargo, pertenecían al 4to cuerpo y los dirigía el coronel Juan Bruno Zayas Alfonso, quien venía a sumarse a la columna invasora, con la cual participaría en numerosos combates y entraría a Mantua el 22 de enero de 1896 al frente de la vanguardia de la columna invasora. Fue uno de los firmantes del acta allí levantada, al siguiente día, que daba por concluida la invasión.

 

Después continuó combatiendo a las órdenes de Maceo durante la prime­ra campaña de Pinar del Río y lo acompañó durante su regreso a La Habana y Matanzas. El Titán entregó al general en jefe la propuesta de ascenso a general de brigada de Zayas en documento fechado en Nueva Paz el 21 de febrero, y el Consejo de Gobierno la aprobó el 8 de abril.

 

A mediados de marzo, cerca de Batabanó, el general Antonio le asignó la misión de marchar hacia Las Villas para organizar una brigada volante que operara al este de la trocha de Mariel a Majana. En Las Villas participó en importantes combates y, a mediados de mayo, emprendió el regreso a occi­dente con más de quinientos hombres; pero la tenaz persecución de los españoles lo obligó a combatir y sus fuerzas quedaron mermadas, por lo que contramarchó hacia Sagua la Grande. El 8 de junio reemprendió su avance hacia occidente, esta vez con unos doscientos hombres.

 

Ya en La Habana, el 30 de julio de 1896, el enemigo atacó su campamento en la finca La Jaima, Quivicán, acción en la que recibió heridas morta­les, que privaron a la revolución de su joven vida. Al morir, Juan Bruno Zayas era el general más jo­ven del Ejército Libertador: ¡otro pino nuevo caído en aras de la libertad patria!

 

Referencias:

 

  1. José Martí: “Los pinos nuevos”, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 283.
  2. Ibidem, p. 284.
  3. Los estudiantes habían sido acusados de rayar el mármol de la tumba del ultrareaccionario periodista español Gonzalo Castañón. Años después, Fermín Valdés-Domínguez, quien estuvo acusado en ese proceso, logró que el hijo de Castañón reconociera que el sepulcro de su padre no había sido dañado por los estudiantes.
  4. José Martí: Ob. cit., p. 286.