“Un drama terrible”; denuncia martiana contra la injusticia de la justicia norteamericana

Por María Luisa García Moreno
11 de Noviembre de 2022

Foto: Imagen del Smithsonian's National Museum of American History.

En el trabajo, Martí se refiere al movimiento huelguístico que se dio en Chicago en mayo de 1886 en pro de la jornada de ocho horas. Aunque el proceso de huelgas llevaba años teniendo lugar, y ya Martí se había referido a él, en esta ocasión, miles de fábricas quedaron paralizadas y 340 000 obreros salieron a las calles a reclamar sus derechos.

 

Con lenguaje casi cinematográfico, describe el Apóstol la situación del obrero, la miseria de sus familias: “Cree el obrero tener derecho a cierta seguridad para lo porvenir, a cierta holgura y limpieza para su casa, a alimentar sin ansiedad los hijos que engendra, a una parte más equitativa en los productos del trabajo de que es factor indispensable, alguna hora de sol en que ayudar a su mujer a sembrar un rosal en el patio de la casa, a algún rincón para vivir que no sea un tugurio fétido […]”.1 Y se refiere a la reiterada carencia de justicia como causa de la irritación creciente, que  llevó a los trabajadores a escuchar la prédica anarquista y a dejarse llevar por la violencia —“[…] ¡mejor es hacer volar a diez hombres con dinamita, que matar a diez hombres, como en las fábricas, lentamente de hambre!”.

 

Así en la plaza Haymarket, el 4 de mayo, estalló una bomba que causó víctimas entre los agentes policiales: “[…] tendió por tierra las filas delanteras de los policías, dejó a uno muerto, causó después la muerte a seis más y abrió en otros cincuenta heridas graves […]”. Una vez repuestos, los sobrevivientes “[…] saltan por sobre sus compañeros a bala graneada contra los trabajadores que le resisten […]” provocando una masacre.Perseguidos como fieras fueron detenidos los dirigentes anarquistas y socialistas de la ciudad, cuatro de los cuales fueron ahorcados un año y medio después.

 

En su crónica, Martí describe a cada uno de los implicados en el juicio y, sobre todo, la vida del obrero: “[…] sin que haya más fuego en las estufas, ni más pan en las despensas, ni más justicia en el reparto social, ni más salvaguardia contra el hambre de los útiles, ni más luz y esperanza para los tugurios […]”.

 

El Maestrodenuncia con vigor el proceso judicial, en el que los jueces se “[…] pusieron de parte de los privilegios, en este proceso que ha sido una batalla, una batalla mal ganada e hipócrita […]”; “[…] una acusación concreta que no llegó a probarse […]”. Y precisó que los fiscales no habían podido demostrar “[…] que losocho anarquistas, acusados del asesinato del policíaDegan, hubiesen preparado, ni encubiertosiquiera, una conspiración que rematase en sumuerte […]”.

 

Al respecto, su palabra resulta concluyente: “[…] ¿El proceso? Los siete fueron condenados a muerte en la horca, y Neehe a la penitenciaría, en virtud de un cargo especial de conspiración de homicidio de ningún modo probado, por explicar en la prensa y en la tribuna las doctrinas cuya propaganda les permitía la ley […]”. Vale aclarar que en 1893, el gobernador de Illinois indultó a los tres condenados que no habían sido ejecutados e hizo notar que la acusación fiscal nunca había descubierto quién había tirado la bomba.

 

En fin, uno más entre los múltiples procesos judicialesamañados que han tenido lugar en Estados Unidos. Más allá del archiconocido caso contra los Cinco Héroes, en los albores de la historia de ese país, está el caso de Mary Surrat, madre de uno de los conjuradosen el asesinato de Abraham Lincoln. ¿Sus delitos? Ser católica sureña, tener trato con sus huéspedes y ser madre de uno de los implicados. Está, en la década del cincuenta del pasado siglo, el caso montado contra los esposos Rosenberg, acusados sin pruebas de vender a la antigua Unión Soviética el secreto de la bomba atómica; Julius y Ethel fueron condenados a morir en la silla eléctrica. Está el proceso contraMumia Abu-Jamal, periodista y escritor afronorteamericano, prisionero desde el 9 de diciembre de 1981, cuando lo balearon, golpearon, detuvieron e inculparon por el asesinato de un policía, para luego condenarlo a muerte en un juicio racista e injusto; luego de treinta añosen el pabellón de la muerte, su pena fue conmutada por la de cadena perpetua (2011). Son solo ejemplos acerca de la parcialidad de la justicia yanqui.

 

El caso de los obreros de Chicago, convertidos por el mundo enlos mártires de Chicago, y la fechaen jornada de lucha porlas reivindicaciones obreras, es un ejemplo más de la injusticia de la justicia norteamericana. La crónica escrita por Martí revela su elevada sensibilidad ante los problemas sociales de su tiempo.