“Con todos y para el bien de todos”: canto de unidad y combate

Por: María Luisa García Moreno
Ilustración: 
01 de Diciembre de 2022

Martí habla a la emigración. Ilustración. Ilustración: Bestard

Luego del abandono de la esposa y el hijo (agosto de 1891), y de renunciar a los consulados de Uruguay, Argentina y Paraguay, Martí quedó libre de compromisos y se entregó para siempre a Cuba.

 

En noviembre, fue invitado por el presidente del club Ignacio Agramonte, de Tampa, a una fiesta artístico-literaria. Llegó en la medianoche del 25, bajo un aguacero; a pesar de ello, era esperado por una cincuentena de personas que lo acompañó hasta el Liceo, donde pronunció breves palabras, al igual que en la tabaquería de Martínez Ibor, donde en la mañana del 26, su voz cálida sustituyó a la del lector habitual.

 

En la noche, en el Liceo Cubano, tras las vibrantes notas del himno patrio, se escuchó la voz estremecedora del orador: «Cubanos: Para Cuba que sufre, la primera palabra. De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella […] Yo traigo la estrella, y traigo la paloma, en mi corazón».[1]

 

Desde el inicio hace su declaración de principios y expresa con palabras hoy recogidas en nuestra Constitución, que escogía entre los bienes de la república que aspiraba a fundar “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”; añade una idea que nos identifica: «[…] En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre […]»; y cierra ese primer momento con una idea que caracteriza la república martiana: «[…] O la República tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio integro de sí y el respeto […]  al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre,—o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos […]».

 

Habla de la guerra, necesaria, inevitable y próxima: «[…] Su derecho de hombres es lo que buscan los cubanos en su independencia; y la independencia se ha de buscar con alma entera de hombre […]». Vale aclarar que para Martí la palabra hombre no alude a género, sino a ser humano. Precisa que no se buscan «[…] en este nuevo sacrificio, meras formas, ni la perpetuación del alma colonial en nuestra vida, con novedades de uniforme yanqui, sino la esencia y realidad de un país republicano nuestro»: ni españoles, ni yanquis: ¡cubanos!

 

Explica que en todo proceso transformador siempre hay desafectos que tratan de desvirtuar la verdad, de romper la unidad haciendo a un lado a determinados sectores, en este caso, negros y españoles. Al respecto expresa: «[…] ¿Le tendremos miedo al negro, al negro generoso, al hermano negro, que en los cubanos que murieron por él ha perdonado para siempre a los cubanos que todavía lo maltratan? […]»; y más adelante: «[…] ¡Por la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la libertad! […]».

 

Y fustiga enérgico:«[…] A quien crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por sí en la tierra creada por su valor […]»; así defiende la capacidad de nuestro pueblo para construir sus sueños, como había hecho en «Vindicación de Cuba».

 

Por último, concluye con su verbo arrebatador: «[…] ¡alcémonos para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla […] Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: “Con todos, y para el bien de todos”».

 

Los postulados de este discurso son válidos, quizás con la única excepción de que hoy no se nos llama a la batalla para conquistar la independencia; aunque sí enfrentamos una guerra no convencional para preservar nuestros principios y nuestra soberanía.

 

 


[1] José Martí: “Discurso en el Liceo Cubano de Tampa”, 26 de noviembre de 1891, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 265-279. Todas las citas han sido tomadas de este discurso.