Precursora en la lucha por los derechos de la mujer
El 7 de febrero de 1901 murió, en Madrid, Ana Betancourt, patriota cubana nacida en Camagüey el 14 de diciembre de 1832. Se le considera precursora en la lucha por los derechos de la mujer; pero ¿sabes por qué?
Era el 10 de abril de 1869 y Guáimaro era toda una fiesta: allí se congregaban los representantes del pueblo de Cuba en armas para aprobar nuestra primera Constitución y crear la República de Cuba en Armas. De día, sesionaba la Asamblea Constituyente y, en la noche, «[…] en la plaza es la cita, y una mesa la tribuna […] la elocuencia es arenga […]».1
Allí, una camagüeyana alzó su voz a nombre de las cubanas todas. Era Ana María de la Soledad Betancourt Agramonte, de quien nuestro Martí expresó: «[…] una mujer de oratoria vibrante […] anuncia que el fuego de la libertad y el ansia del martirio no calientan con más viveza el alma del hombre que la de la mujer cubana».2
Y es que Ana fue una mujer excepcional. Luego del alzamiento de Las Clavellinas (4 de noviembre de 1868) convirtió su casa en centro revolucionario: allí se depositaban armas, pertrechos, medicamentos y otros recursos útiles, que luego se harían llegar al territorio de Cuba Libre; se albergaban combatientes y emisarios, se escribían proclamas, y de una y mil formas se luchaba por la independencia patria hasta que, asediada, Ana tuvo que refugiarse en la manigua insurrecta.
Envió a la Asamblea una petición de igualdad de género, que Ignacio Agramonte leyó en la sesión matutina. Luego, en la noche, la propia Ana hizo uso de la palabra y recibió una estruendosa ovación cuando expresó: «Ciudadanos: la mujer en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba paciente y resignada esta hora hermosa, en que una revolución nueva rompe su yugo y le desata las alas. Ciudadanos: aquí todo era esclavo: la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de libertar a la mujer».3
Tan singulares palabras merecieronuna respuesta de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, primer presidente de la República de Cuba en Armas, quien, solemne, afirmó: «Usted se ha ganado un lugar en la historia. El historiador cubano tendrá que decir: Una mujer, adelantándose a su siglo, pidió en Cuba la emancipación de la mujer».4
Y tenía razón Céspedes. No olvidemos que Clara Zetkin (1857-1933), símbolo del movimiento feminista mundial, era en 1869 una niña; de modo que nuestra Ana es, sin lugar a duda, precursora de ese movimiento universal.
La disposición de la patriota de entregar, incluso la vida por la libertad, quedó probada cuando, sorprendida por una guerrilla española, fue apresada, mantenida durante dos meses a sol y lluvia bajo una ceiba, sin que lograran que vacilara en sus principios. Sufrió, incluso, un simulacro de fusilamiento.
Radicada en Nueva York y acompañada de Emilia Casanova —patriota y esposa de Cirilo Villaverde—, visitó al presidente norteamericano Ulysses S.Grant, para que intercediera a favor de los estudiantes de Medicina, presos en noviembre de 1871 y después sacrificados en uno de los crímenes más horrendos cometidos por el colonialismo español en Cuba.
En Ana tenemos un hermoso ejemplo de patriotismo y entrega a la independencia patria.