«Nuestra América»: palabra martiana de hoy

Por: María Luisa García Moreno
Ilustración: 
08 de Junio de 2024

Composición gráfica: Lozano

Publicado por primera vez en La Revista Ilustrada de Nueva Yorkel 1.o de enero de 1891 y, muy poco después, el 30 de enero del propio año, reproducido en El Partido Liberal, de México, a 132 años de su publicación el ensayo «Nuestra América» mantiene plena vigencia, tanta, que la segunda fecha fue proclamada como Día de la dignidad de Nuestra América, en la primera Conferencia internacional por el equilibrio del mundo (2003).

 

Hoy, el colosal ensayo nos sigue alertando de «los gigantes que llevan siete leguas en las botas», «de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos»; a la vez reclama que «Lo que quede de aldea en América ha de despertar», porque «[…] Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada […]». Y añadió premonitorio: «No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica […] para […] un escuadrón de acorazados».[1]

 

Martí no se conforma con alertar acerca del peligro imperialista y las intenciones yanquis de dominar la América toda. También habla de la necesaria unidad de los pueblos del continente:

 

«[…]Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos […]¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes».Y esa unidad debe estar sustentada en el amor y el orgullo por nuestros orígenes y por las civilizaciones maravillosas que poblaron estas tierras y fueron masacradas por el conquistador español.

 

De igual modo, advirtió el Apóstol que«[…] el buen gobernante en América […] es el que sabe […] con qué elementos está hecho su país […]». Y añadió: «[…] El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país».

 

El imperialismo bien sabe de las secuelas acumuladas durante siglos de colonización y neocolonización, sabe que su solución no es tarea de un día ni de un año, y está ahí, esperando el minuto justo en que los pueblos se cansen: «El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa», dice el Apóstol.

 

El antimperialismo y el americanismo no son las únicas lecciones de este trascendente ensayo; he aquí otra idea plena de vigencia: «[…] Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden […]».¿Acaso esas palabras no exhortan al heroísmo cotidiano, ese que, ajeno a la corrupción y las indisciplinas, ha de centrarse en el desarrollo de nuestro hermoso proyecto social?

 

Sin embargo, nos dice Martíayer como hoy,para América, «[…]la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!».

 

A pesar del auge de la reacción, este continente está en un buen momento de nacionalismo, de antimperialismo, de unidad… La Revolución Cubana ylos movimientos revolucionarios y progresistas ocurridos en América, la labor de líderes de la talla de Fidel, del solidario López Obrador, el combativo Lula, el siempre presente Díaz-Canel… son muestra de ello: «[…] ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!». Hoy esa semilla florece.

 

 


[1]José Martí: «Nuestra América», en Obras completas, t. 6, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 15-23. Todas las citas han sido tomadas de esta obra.