Nace el partido de la unidad

Por María Luisa García Moreno
12 de Abril de 2022

Ilustración: Luis Bestard Cruz

Tras el definitivo abandono de la esposa, quien además lo privó de la presencia del hijo amado, Martí quedó absolutamente libre para entregarse a Cuba por entero.

 

En noviembre de 1891 fue invitado a participar en una velada artístico-literaria en el club Ignacio Agramonte de Tampa, ciudad a la que llegó en la medianoche del día 25 bajo un fuerte aguacero; a pesar de ello, una cincuentena de personas lo esperaba y lo acompañó hasta el Liceo Cubano, donde pronunció breves palabras.

 

Al día siguiente, lo llevaron a una importante tabaquería, la de Martínez Ibor, donde sus vehementes palabras sustituyeron a las del lector habitual. Y en la noche, en el Liceo Cubano, tras las vibrantes notas del himno patrio, se escuchó: “Para Cuba que sufre, la primera palabra [...]”.1

 

El 27 participó en una reunión cuyo objetivo era fundar la Liga de Instrucción, análoga a la neoyorkina. En la noche, en el Liceo, en la veladade homenaje a los estudiantes de Medicina fusilados en 1871, pronunció el discurso conocido como “Los pinos nuevos”: un llamado a continuar la lucha iniciada por los padres fundadores de la nación cubana.

 

El 24 de diciembre arribó de nuevo a Tampa y, al siguiente día, partió hacia Cayo Hueso, el llamado Peñón Heroico, en cuyo muelle lo aguardaba una multitud que lo acompañó hasta el hotel, donde improvisó un discurso parado sobre una silla. Amaneció con fiebre y el médico le impuso reposo; pero Martí aprovechó su forzada reclusión para conversar con los líderes de las organizaciones patrióticas que lo visitaron. Allí redactaron el Programa de lo que sería muy poco después el Partido Revolucionario Cubano (PRC).

 

El 3 de enero pudo ya presentarles un borrador de los documentos rectores,las Bases y Estatutos Secretos, que fue cuidadosamente analizado. La versión final fue aprobada en reunión con los presidentes de todos los clubes, celebrada en el propio hotel y ratificada durante una actividad en el club San Carlos.

 

En la velada de despedida se tocó una pieza titulada “El proscripto” o “La canción del delegado”, con texto escrito por el Apóstol a petición del tabaquero Benito O’Halaranse e interpretada por la niña María Josefa Granados, primera pieza musical dedicada a Martí y única cuya letra le pertenece.2

 

Partió hacia Tampa donde las Bases y Estatutos fueron aprobados por la Liga Patriótica Cubana y el club Ignacio Agramonte durante los días 8 y 9 de enero. Regresó a Nueva York con el corazón lleno de entusiasmo: contaba con el apoyo decidido de las dos más numerosas comunidades de emigrados cubanos.

 

A pesar de que su salud no andaba muy bien, continuó trabajando, infatigable, en la búsqueda de la unidad: se adhirieron al Partido en formación, el 24 de enero, los miembros del club Los Independientes y, el 21 de febrero, los clubes José Martí y Pinos Nuevos. En un mitin en Hardman Hall, el 14 de febrero, pronunció el discurso de 75 minutos conocido como “La oración de Tampa y Cayo Hueso”, en el que analizaba los resultados de su viaje a Florida con “un optimismo épico”.3

 

Fundó y dirigió Patria, cuyo primer número apareció el 14 de marzo, empeño en que su mano derecha fue el periodista puertorriqueño Sotero Figueroa. Además, lo apoyaban Gonzalo de Quesada, Tomás Estrada Palma y Benjamín Guerra.4

 

El 8 de abril fue elegido delegado por los clubes de Tampa, Cayo Hueso y Nueva York; el 10, las asociaciones de cubanos y puertorriqueños proclamaron el PRC. Ese día, elegido en homenaje a la Constituyente de Guáimaro (1869) quedó definitivamente constituido el partido que se encargaría de preparar la Guerra Necesaria.

 

A mediados de mayo se comunicó con los presidentes de los clubes, agrupados en Cuerpos de Consejo, para explicarles las tareas a realizar. Días después, el 29 de junio, se comunicó de nuevo con ellos para encargarles que, entre todos los militares graduados en la guerra, decidieran a quién encomendar “la ordenación militar del Partido”, tarea que recaería sobre el mayor general Máximo Gómez Báez.

 

Indetenible y siempre acompañado por pinos viejos y nuevos, Martí volvió a Tampa y a Cayo Hueso; estuvo en Ocala, Jacksonville, San Agustín, Filadelfia… Mucho quedaba por andar; pero ya la Revolución estaba en marcha y la primera tarea era, precisamente, cultivar la flor que le garantizaría el triunfo: la unidad.

 

Referencias:

 

  1. José Martí: “Discurso pronunciado en el Liceo Cubano”, conocido como “Con todos y para el bien de todos”, Tampa, 26 de noviembre de 1891, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 269.
  2. “El proscripto” o “La canción del Delegado” dice así: Cuando proscripto en extranjero suelo / La dulce patria de mi amor soñé / Su luz buscaba en el azul del cielo / Y allí su nombre refulgente hallé. // Perpetuo soñador que no consigo / El bien ansiado que entre sueños vi. / Siempre dulce esperanza va conmigo / Y allí estará en mi tumba junto a mí.
  3. Véase en esta página web “A propósito del 130 aniversario de ‘La oración de Tampa y Cayo Hueso’. ¡Un pueblo, sembrado de antorchas, detrás de la bandera única de la patria!”
  4. Véase en esta web “Patria: el corazón de un gigante. A propósito del 130 aniversario de su fundación”.