La Mejorana

PorMaría Luisa García Moreno
05 de Julio de 2022

Foto: Cortesía del autor

Era el 5 de mayo de 1895. Luego de su desembarco el 10 de abril, avanzaban José Martí, Máximo Gómez y un reducido grupo por la abrupta serranía. Iban al encuentro con Antonio Maceo por la zona de La Yaya, cerca de La Prueba, cuando el Titán les salió al paso y los condujo al ingenio La Mejorana, donde los esperaba un abundante almuerzo.

 

Luego, se apartaron y los tres grandes jefes hablaron; en su conversación se evidenciaron profundas discrepancias con respecto a la forma de gobierno: el héroe de Baraguá —lacerado por el recuerdo de lo ocurrido con la Cámara de Representantes durante la Guerra Grande— era partidario de una junta de generales que impidiera que los civiles interfirieran en la conducción de la contienda. Por su parte, Martí consideraba que debía establecerse un gobierno civil que, sin embargo, no restara libertad al mando militar para tomar las decisiones pertinentes a la marcha y los asuntos de la guerra. También se sabe que el Apóstol había enviado comunicaciones a los jefes de las diferentes zonas de operaciones para que eligieran su representante a la Asamblea de delegados del pueblo de Cuba, la cual debía realizarse en Manzanillo; pero el general Antonio no aceptó el sistema democrático y expresó que los cuatro representantes de Oriente serían designados por él.

 

Del momento en que se apartaron para conversar, escribió Martí en su diario: “No puedo desenredarle a Maceo la conversación[…] me habla cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante […] comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre,y el país, como país y con toda su dignidad representado”.1

 

Nada más se sabe hasta hoy de esta reunión. Gómez, como de costumbre, fue parco en su diario, donde escribió el día 6: “[...]nuestra amarga decepción de la víspera quedó curada con el entusiasmo y respeto con que fuimos recibidos por aquellas tropas”.2 Por el de Martí solo se conoce lo reseñado el día 5, dolido por la incomprensión de Maceo, quien, a su vez, estaba molesto “[…] por su reducción a Flor en el encargo de la expedición”;3las hojas correspondientes al día 6 fueron arrancadas.

 

Concluido el encuentro, Gómez continuaría su marcha hacia el Camagüey, con el fin de levantar la provincia en armas y activar las acciones de guerra, y Martí lo acompañaría; en el trayecto, planeaban entrevistarse con Bartolomé Masó.

 

Sin embargo, al día siguiente, cuando emprendieron la marcha, tropezaron con una de las avanzadas del campamento del general Antonio, quien, en homenaje al delegado, al general en jefe y a sus compañeros, pasó revista a la tropa. “¡Qué entusiasta revista la de los 3000 hombres de a pie y a caballo, que tenía (Maceo) a las puertas de Santiago de Cuba! […] ¡Qué lleno de triunfos y de esperanza Antonio Maceo!”,4 escribió Martí en carta a Carmita Miyares.5

 

Mariano Corona, director de El Cubano Libre, presente en la revista militar,expresó: “El entusiasmo fue delirante, la excitación inmensa; si en aquel instante España, con todos sus soldados, se hubiera atrevido a presentarse en aquella fiesta del patriotismo y del honor, desde entonces se hubieran vuelto rumbo a Europa […]”.6

 

No obstante, de lo escrito por cada uno de ellos se infiere que el enfrentamiento fue fuerte. Incluso, Martí escribió que Maceo le había dicho: “[…] lo quiero menos de lo que lo quería […]”.7No  puede olvidarse que eran hombres acostumbrados a mandar —Gómez y Maceo— y con gran poder decisión; pero por encima de cualquier disgusto estaban su patriotismo y su lealtad al compañero de armas.Y aunque hubiera desacuerdos, incluso fricciones graves, todo quedaría olvidado en bien de la Patria.

 

Nada más se sabe; sin embargo, mucho se ha elucubrado al respectode si trataron el tema de la invasión —fallado el alzamiento simultáneo, la invasión era el único modo de extender la guerra a toda la Isla: no era necesario discutirlo, en cuanto estuvieran creadas las condiciones mínimas se llevaría a cabo—; pero no son más que suposiciones. Lo cierto es, reitero, que no se han hallado pruebas documentales.

 

Los dos grandes guerreros tenían como misión levantar cada uno una provincia. Y así lo hicieron.

 

Referencias:

 

  1. José Martí: “De Cabo Haitiano a Dos Ríos”,  en Diarios de campaña, Biblioteca Familiar, s. e., s. c.,  s. a., pp. 31-32.
  2. Máximo Gómez: Diario de campaña, Edición del Centenario, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p. 282.
  3. José Martí: Ob. cit., p. 31. El 26 de febrero, Martí había escrito una carta a Maceo en la que, —puesto que el Titán afirmaba que no podría preparar la expedición con el dinero que el  Partido RevolucionarioCubano podía ofrecer y Flor Crombet aseguraba que podía hacerlo— le ordenaba subordinarse a Flor en lo relacionado con el traslado a Cuba. La carta es un modelo de energía y delicadeza; pero la orden debe haber herido a Maceo.
  4. José Martí: “Carta a Carmen Miyares de Mantilla”, 9 de mayo de 1895, en Obras completas, t. 20, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 230.
  5. Carmen Miyares fue para Martí consuelo y paz en su agitada vida. Se le conoce como la patriota del silencio.
  6. Varios: Revista Cubana. Homenaje a José Martí en el Centenario de su nacimiento, Publicaciones del Ministerio de Educación, La Habana, 1953, pp. 436-437.
  7. José Martí: Ob. cit., p. 31.