Martí, la madre y el anillo de Cuba

Por: María Luisa García Moreno
16 de Noviembre de 2022

Retrato al óleo del artista Herman Norman y foto de Antonio J. Estévez.

La vida de quien se entrega a una causa superior, a una causa sagrada, pone en tensión las relaciones con su familia, a no ser que dicha familia comparta sus ideales. No fue este último el caso de José Martí. Desde que, apenas adolescente, enfrentó al régimen colonial español, chocó con la incomprensión familiar. Esa incomprensión, a la larga, le costaría el fracaso de su matrimonio con Carmen Zayas-Bazán Hidalgo y el alejamiento de Pepito; pero ya antes, le había costado infinito sufrimiento.

 

En el siglo xixaún eran los hombres los encargados de sostener la familia y Pepe fue el único varón entre los ocho hijos de Leonor Pérez Cabrera y Mariano Martí Navarro. Como se sabe, tras una muy breve etapa de bienestar, luegodel despido del padre, la familia siempre vivió en medio de carencias que fueron creciendo en la medida en que Mariano envejecía. Todos esperaban que aquel único hijo varón, tan inteligente, proveyera su sostén. Sin embargo, Pepe pensaba siempre en la Patria…

 

Luego de su encarcelamiento y condena a trabajos forzados (1870), los sufridos padres, si bien no entendían su actuación, llegaron a admirar a aquel hombre entero en que se había convertido su hijo e hicieron hasta lo imposible por mejorar su destino. Gracias a sus esfuerzos, lograron que la pena le fuera conmutada por el destierro, primero a Isla de Pinos y luego a España, donde pudo completar sus estudios. Cuando se reencontraron en México (1875) y se percataron de sus primeros éxitos, volvieron a soñar con que de los esfuerzos filiales llegara el bienestar de su vejez. Sin embargo, muy pronto, sobre todo después de su segundo destierro (1879), Pepe se vio inmerso en sus dos pasiones: su trabajo y, sobre todo, Cuba.

 

Las cartas de la madre1 son un continuo rosario de quejas y reproches y ello es comprensible, porque también hay que mirar las cosas desde su punto de vista: aquella mujer era el pilar de su familia, a la que vivió entregada siempre y en la medida en que los años avanzaban, su vida se fue haciendo más y más angustiosa. Cuando el 2 de febrero de 1887, murió don Mariano, Leonor quedó devastada.

 

Poco después, el 22 de noviembre de ese mismo año, llegó doña Leonor a Nueva York. El hijo la llevó para la pensión de CarmitaMiyares,2 ya viuda de Mantilla, donde él vivía y donde la madre encontró el calor de una familia: María y Carmita, las niñas, eran toda ternura; también Manuelito,3 el mayor. Solo el cariño de aquellas gentes curaba en Martí el dolor por la ausencia de su Ismaelillo; aquel ambiente amoroso y la convivencia con el hijo amado también ayudaron a la sufrida madre a sanar sus heridas.

 

Por esos días, recibió Pepe de la madre el anillo de hierro con la inscripción “Cuba”, que había mandado a confeccionar con un orfebre amigo, Agustín de Zéndegui. El anillo estaba fabricado de un eslabón de la cadena que Martí había llevado durante el presidio en La Habana, la misma cadena que le había dejado secuelas y heridas.

 

Al recibir el aro que simbolizaba su entrega definitiva a la Patria, expresó: “Yo uso un anillo de hierro y tengo que realizar proezas de hierro. El nombre de mi país está grabado en él y he de vivir o morir por mi país”.4

 

Tras su caída en combate y captura por los españoles de sus restos mortales, el cadáver de Martí fue saqueado y robadas sus pertenencias, circunstancia a partir de la cual el anillo desapareció y hasta hoy no ha sido encontrado. No obstante, puede vérsele —aunque apenas sea un detalle en el conjunto de la imagen— en el retrato al óleo que le hizo el pintor Herman Norman y en la foto en que aparece junto a Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó y Francisco Gómez Toro, Panchito, tomada en Cayo Hueso, Florida, en 1894, por el fotógrafo Antonio J. Estévez.

 

En cuanto a la visita de doña Leonor a Nueva York,apenas duró dos meses, tras los cuales la madre regresó a Cuba el 27 de enero de 1888. Fue la última vez que se vieron.

 

Referencias:

 

[1] Las cartas de Leonor a su hijo pueden leerse en Luis García Pascual: Destinatario José Martí, Ediciones Abril, La Habana, 2005.

 

2 Carmen MiyaresPeoli (Santiago de Cuba, 1848-Nueva York, 1925). Leal compañera de Martí, quien lo apoyó y cuidó, sobre todo después de enviudar ella y producirse la ruptura definitiva del matrimonio de Martí con Carmen Zayas-Bazán. Endulzó con su cariño y su comprensión los últimos años de su vida. Se le conoce como “la patriota del silencio”.

 

3 Manuel Mantilla (Santiago de Cuba, 1870-Nueva York, 1896). Hijo mayor de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, dueños de la casa de huéspedes donde se alojó Martí y con quienes este estableció relaciones muy estrechas. Colaboró con Martí en el Plan de Fernandina bajo el nombre John Mantell y contribuyó a salvar buena parte del cargamento. Viajó con el Apóstol a Dominicana, con el propósito de marchar con él a la guerra en Cuba; pero tuvo que volver a Nueva York, donde falleció poco después a causa de una enfermedad.

 

4 Cit. por Enrique Milanés: “Anillo de amantes”, en http://pepitomarti.blogspot.com/2010/09/anillo-de-amantes.html