«Madre América» y el nuestro americanismo martiano

Por María Luisa García Moreno
14 de Mayo de 2025

Ilustración: Luis Bestrad

La preo­cupación martiana por el destino de nuestra América se evidenció también cuando, el 19 de diciembre, la Sociedad Literaria Hispanoamericana1 ofreció una velada en honor de los delegados la Conferencia Internacional Americana,2 en la cual Martí pronunció su bello discurso conocido como «Madre América».3

 

Comenzó refiriendo el júbilo por el encuentro con los delegados de«los pueblos que amamos», a pesar de sentirse «[…] el aire tétrico y plomizo animado como de sombras, sombras de águilas […]».Luego se refirió a los que mantenían«[…] la determinación de escribir, en una tierra que no es libre todavía, la última estrofa del poema de 1810 […]»,con lo que se aludía a la necesidad de concluir, con la independencia de Cuba y Puerto Rico, la epopeya libertaria que había comenzado en esa fecha. Y recalcó: «[…] por grande que esta tierra sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros […] es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez».

 

Evidenció su conocimiento de la historia estadounidense al afirmar: «De lo más vehemente de la libertad nació […] la América del Norte […]»; se regodeó describiendo quiénes eran y cómo pensaban los que emigraron de su natal Inglaterra para asentarse en las llamadas Trece Colonias, hasta que obtuvieron su independencia y describió la libertad alcanzada como «señorial y sectaria», «egoísta e injusta», asentada «sobre los hombros de una raza esclava», para, de inmediato, contrastar los orígenes de esa nación con «[…] los orígenes confusos, y manchados de sangre, de nuestra América». Una frase sintetiza la diferencia: «Del arado nació la América del Norte, y la Española, del perro de presa».

 

Describió con palabra precisa el genocidio que significó la conquista, en la que«[…] la soldadesca sobrante, criada con […] el odio a los herejes, se echó, de coraza y arcabuz, sobre el indio de peto de algodón. Llenos venían los barcos de caballeros de media loriga, de segundones desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clérigos hambrones […]». Narró cómo se aprovecharon de la generosidad de los nativos y de «las divisiones y celos» que existían entre ellos, y cómo impusieron en nuestras tierras la barbarie del Santo Oficio.

 

Destacó la rebeldía de nuestros pueblos: «El primer criollo que le nace al español, el hijo de la Malinche, fue un rebelde» y el heroico estallido redentor: «[…] Libres se declaran los pueblos todos de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohorte de astros […] ¡A caballo, la América entera! […]». Y habló del«clérigo de México», de «los indios venezolanos», «los rotos de Chile», «los cholos del Perú», «los negros», «los escuadrones de gauchos», «los pehuenches resucitados», «los araucos»… para rematar su idea: «[…] ¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola».

 

Y para afianzar el contraste, añadió: «[…]  Nunca, de tanta oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, más generoso, más firme […] Lo que no hemos hecho, es porque no hemos tenido tiempo para hacerlo, por andar ocupados en arrancarnos de la sangre las impurezas que nos legaron nuestros padres […]».

 

Concluyó su emotivo discurso con el deseo de que los delegados, al regresar a sus tierras, pudieran afirmar contentos: «¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos!».

 

Con profunda emoción deben haber oído los delegados la estremecedora explosión de amor a la gran patria americana y la preocupación por el peligro que sobre ella se ceñía.

 

Referencias:

 

1 Véase en esta página web, de María Luisa García Moreno: «Martí y la Sociedad Literaria Hispanoamericana».

2 Véase en esta página web, de María Luisa García Moreno: «Martí: ¿diplomático?».

3 José Martí: «Madre américa», en Obras completas, t. 6, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 131-140. Todas las citas proceden de este texto.