Las cartas testamento de José Martí. Su testamento literario

Por María Luisa García Moreno
01 de Abril de 2022

Ilustración: Luis Bestard Cruz

Ya en esta página web me he referido a la hermosa carta a la madre y a la dirigida a su amigo Federico Henríquez y Carvajal;[1] hoy daré una mirada a la destinada a otro querido amigo, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, su secretario en la Delegación del Partido Revolucionario Cubano, quien se desempeñaba también como redactor del periódico Patria y era frecuente orador en las conmemoraciones patrióticas. Terminada la guerra e instaurada la República —neocolonial— fue el primer embajador de Cuba en  Estados Unidos y logró que el 2 de julio de1903 se firmara el Tratado Hay-Quesada, que reconocía la soberanía de Cuba sobre la entonces llamada Isla de Pinos —hoy, Isla de la Juventud.

 

Como se sabe, en los primeros meses de 1895, Martí y Gómez, desde la República Dominicana, realizaban ingentes esfuerzos por llegar a Cuba, que ya estaba en guerra; sin embargo, su primer intento, realizado el 25 de marzo, resultó en fracaso; abandonados en Inagua, Bahamas, consiguieron que el capitán del carguero alemán Nordstrand, que se dirigía a Haití y Jamaica, les permitiera abordar y los dejara en un bote cuando pasara cerca de las costas cubanas, para lo cual tendrían primero que regresar. El 1.o de abril, antes de emprender el viaje definitivo a Cuba, desde Montecristi, Martí le dirige a Quesada la carta, que ha sido considerada su testamento literario, en la que le detalla cómo deben organizarse sus escritos, lo que, en definitiva era su proyecto editorial.

 

Muy significativa resulta la valoración que hace el Maestro de su propia obra, por ejemplo, “Versos míos, no publique ninguno antes del Ismaelillo: ninguno vale un ápice”.[2] Como parte de esa valoración ha de tenerse en cuenta la prioridad que concede a su obra periodística, en particular a sus Escenas norteamericanas y a la sección En Casa, de Patria. De la coincidencia de sus criterios con la evaluación que de su inmensa obra ha hecho la posteridad, vale citar la opinión de Pedro Pablo Rodríguez, investigador titular del Centro de Estudios Martianos y director de la edición crítica de sus Obras completas: “[…] creo que Martí se consagró como periodista desde las Escenas Norteamericanas […]” y “En la sección En Casa se publicaban pequeñísimos relatos tomados de la vida real, narraciones de la vida real de esa emigración patriótica. Sin embargo, Martí al redactarla manejaba con una eficacia tremenda las técnicas narrativas […] Él quiere atrapar al lector y se propone convencerlo por la vía de los sentimientos, de los ánimos, de la pasión, de la necesidad de la independencia de Cuba y del papel de Cuba independiente. O sea, está apelando a la vía afectiva junto con la vía intelectiva o racional; lo literario cobra un aspecto decisivo en él”.[3]

 

Tras la muerte del Apóstol, Gonzalo de Quesada clasificó la obra martiana y llevó a cabo la magna tarea de publicar la primera edición de las Obras completas. Solo la entrañable  amistad y comunidad de ideas que existía entre ambos permitió que el primero le confiara a Quesada tan importante misión.

 


[1]Véase el trabajo publicado en esta web y titulado “25 de marzo: un día fructífero en la bitácora martiana”.

 

[2] José Martí: “Carta a Gonzalo de Quesada”, 1.o de abril de 1895, en Obras completas, t. 20, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 477.

[3] Tomado de Randy Saborit: Pedro Pablo Rodríguez: “Patria fue la apoteosis de la integralidad periodística de José Martí”, https://www.cubaperiodistas.cu/index.php/2021/12/pedro-pablo-rodriguez-p...