“José Martí: su luz nos ilumina”

Por Irene Izquierdo
21 de Junio de 2022

Cuando las balas españolas tocaron el cuerpo embravecido del combatiente José Martí, su corcel sintió como un relámpago, la brisa que bañaba al mambí se tornó casi helada y el sol se negó a que las nubes llenaran de sombras el rostro del Apóstol. Mucho había iluminado este combatiente, y ahora la luz le pertenecía. De cara al sol -como era su voluntad- iba a morir.

 

Entonces, el Olimpo se alistó para recibir, como debe hacerse con los hombres de bien, el alma del más grande amigo de los niños, del fundador del Partido Revolucionario, del inspirador de la Guerra Necesaria…

 

Aquí en la tierra nadie lloró. Porque el Delegado, espada en mano, caía para erguirse en la inmortalidad.

 

Y prosiguió su andar para crecer hasta el infinito, sorteando los escollos de la desunión, la deslealtad, la traición…, el olvido. Fue guía de aquellos mambises rehusados a deponer las armas cuando ya la guerra había terminado y el imperialismo yanqui daba el zarpazo para engullirse la “fruta madura”.

 

Acompañó por siempre, y alentó en los momentos de mayores angustias, al Generalísimo Máximo Gómez, se mantuvo al lado de Juan Gualberto, su hermano negro. Inspiró la lucha de Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau… y de cientos de jóvenes que fueron a él a beber la savia de la revolución, por decir siempre de qué lado está el deber y no de qué lado se vive mejor.

 

Por eso,en 1953 la Generación del Centenario -un grupo de jóvenes que, guiados por el abogado Fidel Castro Ruz, asaltó los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en la antigua provincia de Oriente-recordó a todos que Martí estaba vivo y que ellos tomaban de su mano la antorcha para encender la pira del triunfo.

 

La acción no alcanzó la victoria, pero mostró al mundo cuánto estaban dispuestos a hacer los cubanos dignos para romper el yugo.

 

Luego de la prisión en la Isla de Pinos, Fidel marchó al exilio, para continuar guiando la Revolución desde México. Y el Maestro le acompañó e inspiró siempre en las duras jornadas de persecución y hostigamiento.

 

El Apóstol estuvo en el corazón de los expedicionarios del Granma, durante la difícil travesía y los rigores del desembarco; llenó el alma de los rebeldes en los combates en la Sierra Maestra y su ideario acompañó a los hombres y mujeres que se entregaron a  la lucha clandestina.

 

Y porque Fidel llevaba en el corazón “las doctrinas del Maestro” el primer pensamiento después del triunfo del primero de enero de 1959 fue para José Martí,ese hombre de luz que ha acompañado todo el andar de la Revolución hasta hoy, por ser el principal inspirador de las ideas de todos los cubanos con decoro.