Himno de cubanía

Por mayor Sonia Regla Pérez Sosa
15 de Noviembre de 2021

El 15 de noviembre de 1895, el entonces comandante Enrique Loynaz del Castillo escribió una marcha guerrera que se convirtió en símbolo del contingente invasor dirigido por Antonio Maceo en su marcha victoriosa hacia Occidente.

 

El Himno Invasor nació en la finca La Matilde, en la provincia de Camagüey, propiedad del doctor José Ramón Simoni, el suegro de Ignacio Agramonte. De aquella estancia desalojó el Titán de Bronce a una columna española que la ocupaba e instaló allí un campamento provisional.

 

Dentro del inmueble, los mambises encontraron insultos a los patriotas cubanos y en una ventana, la bandera española con unos versos debajo. Entonces, Loynaz del Castillo, por el otro lado, dibujó el pabellón cubano acompañado por unas estrofas de su inspiración que en media hora se entonaron con vehemencia.

 

La ayuda del capitán Dositeo Aguilera, quien le hizo los ajustes musicales y la complicidad de la Banda del Ejército, permitió que los mambises durante toda la Invasión a Occidente, tararearan este llamado al combate.

 

Por ello, debemos mantener siempre presente las notas del Himno Invasor, pues como legado patrimonial, a 126 años de su creación, sigue vibrante su cubanía y muestra el espíritu indomable que caracteriza y distingue al pueblo cubano.

 

HIMNO INVASOR

 

Letra: Enrique Loynaz del Castillo

 

¡A las Villas valientes cubanos:

A Occidente nos manda el deber.

De la Patria a arrojar los tiranos.

A la carga: a morir o vencer!

 

De Martí la memoria adorada

nuestras vidas ofrenda al honor

y nos guía la fúlgida espada

de Maceo, el Caudillo Invasor.

 

Alzó Gómez su acero de gloria,

y trazada la ruta triunfal,

cada marcha será una victoria:

la victoria del Bien sobre el Mal.

 

¡Orientales heroicos, al frente:

Camagüey legendaria avanzad:

Villareños de honor, a Occidente,

por la Patria, por la Libertad!

 

De la guerra la antorcha sublime

en pavesas convierta el hogar;

porque Cuba se acaba, o redime,

incendiada de un mar a otro mar.

 

A la carga escuadrones volemos,

que a degüello el clarín ordenó,

los machetes furiosos alcemos.

¡Muera el vil que a la Patria ultrajó!