Fidel: candidato a la Cámara de Representantes

Por María Luisa García Moreno
11 de Abril de 2023

Fidel habla en un mitin electoral para promover su candidatura a Representante a la Cámara por el Partido Ortodoxo. Foto: Fidel, soldado de las ideas

El joven abogado Fidel Castro tenía una fuerte preparación política derivadade sus muchas y diversas lecturas, así como de sus propias experiencias vitales. A pesar de su procedencia social se había acercado al pueblo y conocía bien sus sufrimientos y necesidades. Sabía también que el pueblo tenía «instinto de clase, pero no una conciencia de clase»,1que aún no estaba preparado para la lucha.

 

Por ello tenía pensado presentar al Parlamento «[…] una serie de leyes mínimas que luego llevé como programa del Moncada […] la reforma agraria, la rebaja del alquiler, la disminución del precio de la electricidad, de los teléfonos, de necesidades básicas de la población […] leyes de aumento de salario a los trabajadores de varios sectores: maestros, médicos, militares, no a los oficiales, sino a las tropas; todas ellas iban a ser apoyadas por el pueblo».2

 

Hay que decir también que a partir de sus investigaciones en busca de elementos para denunciar la corrupción duranteel mandato de Carlos Prío Socarrás, Fidel se había acercado a la situación de los soldados, a los que veía «[…] como gente también explotada por los políticos y los altos oficiales del Ejército […]».3

 

Sin embargo, para llevar adelante estas ideas, Fidel necesitaba ser parte de la maquinaria política. Aunque contaba con cierta popularidad dentro de las filas del partido, no era parte de la política oficial de este. Por eso creó una radio mitin que le permitió acrecentar su popularidad y publicó una serie de artículos en Alerta. Cuando se postuló por Cayo Hueso —un barrio muy humilde, donde la Ortodoxia era fuerte—,fue elegido el 5 de noviembre de 1951 candidato a miembro a la Cámara de Representante de la República por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) con 318 votos.

 

Fidel comprendía que tras la muerte de Chibás, el Partido Ortodoxo —favorito para ganar las elecciones— estaba un tanto desorientado y no tenía consistencia para sostener el liderazgo que había cosechado su fundador. Incluso en algunas provincias estaba controlado por los terratenientes o politiqueros. Por eso, su plan era llegar al Parlamento y presentar su programa revolucionario —similar al que luego defendería en el juicio por los sucesos del Moncada—. El propio Fidel refirió: «Todas las cuestiones vitales que expuse en La historia me absolverá aparecerían en forma de leyes en el plan que iba a presentar en el Parlamento, con la seguridad de que aquel proyecto dentro del partido se convertiría en un programa de la masa revolucionaria».4 Fidel estaba consciente de que su proyecto no iba a recibirlaaprobación del Congreso; pero aspiraba a que se convirtiera en el programa revolucionario que movilizaría a las masas y las conduciría a la toma del poder.

 

Para ello tenía que enfrentar una cierta desconfianza en las propias filas de la Ortodoxia, incluso, algunos murmuraban que era comunista. Conociéndolo, como cada cubano conoce a Fidel, resulta fácil imaginar su tono enérgico al fustigar la corrupción y el gansterismo, y en defensa del pueblo. Su posición contrastaba con la política oficial del partido, lidereado tras la muerte de Chibás por el profesor de la Universidad de La Habana Roberto Agramonte Pichardo (1904-1995),5quien había quedado como candidato a la presidencia en las próximas elecciones que debían celebrarse el 14 de junio de 1952.

 

En plena culminación de la campaña electoral se produciría el cuartelazo de Batista el 10 de marzo de 1952 y las esperanzas del pueblo, una vez más, quedarían frustradas.

 

Referencia

 

1 Katiuska Blanco: Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo, Casa Editora Abril, La Habana, 2011, pp. 25-26.

2 Ibidem, p. 27.