Fidel

Su hermosa vida estuvo llena de momentos especiales, como su niñez, feliz en Birán y muy triste en Santiago; su traslado al antiguo Colegio de Belén, en La Habana, donde muy pronto sobresalió y su forja como revolucionario en la Universidad capitalina, donde se graduó con excelentes resultados para dedicarse, desde su profesión de abogado, a ayudar a los humildes; el asalto al Moncada y, tras la prisión y el exilio, el desembarco del Granma y la lucha en la Sierra Maestra hasta aquel enero de victorias y alegrías.

Tras el triunfo revolucionario y el extraordinario júbilo de cada cubano, Fidel y su pueblo emprendieron la ardua tarea de la reconstrucción del país. Por muchos años, Fidel lideró los destinos de Cuba y, con su guía, la pequeña islita caribeña halló un lugar digno en el mapa del mundo.

El 25 de noviembre del 2016, tras haber cumplido 90 fructíferos años de vida, falleció y Cuba toda lloró su muerte con esa pena profunda que oprime el pecho. Era la despedida al hombre mortal que durante más de cincuenta años había estado entrañablemente unido a nosotros como conductor, como amigo, como hermano, como padre... Un dolor tranquilo, sosegado, pues sabíamos que tarde o temprano su desaparición física ocurriría, él nos preparó para eso…

Sabemos también que, en realidad, no morirá nunca, que su ejemplo estará siempre a nuestro lado, que son eternos su pensamiento y esa dignidad, que hoy forman parte del arsenal de cada cubano, porque, como dijera Martí, “[…] Cuando se muere / En brazos de la patria agradecida, / […] / ¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!”[1] También recordamos sus propias palabras: “Los hombres que perseveran, los hombres que resisten, los hombres que defienden una causa justa y saben llevar adelante esa causa, vencen”.[2] Y nuestra nación vencerá, porque él nos sigue guiando.

Por eso, este 13 de agosto conmemoraremossu cumpleaños y el enorme legado que nos dejó, porque Fidel es Cuba y Cuba es Fidel.