Fermín, el hermanote, el vindicador…

Por María Luisa García Moreno
09 de Junio de 2022

Martí y Fermín Valdés-Domínguez, retrato tomado en Cayo Hueso, Florida, en mayo de 1894, por el fotógrafo Antonio J. Estévez, en Iconografía martiana.

En la misma casa —Industrias no. 122— donde se tejieron los estrechos lazos de su hermandad con Martí, murió el 13 de junio de 1910 Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó, quien con Eusebio, su hermano mayor, había sido abando­nado en la Real Casa de Beneficencia de La Habana. Ambos serían adop­tados por José Mariano Domínguez Salvajáuregui, capellán del Castillo del Príncipe. Su segundo apellido es el de la mujer que los crió.

 

Nació para la historia desde su adolescencia, cuando dete­nido por el inciden­te con los voluntarios que registraron su casa, fue llevado, junto a Pepe, a consejo de guerra en marzo de 1869 e intentó compartir con el amigo la responsabilidad por la carta en que se calificaba de traidor a un compañero por haberse in­corporado al cuerpo de voluntarios. Tras cumplir su pena de seis meses de cárcel, reinició sus estudios y, en 1871, estuvo entre los estudiantes de primer año de Medicina acusados de profa­nar la tumba de Gonzalo de Castañón, por lo que fue condenado a seis años de prisión; aunque un indulto real cambió su sanción por la deportación a España, adonde llegó en junio de 1872.1

 

En Madrid —y luego en Zaragoza—, junto a Martí, continuó sus estudios; pero sin abandonar su compromiso con la Pa­tria. Al cumplirse el primer aniversario del trágico fusilamiento de los estu­diantes de Medicina, circuló en Madrid un impreso, redactado por Martí y fir­mado también por Fermín, en el cual se condenaba el infame asesinato.

 

Culminó su carrera en 1876 y regresó a Cuba, donde se estableció y se casó con Consuelo Quintanó Ramos, sobrina de su madre de crianza. Pronto sobresalió como médico y científico por sus tra­bajos acerca de la prevención de enfer­medades infecciosas.

 

Reivindicó la inocencia de los estu­diantes fusilados el 27 de noviembre de 1871 al obtener del hijo de Gonzalo de Castañón —de visita en La Ha­bana en 1887— el testimonio escrito de que la tumba de su padre no había sido profanada.

 

De él escribió Martí, en referencia al descubrimiento de los restos mortales de los ocho jóvenes asesinados por el odio: “[…] con la sencillez de la grandeza, alzó la mano en nombre de Dios frente al cadáver que decían profanado por sus condiscípulos, y en un dramático momento, digno de que el pincel lo perpetúe, levantó las sombras de sus amigos inocentes  […] ¡Él propaló la vindicación […] y al fin, símbolo triste y hermoso de nuestra historia, bajó a buscar al seno de la tierra los restos de sus amigos muertos, con los brazos desnudos! […]”.2

 

Y años después, en memorable discurso en reconocimiento del hermano, Martí expresó: “El egoísmo es la mancha del mundo y su desinterés, el sol. En este mundo no hay más que una raza inferior: la de los que consultan, antes que todo, su propio interés, bien sea el de su vanidad o el de su soberbia o el de su peculio:—ni hay más que una raza superior: la de los que consultan, antes que todo, el interés humano. Sagrado es el que, en la robustez de la vida, con el amor a la cabecera de la mesa cómoda, echó la mesa atrás, y los consejos del amor cobarde, y sirvió a su pueblo, sin miedo a padecer ni a morir: y así es Valdés Domínguez”.3

 

Cuando Martí preparaba la guerra necesaria, Fermín se dispuso a luchar por la independencia patria. En 1894 viajó a Nueva York y los hermanos se reencontraron; por indicación del Apóstol, marchó a Cayo Hueso, el Peñón Heroico, donde instaló un consultorio y se vinculó al movimiento revolucionario.

 

Tras el estallido de la guerra se en­roló en la expedición del James Woo­dal, renombrado Martí, conducida por Serafín Sánchez Valdivia, Carlos Roloff Mialofski y José Mayía Rodríguez Rodríguez, la cual trajo buena parte del armamento adquirido para el Plan de Fer­nandina. Llegó a Cuba el 24 de julio de 1895 y fue designado jefe de Sanidad del cuerpo de Las Villas.

 

Asistió como re­presentante a la Asamblea Constitu­yente de Jimaguayú (1895), donde lo eligieron subsecretario de Relaciones Exteriores, cargo al que renunció el 13 de julio del siguiente año para incorporarse al cuar­tel general del Generalísimo, de quien fue jefe de despacho. El 23 de diciem­bre de ese año fue ascendido a coronel. Participó también en la Asamblea Constituyen­te de La Yaya (1897).

 

En la República neocolonial no ocupó cargos públicos; pero integró la Junta Patriótica de La Ha­bana, fundada el 10 de octubre de 1907 en rechazo a la corriente anexionis­ta, que durante la segunda interven­ción militar norteamericana (1906) pretendió convertir a Cuba en un protectorado de Estados Unidos.

 

Fiel al legado de su hermano del alma, estuvo siempre en el lugar que le indicó la Patria.

 

Referencias:

 

  1. María Luisa García Moreno:“José Martí es condenado a presidio”. Disponible en: www.verdeolivo.cu
  2. José Martí: “Fermín Valdés Domínguez”, La Lucha, 9 de abril de 1887, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 357.
  3. ________: “Discurso en honor de Fermín Valdés Domínguez”, salón Jaegees, Nueva York, 24 de febrero de 1894, en ob. cit., p. 325.